8. Epílogo

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En lo que pareció tiempo record y sin más interrupciones, Tsukki había terminado la universidad y había salido con un trabajo seguro en el museo gracias a su desempeño académico.

Kuroo había estado moviéndose por meses antes de que Tsukki saliera de la universidad, buscando concretar su segundo mayor sueño después de Tsukki.

Siempre habían bromeado con el tema de un imposible embarazo, el rubio siempre le decía que de hecho sería un gran padre y de a poco lo había convencido por completo, así que pasaron un par de meses más para informarle que ya tenía un vientre de alquiler. Había elegido a una guapa chica rubia que compartía algunas de las facciones de Tsukki, era simplemente preciosa y ya podía imaginar a su pequeño y pequeña.

- No vas a cambiarme por la mamá de nuestros hijos, ¿verdad? - lo más lógico había sido fecundar con Kuroo para ese primer bebé, era mayor y no se podía perder mucho tiempo al respecto.

- Claro que no, no podría cambiar a Suiko - se rio - pero debemos admitir que tiene un parecido contigo, por eso la elegí, para que nuestro bebé sea una mezcla de los dos.

- Tiene el color de cabello y de ojos - asintió levemente aunque sí, quienes no los conocieran podrían pensar que había una relación de familia más o menos directa por lo similar que eran.

- Y piernas largas, las piernas son algo muy importante - acordaron que la muchacha pasara algunos días con ellos para ser partes del proceso, de estar con el bebé mientras crecía en el vientre de la chica que a diferencia de Tsukki tenia un caracter facil que rozaba la ternura.

Era un poco extraño tener a una persona que era virtualmente una extraña en la casa pero era lindo poder disfrutar el proceso de crecimiento del bebé, pensar en nombres y equilibrar la vida, a la que ahora era la de una familia en crecimiento. 9 meses después, tenían una niña hermosa en brazos.

- Creo que ha nacido una Suiko de verdad - dijo al tener la bebé en sus brazos y sintiendo que le robaba el corazón cuando su pequeña manito se prendó de su dedo

- Eso parece... - sonrió picando su diminuta nariz. No sabía cuáles eran las posibilidades de que siendo de Kuroo se pareciera a él, pero asi era y resultaba a simplemente perfecto.

- ...Pensé que nunca seria papá... y ahora estoy sosteniendo a mi enana hermosa - la estrechó en sus brazos - te amo Kei, gracias por aparecer en mi vida y entrar a la fuerza.

-  No iba a dejar espacio a que pelearas contra mi, por nada del mundo - respondió acariciando su rostro y dándole un suave beso en los labios - ahora somos aún más familia.

La vida con una bebe pasaba más rápido y era todo más dinámico. Su hija era la niña más consentida del mundo y adoraba cuando hacía mohines como los de Tsukki, aunque no tuvieran un verdadero lazo de sangre y reía cuando la niña le hacía berrinches a Kei que le recordaban a los que el rubio le hacía a él.

- Por cierto, se acerca la cena del hospital, quiero que me acompañes...

- ¿La cena del hospital? - preguntó sintiéndose dudoso desde ya, pero llevaba 4 años en Okinawa y sistemáticamente las había evitado, sintiéndose demasiado niño aún para esas instancias, ahora ya no tenía excusas - ¿Estás seguro?

- Claro que si, eres mi esposo - hizo un puchero - a este paso todos creerán que invento mi vida amorosa.

- ¿Saben en el hospital que estás casado con un hombre? - Kuroo era apreciado de sobra por todos según sabía, pero ser gay aún resultaba controversial en la mayoría de los casos.

- Algunos colegas, pero da igual - Kuroo tenía un cargo de mucha responsabilidad en el hospital como jefe de pediatría y se había ganado el respeto de todos con su trabajo.

Fatuous/ConsummareDonde viven las historias. Descúbrelo ahora