Los pies le ardían a Jeongin, llevaba caminando por lo menos dos horas en busca de algo bueno para vender, pero simplemente los cadáveres de los soldados ya no tenían nada de oro o joyas, quizás porque las habían vendido antes o porque habría otro buscador por la zona, y Jeongin deseaba que fuera la primera opción, porque si había otro vendedor las cosas no pintarían nada bien. Examino a un Sucio, los reconocía por la insignia gris que colgaba de su uniforme ensangrentado, los sucios siempre tenían cosas buenas, joyas o collares regalados por sus esposas sucias, la mayoría de las cosas que vendía era de ellos, incluso vendió un dije que llevaba consigo una fotografía de dos niños, le entristeció saber que esos pequeños jamás volverían a ver a su madre, porque era una mujer con el pecho destrozado de donde lo sacó.
Para Jeongin, decir sucios era una extraña forma de llamarles a los enemigos del país, porque él no se podría considerar limpio siendo que su ropa estaba gastada y rota, que sus manos estaban llenas de tierra y ceniza y que tenía impregnado el olor a sangre coagulada en él. Cuando podía deshacerse de ese olor y de la suciedad de su cuerpo era en las noches, cuando el agua llegaba al centro de la ciudad y podían bañarse en las regaderas al aire libre, en esos momentos tenía que tomar una decisión; morir de una pulmonía o de una infección por su descuidada higiene. Hay era cuando optaba por congelarse con el frió de la noche y del agua, cuando lavaba su cabello y su cuerpo con el jabón que había logrado comprar en la frontera y cuando se mordía los labios al escuchar los llantos de los niños pequeños que tiritaban y sufrían por el frió. Escuchaba a las madres e impuros llorar porque sus bebés morían, ya sea de una infección al más mínimo corte o por la fiebre que les provocaba el agua fría durante la noche helada, también a los ancianos quedándose viudos porque sus esposas no aguantaban más, pero también escuchaba a los jóvenes quejarse de que tal persona tenía agua en su hogar. En su casa solo había agua para su madre y su pequeña hermana, a él y a su padre les quedaba caminar hasta el centro para asearse y su padre muchas veces no lo hacía.
Así que, podrían decirle a él y a las pocas personas que quedaban en la deteriorada ciudad que eran sucios, pero entonces los soldados llegarían y acabarían con todos, porque los sucios debían morir sin importar que. Ahora, hurgando en las cosas de un cadáver, realmente no diferenciaba entre sucio y soldado, solo variaba entre ganancia y pérdida de tiempo, porque las placas no valían nada a menos de que consiguieras a una joven viuda dispuesta a pagar por la de su esposo, ahí era cuando buscaba entre los cadáveres algo específico, pero la mayoría del tiempo solo eran eso; cadáveres. Ya no le daba miedo la sangre, pero le temía a enfermar, así que el cubre bocas fue uno de los primeros objetos que consiguió, recuerda que se lo vendió un hombre viejo a cambio de unas pocas monedas, monedas que consiguió al vender una cadena de oro, que obtuvo de un cadáver con el uniforme del ejército que servía a su país. Otro objeto que fue su prioridad fueron zapatos para no pisar descalzo algo que pudiera lastimarlo, aquello lo consiguió de un mercader que se lo vendió a un precio demasiado alto, lo pagó con muchas monedas que ahorro, en ese momento entendió que mostrarles necesidad a los mercaderes de la frontera era pedirles que te estafaran.
Jeongin no era un mercader, pero tampoco un vendedor, era algo más elaborado, un buscador en primer lugar, porque él buscaba lo que pudiera vender, se lo vendía a los compradores que mandaban a gente a las fronteras para recolectar, de ahí, con dinero en manos, Jeongin acudía a los vendedores de la frontera, aquellos que venían de las ciudades de donde aún se utilizaba el dinero, era cuando compraba víveres y de todo, desde ropa hasta comida, las especias eran un lujo que muy pocas veces compraba y las medicinas eran un estafa, pero de igual manera Jeongin conseguía todo lo que quería, porque no podía mostrar que necesitaba. Después de esto caminaba de regreso al centro, intercambiaba las cosas compradas por los mercaderes o las vendía a quienes tuvieran dinero, pero dentro de la pequeña ciudad ya no conseguía a gente que pagara con monedas, por eso su prioridad era ir hasta lo que una vez fue un campo de batalla, donde corría más riesgo que vagando por la ciudad. Jeongin era el único que facilitaba las cosas para los pocos ciudadanos, para aquellos que no tenían dinero. Cuando Jeongin no necesitaba algo que intercambiaba solo lo revendía a los compradores y repetía el proceso, o en su defecto, si era de muy poco valor para ellos (como comida) se lo daba a su madre como un extra del día.
ESTÁS LEYENDO
𝚂𝚄𝙲𝙸𝙾 [ᴴʸᵘⁿⁱⁿ]
FanfictionJeongin es un chico de 15 años tratando de sobrevivir a los vestigios de una guerra. Recolecta, vende, compra y revende en su pequeña y devastada ciudad, pero un sucio llega para tambalear su corta vida. [ADAPTACIÓN] -Contiene M-preng embarazo masc...