Después de que Alfredo saliera de la sala de reuniones Samuel se quedó en el lugar mirando la puerta como si lo que ocurrió minutos atrás no hubiera sido del todo su intención, le habría gustado poder pasar más tiempo con el menor pero lamentablemente no pudo hacerlo. Sucedía que el castaño alfa estaba enamorado desde hace un par de años del azabache y hasta la fecha no se había atrevido a confesarse pues era plenamente consciente de la obsesión de tenía el contrario con los omegas.
Suspirando, algo fastidiado, salió de la sala de reuniones en dirección a su oficina para encargarse del trabajo que tenía pendiente con el objetivo principal de evitar seguir pensando en el azabache el resto del día como siempre sucedía cuando se encontraban.
Las horas pasaron volando al ocuparse en su oficina, por suerte pudo dejar de pensar en el azabache durante ese tiempo, y ahora que se disponía a volver a su casa recordó que necesitaba pasar por el centro comercial para realizar algunas compras que requería en su hogar así que tomaría el necesitado desvío.
—... Alfredo —llamó al azabache del forma inconsciente al encontrarse con él cuando se disponía a entrar en su automóvil, le había visto caminar en su dirección desde hacía algunos segundos y deliberadamente se tardó más de lo necesario para poder seguir mirándole. Para el castaño ese encuentro habría sido perfecto sino fuera porque la pareja de Alfredo se encontraba con él; al principio había ignorado su presencia, pero no le fue posible seguir haciéndolo por más tiempo.
Pudo darse cuenta de que Alfredo no se había percatado de su presencia por la expresión de confusión que mostró al voltearle a ver, eso le hizo sentir inferior ante el omega... Algo que jamás podría ser de buen gusto para ningún alfa. —Ah, Samuel, ¿qué tal? —saludó el azabache con tono casi disgustado, era bastante claro que encontrarse con el castaño no era algo que hubiera estado en sus planes.
Tardó unos segundos en responder al azabache, no quería reaccionar de mala manera, pero escuchar ese tono de voz al mismo tiempo que le veía con un omega prácticamente pegado a su brazo hacía hervir la sangre de Samuel. —Es una sorpresa encontrarte aquí acompañado, uh, ¿quién es él? —preguntó con un tono de voz que seguramente no le gustó para nada a Alfredo, a decir por su expresión estaba realmente disgustado ahora.
Para Samuel era sumamente irritante ver al alfa que le gustaba, aquel que debía ser suyo, con alguien más y la forma en la que estaba siendo observado por éste añadiéndole el tono con el que le hablaba solamente le hacía querer llevárselo de ahí para mostrarle con quién debía estar... Al menos así era como él creía que debía ser, a pesar de que aún no se confesaba correctamente.
—¿Ah? ¿Qué tiene que ver eso contigo? —fue lo único que Alfredo respondió para luego comenzar a alejarse llevando al omega como si quisiera protegerlo de Samuel, acción que estaba completamente justificada pues las feromonas que el moreno emitía eran prueba suficiente de la furia que sentía en ese momento. No le gustó en absoluto que el azabache le hablara de esa manera, claro que tenía que ver con él, aunque Alfredo no fuera consciente de ello.
—No deberías hablarme de esa forma, y lo sabes —las palabras del castaño, más la presión que ejercía con sus feromonas, hicieron que Alfredo y su pareja se detuvieran. Habiendo logrado su objetivo Samuel tomó el rostro del otro alfa con algo de fuerza para asegurarse de que le miraba a los ojos mientras le escuchaba con atención. —Eres mío, me encargaré de dejártelo claro —dijo en un volumen que solamente Alfredo podría haberle escuchado claramente y le soltó, sin dedicar una mirada más al omega que de alguna manera aún se encontraba escondido detrás del azabache. Subió a su automóvil y se retiró a su hogar.

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Inasequible
RomanceEl mundo de Alfredo, un alfa con gran debilidad por los omegas, cambia cuando Samuel, otro alfa, con el que tiene una alianza entre empresas le confiesa sus sentimientos y decide darle una oportunidad.