— "¡¿P.. Por qué me lastiman de nuevo?! ¡Basta! ¡Perdón, perdón, perdón! ¡Lo lamento!
Y ahí estaba de nuevo, forcejeando contra los niños que solían golpearlo después de clases.
Esta vez no se dejaría ganar, esta vez no regresaría a casa con rasguños y esta vez no recibiría palabras de consuelo por parte del lobo feroz.
Sin embargo, los niños no paraban, continuaban empujándolo contra el suelo, proporcionándole patadas que lo hacían escupir una gran cantidad de jugos gástricos.
Algunos de ellos hasta se agachaban para lograr el cometido de lastimarlo de cualquier forma, ya sea despedazando su piel o arrancando de su rojiza carne para consumirla. Para deleitarse.Se deshicieron de sus hermosos y azulados ojos, rasparon la carne de sus cuencas con una diminuta cuchara.
Rompieron su garganta ante cada grito silenciado.
Al final se arrastró hasta su hogar, intentando sostener sus intestinos y tratando de evitar ensuciar el suelo público con su sangre. Su sangre pecadora.
" Querido diario, hoy en los baños, mientras aquellos niños me lastimaban, logré observarme en el espejo. Estaba solo. No había nadie. Tal vez mi reflejo estaba jugando conmigo, ¿Por qué me estaba lastimando a mi mismo? "