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" Durante el receso suelo jugar a la Caperucita Roja con mis compañeros de clase. Lo detesto. Los detesto. Siempre estoy en el centro, en el centro de atención. Ellos ríen y gritan, danzan a mi alrededor. ¿Es porque mi padre es el lobo feroz? "

Era tan sólo un niño el que arrancaba y despedazaba las hojas de su nuevo diario. Estaba tan molesto consigo mismo y tan asustado con el monstruo que vivía al final del pasillo ¡Sólo tenía 10 años! ¿Por qué era el platillo principal del lobo?

Oh, y ahí estaba de nuevo, su amado padre lo llamaba para que saliese de su escondite y lo acompañase a desayunar, ¿Caería de nuevo en su trampa? Tenía demasiada hambre y aún así no aceptaba los almuerzos del colegio, era una trampa, él lo sabía, todos lo miraban, ¿Por qué lo detestaban?

— "¡Enseguida voy!"

Tuvo que armarse de valor y salir de su guarida, ignorando por completo la puerta que susurraba su nombre ¡Ignorando las garras que intentaban alcanzarlo! Para finalmente entrar a la cocina y observar el único vaso de cristal que se hallaba en la mesa. En la mesa ensangrentada.

— "Malteada de fresas, ¡Tu preferida!"

¿Por qué la malteada estaba tan roja? ¿Por qué sabía tan asquerosa? ¿Por qué el lobo feroz estaba manchado de rojo?

— "Papá... Tengo hambre... "

𝐋𝐨𝐛𝐨, 𝐥𝐨𝐛𝐨, ¿𝐄𝐬𝐭á𝐬 𝐚𝐡𝐢?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora