ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 1- ɪɴsᴇɢᴜʀᴏ

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Su fragancia recorría cada pasillo de esta escuela. Él y su pelaje tan suave como las nubes, ¿Que más podía pedir?

Tal vez una hora más de su compañía, hace semanas que no lo ve a solas, y en los ensayos no se atreve a hablarle, por miedo, pero ¿A qué?, Sí él es un gran canino, debería ser valiente, y discutir con su pareja sobre su nueva inseguridad que poseía. Confiaba en él, su amado le había prometido que no volvería nunca más a buscar a Haru, misma razón por la cual Legoshi se esforzaba para darle una relación aún más maravillosa que el cuento de hadas que vivió con ella, inclusive el canino se alejó de ella, para que Louis no se enojara. Estaba temiendo que el herbívoro no fuera un hombre de palabra.

Preocuparse por sus fantasías era muy vago de su parte, tal vez debía ir a verlo, aclarar todo, si es que el ciervo se encontraba de humor. No estaba del todo listo pero tampoco deseaba vivir en duda.

—¿Louis?.–Pregunto el canino, tímido mientras abría la puerta de la habitación del antes mencionado.—Ya que no has contestado, lo tomare como una invitación

Cuando el lobo entro se encontró con un ser indefenso, el cual se retorcía cada vez más, al parecer tenía una pesadilla, que anteriormente le era difícil comentar, siempre que intentaba hacerlo se arrepentía y dejaba confundido al canino. El solo lo observo, no sabía si era pertinente despertarlo, no quería que el cervatillo lo mandara al diablo.

Cada minuto que pasaba él se ponía más nervioso, su pareja cada vez se retorcía más fuerte y comenzaba a sudar y pronunciaba palabras entrecortadas. Él canino estaba decidido, y lo hizo, lo despertó.

—¡Ah!.– Gritó fuertemente mientras se reincorporaba para sentarse algo temeroso, su corazón latía como si fuera a salir de su cuerpo, decidió ponerle más atención a la gran mancha negra que lo miraba.—Pero ¿Qué mierdas haces aquí?.–Pregunto algo molesto.—No puedes entrar a mi habitación como si nada, además ya pasa de la media noche.–refunfuño.

—Lo siento, no encontré mejor momento para hablarte que ahora, por las mañanas no me haces caso.–Menciono el canino.—Además, tu anteriormente me habías dicho que era bienvenido a tu habitación cuando yo quisiera.

—Debes aprender a respetar mi espacio, no puedes vagar por donde se te dé la gana, se lo que mencione anteriormente, pero sería más decente que pidieras permiso, ¿De acuerdo?

—Estoy aquí porque necesito hablar contigo, hace tiempo que no lo hacemos de forma directa, así que creí perti..

—Legoshi, es muy noche, entiéndelo por favor, sé que eres un animal nocturno pero ahora no es momento.

—Pues tendrás que escucharme, no me iré sin haber aclarado mis dudas. Últimamente te has alejado mucho, me preocupa que no estés cumpliendo con nuestra promesa.

—Ahora incluso me acusas, dios, no podrías ser más tonto.

—No, es solo que...

—Lárgate de una vez, no tengo ganas de verte.–Menciono el ciervo mientras se levantaba de la cama, para acercarse al canino y empujarlo hasta la puerta sin cuidado ni tacto alguno.

—Espera.–Contesto mientras se aferraba a la perta para que parara de sacarlo.—¿No deseas hablar sobre lo que soñabas?

—¿Te parece que estoy de humor?–Menciono mientras ponía sus manos en la cintura, y al notar que el otro no contestaba nada solo se limitó a decir.—Eso creí, adiós.

El lobo se fue sin más protesta, más inseguro y ansioso que antes. No le importaba si lo había hecho enojar, sabía que encontraría otra forma de mencionar todo. 

𝔅 𝔞 𝔡  ℑ 𝔡 𝔢 𝔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora