Capitulo l.

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El bar.

Era la noche del 18 de febrero del 2015, había una tormenta y hacía mucho frio, ví un bar y sin pensarlo entre rápido con el consuelo de poder descansar mientras la tormenta pasaba, recuerdo que solo iba con una chamarra de cuero, mi portafolio y dentro mi investigación.

Me senté en la barra y pedí un tequila y con un cigarro en la mano hubo un enorme apagón que cubrió todo el lugar con una intensa oscuridad, no me alarme pues era normal con tal tormenta que hacía, por suerte tenía una linterna y un encendedor, al inclínarme hacia mi portafolio para sacar la linterna me percate de una persona que iba pasando por el bar, como iba tan lento sentí la sensación que me observó y pensé que entraría, pero no fue así, no pude ni verle el rostro pues claro con tal oscuridad ni mis manos puedo ver, en fin.

Saque la linterna, pero al parecer no tenía batería, no importo tanto pues la electricidad regreso a los pocos segundos.

Aún que sentía una extraña sensación con el sujeto que paso hace un momento, aún sentía como si me estuvieran observando, deje de darle tantas vueltas al asunto y mejor decidí sacar mi investigación y seguir con lo mío, por qué al parecer la tormenta no pararía en unas cuantas horas.

Ya habían pasado aproximadamente 2 horas desde que entré al bar, ya me sentía desesperado pues ya quería irme de aquí y de la nada se escuchó un enorme estruendo (corto circuito) Y se fue la electricidad por segunda vez, pasaron varios minutos y no regresaba la electricidad yo seguía desesperado más al ver que mi móvil se le agotaba la batería.

Con un fuerte viento la puerta del establecimiento se abrió de golpe, seguido de un estruendo, que me erizo la piel y me hizo saltar de mí asiento, por suerte me recargue en un pilar, no veía absolutamente nada, está oscuridad no era normal, se sentía pesada, con una mala vibra, sentí un escalofrío que me heló el alma, por primera vez  sentí algo parecido a temor a la oscuridad, empecé a sentir una extraña presencia y a lo lejos escuche unos pasos que se volvían más fuerte conforme pasaba el tiempo.

Mi corazón se aceleró (tuc, tuc, tuc...) Escuche una respiración muy agotada y algo agitada, se hacía más constante entre más se acercaba, desesperadamente busque entre mi chaqueta mi encendedor, lo conseguí con éxito y trate de encenderlo, pero fracase en varios intentos y en el quitó intento encendió y con ello alumbró todo el rostro de un anciano.

Me quedé en shock, sentí como si se me congelara la columna, mi mandíbula empezó a temblar, los ojos se me pusieron llorosos, había un silencio aterrador solo escuchaba el latir de mi corazón, ví su mirada tan fría y sin emociones dos agujeros llenos de tristeza y una infinita ausencia.

Me miró fijamente y me dijo:

Que te pasa, aquí me tienes frente a ti, tú qué siempre me buscabas y todo aquello que oculto y mírate estás temblando

No que no le temías a la muerte.

No dejaba de temblar, trate de calmarme y disimular lo que sentía, ya había regresado la electricidad, pero pareciera que la oscuridad hubiera devorado a toda la gente que estaba aquí, por qué no había nadie, estaba completamente vacío solo estaba con ese anciano, quien al parecer se dio cuenta de lo que sentía y me volvió a preguntar:

- ¿Por qué tienes tanto miedo de un anciano?

Le respondí fuerte y claro:

- No te tengo miedo simplemente me sorprendiste y no supe cómo reaccionar.

Se alejo y soltó una carcajada diciendo:

Estúpido humano que insolente eres, deberías tenerme más respeto.

No lo dejaba de mirar y más con esas palabras que me dijo sentía que él no era humano y más temor me causaba, trate de calmarme y me repetía a mí mismo:

Tranquilo, calma soy Vladimir quien ha estudiado me he preparado psicológicamente para tener control de mis emociones y no dejarme sorprender por nada.

Me tranquilice y empecé a voltear a mis alrededores y había mucha calma, mucho silencio como si el tiempo hubiera dejado de avanzar, y había un hedor fuerte y desagradable que no era soportable.

Lo volví a mirar a los ojos y le pregunté ¿Quién eres tú? Tardo un par de segundos en responderme, hubo un largo silencio, levantó sus brazos a la altura de sus hombros y en un abrir y cerrar de ojos estábamos en otro lugar, oscuro y frío, sin vida totalmente desolado, un lugar sombrío se sentía una enorme y pesada tristeza un lugar donde no se podía encontrar ningún tipo de consolación.

Me asombré tanto que perdí de vista al anciano y al voltearme para verlo entendí de quien se trataba ese anciano, su túnica negra, rasgada y vieja, su gran guadaña afilada y la hermosa esencia de la muerte, rodeado de esa peculiar neblina que ahí en los cementerios, ese hedor característico a muerte y con una voz gruesa y ronca me dijo:

- Eh respondido tu pregunta.

No sabía que decir, que pensar o que hacer estaba tan impactado, pero por un lado estaba algo emocionado, por qué conocí a la mismísima muerte y podía aprovechar a preguntar muchas cosas, pero por el otro lado triste por qué no sabía si esto es un sueño, una visión, o tenía el privilegio de conocer a esta deidad o en el peor de los casos estaba muerto.

La muerte viene a mi...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora