Pasión en la habitación

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En una ocasión, me agrado tanto como un chico que me quiso entre su cuerpo y alma, decidiendo amanecer a su lado, y fue tan agradable. Cuando tenía ese aroma tan exquisito de café a mi lado con una rosa y una pequeña nota donde tenía escrito su número y un Buenos Días. Fue la primera vez que me sentí apasionada, querida y deseada.

Esa noche es la que siempre voy a querer recordar aun así llegué al altar, ese será mi recuerdo más querido.

Esa tarde de domingo, estaba tan aburrida no tenía mucho que hacer; solo salí a caminar por el parque mientras en mi mente tenía mil preguntas por cada paso que daba, trataba de responderme, pero siempre mis respuestas eran muy dudosas, solo me reía porque estaba loca. De un instante a otro vi al lado mío un chico que estaba seduciéndome con lindas palabras y era tan directo a lo que quería llegar, al instante, tenía miedo, era alto un poco robusto, moreno, ojos negros y brillosos; en esos ojos podía verme arder en el infierno, pero al mismo tiempo viéndome, siendo suya.

Solo me deje llevar, solo quite el miedo y le tome de la mano; en ese instante me sentía segura, hasta de mí misma. En un instante nos quedamos viendo hacia el cielo, mientras que gritábamos por dentro, llenos de deseo y pasión; de estar entre los brazos del uno y del otro, enlazando las miradas y haciendo que la pasión fuera el amor y el deseo, se convirtiera en pecado.

Habíamos caminado durante quince minutos, en ese tiempo teníamos el silencio hablando por nosotros y con las manos juntas jugando. Luego de eso, llegamos a mi apartamento. Nos sentamos, y nuestras miradas se encontraron, existía más que deseo en aquella mirada; estaba llena de ternura. En ese instante solo desee una cosa y era besarlo con delicadeza, con amor, con deseo; de que solo fuese mío. El silencio aún estaba presente, en ningún instante se le salió ni una palabra, pero solo percibí sus labios con los míos, sus manos acariciando mi cabello, pasando por mi espalda, tocando mi cintura; en ese momento, el deseo de que fuese mío fue todavía más grande. Siguió con esos besos más cálidos, cada vez más llenos de ternura y delicadeza; era como si conociera mi punto más débil, sus caricias eran tan abundantes al igual que sus besos, y su mirada brillaba más.

No sabía cómo reaccionar, solo quise disfrutar en ese momento; cerrando mis ojos, luego no se ni como paso, pero terminé encima de él, amando cada uno de sus besos, queriendo un poco de sus caricias, deseando que es mirada tuviera más intensidad. Sus manos tomaron mis glúteos, apretando suavemente. Besando mi cuello suave y con delicadeza; mis latidos eran rápidos, mi respiración aumentaba. Sentía sus latidos a mi piel, y el calor ya era como fuego en nuestros cuerpos, de un momento a otro estaba contra la pared, sintiéndome intimidada por semejante chico, sus caricias no paraban, yo no lograba abrir los ojos.

Me tomo de las manos y las cruzo en la pared, me susurro al oído.

-jugamos un rato- mientras seguía tocándome el trasero.

Solo le dije que sí, moviendo mi cabeza. Sus manos pasadon sobre mi espalda y tocándome el cabello y lo acomoda hacia atrás de mis orejas; esas manos tan cálidas.

Al fin logro quitar el vestido azul que llevaba puesto, junto a los tacones cafés y los pantis color piel, las hizo arrancadas con ternura, sus manos no dejaron de tocarme las piernas, con tiernas caricias bajan y subían; aquellas manos tan hermosas, morenas y suaves.

Sus labios humedecidos contra los míos, pasando su lengua cálida entre mi cuello y después mordiendo con ternura mi oreja izquierda. No podía resistirme así, diciéndole en secreto y mordiéndome los labios.

Le dije- podemos ir a mi habitación, allá no podrá molestar nadie y tampoco nos escucharan.

Tomándome de las manos que tenía contra la pared; como si fuese alguna criminal, no las soltó en ningún instante, me llevo hasta la habitación.

Me dijo -estas más cómoda aquí - quitándose la camisa color Marrón que llevaba puesta.

Me acomode en la orilla de mi cama; las sabanas eran amarillas, para mi suerte antes de salir había dejado tendía la cama, lo malo es que estaría hecho un desastre nuevamente.

El chico se iba acercando cada ves más, no dejaba de ver aquellos ojos; nunca me había sentido tan atrapada y menos en unos ojos de tono negros, donde podía ver cuan despeinada estaba y que tan jodida me encontraba.

Sus manos me recorrieron mis muslos y las caderas, me acomodo sobre mi cama y me sujeto nuevamente de las manos, me miraba con ternura y deseo, no sabia como reaccionar ante esa situación. Lo bese, no podía seguir resistiéndome. Me fue quitando el miedo de hacerlo.

Se acomodo encima de mi y pude sentir su respiración mas fuerte, sus latidos no tenían ritmo, en absoluto.

Entre esquinas & almas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora