CONTIGO (serquel / alvitz oneshots)

Por primera vez (Serquel)

Raquel estaba sentada frente a la computadora de su escritorio, mirando distraída al resto del personal de la oficina. Todos estaban concentrados en sus trabajos, seguramente querían terminar a tiempo para poder disfrutar de la fiesta de fin de año esa noche. Prieto les había dicho a todos los empleados que podían retirarse más temprano y regresar más tarde si no dejaban nada inconcluso. Raquel suspiró, ella no tenía deseos de regresar esa noche. Hacía apenas dos semanas que trabajaba para la compañía, su trabajo era netamente administrativo; se limitaba a pasar los informes de contabilidad para luego presentárselos a su jefe cada semana. Sin embargo aún no había entablado una charla ni mucho menos amistad con sus colegas. Se limitaba a mirar con sus enormes gafas estilo secretaria por sobre el monitor del ordenador y hacer su trabajo en silencio.

Nada le llamaba la atención, sus compañeros se pasaban la mitad del tiempo husmeando en los asuntos de los superiores antes que trabajando; lo único que lograba desconcentrarla realmente en su rutina de copiar informes contables era la aparición, al menos dos o tres veces al día, de Sergio Marquina, el diseñador gráfico de la compañía que dejaba una exquisita fragancia depaco rabanecada vez que cruzaba el vestíbulo hasta la oficina de Prieto.

Sergio era un hombre imponente. Una enorme masa corporal de casi dos metros de altura, espalda ancha, vientre plano y largas piernas. Contrastaba de una forma casi graciosa con el menudo y diminuto cuerpo de Raquel, que nunca hubiera atinado a ponerse de pie frente a él. Ella dejaba de tipear en el teclado del ordenador apenas sentía su perfume en el aire, entonces levantaba la cabeza y se lo quedaba mirando disimuladamente detrás de las gafas. Sergio, como le decían las engreídas y desesperadas de sus colegas que siempre estaban intentando congraciarse con él y aprovechaban cada oportunidad que tenían para rozarle los brazos o acariciarle la barba siempre impecable o el cabello oscuro, que gustaba de llevar completamente revuelto.

Raquel refunfuñaba de sólo verlas, y volvía al trabajo, pensando que un tipo semejante jamás se fijaría en una muchacha como ella, que usaba gafas, tenía una nariz larga y fina que nunca le había gustado y que apenas llegaba al metro con sesenta centímetros, y debido a eso tenía que usar enormes tacones con los que le costaba un gran esfuerzo caminar de una manera que pareciera normal. Además, ella no se esforzaba por ser coqueta, no le gustaba maquillarse demasiado y prefería andar siempre con el cabello desarreglado o las uñas sin pintar, pues decía que tenía los dedos demasiados esqueléticos y no quería que se los miraran. Y Sergio nunca le había siquiera dirigido más que una mirada, mucho menos hablarle. Cuando ella se animaba a decirle apenas un "hola", él se limitaba a arquear las cejas y sonreír, pensando, quizás, que Raquel solo intentaba ser amable.

Raquel acababa de pasar el último informe de Prieto y estaba apagando el ordenador, cuando Sergio se detuvo frente a ella y la miró, con total seriedad. Cuando levantó la vista y se encontró con los ojos negros y fríos que la miraban fijamente, se sobresaltó y no pudo evitar sentirse fuertemente incómoda, tanto que sus palmas comenzaron a sudar. Suspiró y se frotó las manos sobre la falda para que él no lo notara.

—Murillo...¿Vienes a la fiesta esta noche?

Ella murmuró algo inteligible que él no logró descifrar por lo que tuvo que acercarse más. Con el cuello tan cerca de su rostro, Raquel casi se intoxicó con la fragancia del paco rabane, pero enseguida logró reponerse carraspeando y sonriendo, se incorporó marcando distancias y le hizo frente.

—¿Al after office? Sí, emm todos estamos invitados —logró decir.

—Bien. Te veré esta noche.

Sonrió y le hizo una leve inclinación de cabeza que dejó el aire totalmente viciado por el perfume y a Raquel ebria de deseo por aquél hombre que le parecía irresistible.