Capítulo 8

60 2 3
                                    

El cuchillo bajaba y subía repetidas veces, cortando la carne en trozos desiguales. Jeison veía su reflejo por la hoja del cuchillo. No se había esperado nunca que su mamá estuviese en ese sitio donde su papá mandaba a sus pacientes más difíciles de controlar. Jeison tenía escasos recuerdos de visitas a hospitales así, pero de los pocos, nunca le habían gustado. Su padre decía que las personas que estaban allí, en su mayoría, carecían de una buena función del cerebro, y veían y decían cosas absurdas. Otros cometían actos que ellos pensaban, nunca habían hecho. Destabilizados mentalmente, le llamaba su padre, por no decir locos.

Los pies de Jeison se movían al ritmo del cuchillo, pero haciendo un recorrido diferente, cómo si se meciera en una hamaca de las que le hacía su padre. Tantas veces subido en un pedazo de dura madera, con dos sogas entre unos huecos, y amarradas a la rama de un árbol, que era difícil aceptar que posiblemente su padre jamás volviera a hacer esas hamacas improvisadas. Le dolía reconocer la verdad. Margarita trataba de evitar que él supiera lo que realmente sucedía, pero el amigo de Jeison constantemente le explicaba lo que ocurría en realidad.

Margarita notaba la frustración de Jeison. Aún viniendo de donde ella venía, en ningún tiempo tuvo que vivir una infancia tan triste. Ella reconocía que su sobrino era más inteligente de lo que juzgaba. Cómo le apenaba el momento en que él pasaba, sabiendo que Mary se hallaba en un hospital psiquiátrico, y cómo le apenaba a ella pensar que su bebé corría peligro. Abrigaba la esperanza de que su bebé continuara con vida, o en proceso de ella.

Echó la carne en la cacerola, y el humo se le adhirió en el cabello. El fuego quemando la leña y la parte inferior de la cacerola entretuvo a Jeison lo suficiente para no darse cuenta de que su tía ya no estaba.

El carro se estacionó enfrente de la gran mansión. Detrás de esta, se notaba una columna de humo. Una anciana, de cabello marrón y grandes arrugas, se bajó del carro, llevaba una boina morada, y un vestido del mismo color. De los asientos delanteros, salió un hombre de barba reciente, y ojos almendrados, más una joven de al menos, veinte años, con el cabello amarrado en una alta coleta, una blusa de rayas y metida dentro de una falda esplendorosa y larga, color rosa salmón. Otro carro más grande se aparcó en la entrada, con un caballo de pelaje oscuro en la parte de atrás.

— ¡Jeison! ¡Mueve la carne para que no se queme! —gritaba Margarita desde arriba

El espejo de cuerpo entero en la pared le daba una buena imagen de cómo lucía: el vestido de tela vintage y color negro enmarcaba su piel tostada, el vestido le llegaba por debajo de las rodillas con una falda voluptuosa, en la cintura poseía dos enormes rosas cómo cinturón, en la parte del corpiño una cinta ancha recorría su busto, más dos cintas que formando una "v" servían de mangas. Se puso los zapatos de tacón, y terminó de arreglarse el pelo, que caía en bucles hasta los hombros. Llevaba el pelo sedoso y una enorme sonrisa en el rostro.

Jeison sacó los trozos de carne de la cacerola, y apagó el fuego con agua. Caminó dentro de la casa y dejó la carne en la cocina. Jeison limpió el traje que llevaba puesto y salió de la cocina con un trapo mojado. Levantó la vista para avisarle a su tía sobre la carne, y encontró a tres personas paradas en la puerta, y ninguna era Margarita. Una sombra cruzó de una pared a otra, hasta llegar al lado de Jeison. La sombra le acarició la mejilla con cariño, y lo guió hacia las personas, que distraídas en la terrorífica decoración, no avistaron la sombra, ni al niño. La sombra aventó las manos encima de los invitados, y una corriente de aire sacudió sus cabelleras. Margarita bajó corriendo las escaleras y jaló a Jeison detrás de ella, de manera protectora. Los invitados la miraron con interés y luego la saludaron.

—Hija, estás...flaca. ¿Dónde está la panza? ¿A caso no estás embarazada?

—No mamá, sólo llevo tres meses, no hay que anticiparse.

Dulcedinem Irae ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora