Chapter One; "tribute to tears and to the self-pity"
La habitación era un desastre; del tipo de desastre asqueroso y con el cual no puedes sacarte fotos junto al espejo porque siempre estaría presente atrás. Nadie querría seguir a una chica que subiera fotos en las cuales se ven sus pañuelos llenos de mocos, su maquillaje corrido y millones de fotos rotas de su ex novio regadas en su cama. Eso sería arruinar su propia reputación y bajar voluntariamente la cifra de sus seguidores en Instagram. Ni en sueños.
Aún así, el problema no se reducía a pañuelos sucios y lágrimas en sus fotos, sino al por qué de todo eso; Justin Bieber.
Ahora sabía que ser engañada dolia mucho más que perder su cuenta de Twitter.
Incluso aunque luciera como un idiota la mayor parte del tiempo para los demás - y para que engañarse, para ella también- realmente había pasado buenos momentos, quizás porque no tenía la necesidad de mostrarse como en su Instagram estando a su alrededor. A Justin no le importaba o, pensándolo bien, realmente nunca le había prestado tanta atención.
Sabía que a pesar se ser un imbecil, atraía a gran parte del porcentaje femenino de Southpoint, incluso a una pequeña parte del grupo masculino. Y, demonios, ella realmente había disfrutado presumir que nadie más podría tenerlo. O eso había pensado. Mientras creía ser la puta envidia, su novio estaba por detrás de los inexistentes encantos de una total y completa insulsa.
Eso, había sido un maldito golpe a su brillante ego. A pesar de ser una caliente y rubia albanesa purasangre, con grandes ojos claros y una altura escultural que solo hacía lucir a sus largas piernas más que perfectas y a su cuerpo más que estilizado, había logrado llegar a la cima de la cadena alimenticia. Era la capitana del equipo de porrsitas de SP, tenía lo que quería cuando quería y de forma fácil, menos su impecable promedio, el cual había sido resultado de largas noches de estudio y privada de su obligatorio sueño de belleza, como diría su madre. A pesar de todo esto, Justin y Scarlett- la adolescente más insulsa y poco apremiada que había visto en su vida- seguían dando de que hablar con sus paseos tomados de manos en los largos pasillos, humillandola cada vez más. Y más. Y más.
La gente hablaba, y aunque estaba acostumbrada a ser el foco de atención todo el tiempo, ahora los rumores se encontraban en conjunto con miradas burlonas y en ocaciones, incluso de pena.
Así que si, su ego estaba sufriendo, estando normalmente acostumbrada a recibir miradas de nada más que envidia.
Decidida a volver a su usual estado brillante, hizo lo que acostumbraba a hacer desde su pubertad - una etapa nada favorecedora, si se permite decir- tomando el brillante Iphone rosa y de pronto molesta por todas las decoraciones y brillos que este tenía, tecleo a toda prisa;
"Ash, si no veo un centro lleno de tiendas para comprar hasta hacer sangrar los ojos de cada perra en quiebra de SP, voy a empezar mi día mucho peor de lo que ya lo es. Despegate de Ash por unas horas. XoXo"
Ashley Martins era la mejor amiga que podía existir en el mundo, co-capitana de su equipo y la perra más leal que podía pedir. Aunque, en realidad, tampoco tenía el lujo de pedir tanto. La envidia traía el odio de la mayoría de chicas de SP. Las únicas poseedoras de una vagina que no parecían querer descuartizarla para luego apropiarse de su armario, eran sus chicas. Su equipo.
Aunque el tiempo de su amiga ahora se veía dividido entre ella y Ashton, la adoraba tanto como antes. Esta bien, a veces se resentía un poco, pero solo era porque parte de su tiempo ya no se veía ocupado por Justin.
Ashton era agradable y completamente fiel a Ashley, así que mientras que se mantuviera así, podrían seguir siendo Ash y Ash por mucho tiempo más.
Soltó un suspiro cuando escuchó sonar de vuelta su teléfono, intentando no correr hacia el impulsivamente en caso de que fuera Justin. Claramente, no tuvo éxito. Y, claramente, no pudo evitar sentirse desgraciada - y a la vez agradecida- al ver que Ashley ya estaba en camino a su encuentro.
Pero como si no fuera poco y como si sus ojeras no fueran demasiado para sentirse apenas menos impresionante de lo que ya era, sabía que ahora iba a venir acompañada de hinchazón. Estaba malditamente menstruando justo en este instante. Maldito jodido universo.
Exasperada y luego de una lucha con tampones que resultaron no ser de su tamaño, tomó sus jeans CK negros, con una ajustada blusa blanca y aplicó su maquillaje extra cargado con gloss, para tomar su bolso Gucci y salir de la despampanante habitación, dirigiéndose escaleras abajo para atravesar el lobby de la casa e ir directo a su más preciado objeto;
Un nuevo Jeep blanco y descapotable, en el cual ahora resonaba nada más que "Feeling Myself".
No dejaría nunca que un hombre la cambie.