durante la siguiente hora el mexicano estuvo atento a cualquier sonido que se escuchase detrás de la puerta, cualquier sombra, cualquier movimiento, hasta el suave silbido del viento colándose por los bordes de la ventana sobre su cabeza lo hacía estremecerse. después de un tiempo se rindió al pensamiento de que nadie atravesaría el portón durante el suficiente tiempo como para que analizara a detalle el espacio que lo rodeaba. se levantó hasta llegar a las repisas, tanteó un poco en la primera pero solo logró atrapar polvo. la segunda repisa estaba más arriba. se empinó hasta tocar con dificultad el borde de la saliente de madera. suspiró, frustrado. contempló el resto de la habitación hasta que su vista enfocó la cama blanquecina. una idea cruzó por su mente. se arrastró hacia litera y comenzó a jalarla en dirección a la pequeña repisa.
no tenía claro cuál era el propósito de hacer todo aquello, solo sabía que no dejaría de lado aquel mueble que pendía de la pared. subió sobre la cama y, con esfuerzo, pasó su mano por toda la extensión de la misma. justo en una esquina, perfectamente oculta a la vista, se alzaba una saliente de lo que parecía ser una lámina. profirió una exhalación de satisfacción.
tiró de la saliente, pero esta no respondía, la lámina no cedía ante el esfuerzo producido por el menor.
-vamos...- tiró un poco más fuerte haciendo que la pequeña extensión se estirara y luego impactará con fuerza en su mano- ¡ah!- retiró su mano con rapidez- ¡a la verga!- exclamó cuando vio el pequeño hilo de sangre que escurría desde su extremidad al suelo.
continuó quejándose hasta que su vista volvió a la repisa.
la saliente se había desprendido casi por completo, dejando en el interior, un poco profundo agujero que se clavaba a la madera.
-¿que pedo?
recorrió el agujero con la otra mano y, descubrió dentro de este, lo que parecía ser un pedazo de vidrio. lo sacó, contemplando que efectivamente era lo que pensaba. el trozo era apenas más grande que un lápiz y se encontraba roto en uno de los lados. parecía que alguna otra persona que hubiese estado antes que él había logrado, de alguna manera, romper un cristal y ocultarla perfectamente dentro del tapizado de una de las repisas. se lo guardó rápidamente en uno de los bolsillos de su pantalón y prosiguió a rebuscar en el interior del escondite. encontró también el recorte de un calendario, de hecho parecía que este pedazo había sido brutalmente rasgado. en este se leía una fecha, el veintiuno de junio de 1998. por último encontró una moneda vieja, un pedazo viejo de chicle y una lata de judías verdes tan pequeña que parecía tener tan solo unas cuantas. dejó en el escondite lo que consideraba innecesario -la moneda y el trozo de goma- y luego lo cerró con cuidado. acomodó la cama de nuevo en su lugar habitual y ocultó, debajo del colchón, los elementos encontrados, excepto el pedacito de papel. cortó un poco de la sábana y con ella se dedicó a vendar el dedo, aún sangrando.
continuó con su recorrido por toda la extensión de espacio que conformaba su habitación llegando hasta donde se situaba el gigantesco closet con sus intimidantes puertas, cerrado. lo abrió despacio, con una precaución exagerada. adentro no había más que unas cuantas toallas, bandejas y uno que otro conjunto color blanco. suspiró y luego garabateó hasta la ventana que daba una preciosa vista a un patio exterior. el jardín estaba cuidado y podado a la perfección y habían variedades incontables de flores en él, cada una exaltando sus hermosos colores. más allá había un pequeño quiosco lleno de rosas cercadas con cristales y una pequeña mesa dentro de él.
-wow... si no me hubieran secuestrado, lo vería bastante bonito- dijo recalcando en la palabra "secuestrado" y girando los ojos con desdén.
miró las uniones de la ventana con la pared. todas soldadas con acero y metal. buscó algún escape, algún agujero, algo que le permitiera salir de allí. nada. ni un solo error. tan solo uno hubiese bastado, tomaría el pedazo de vidrio y golpearía el agujero hasta que cediera y pudiese escapar. pero no, no había nada. la frustración invadió su ser y comenzó a gritar mientras arremetía una y otra vez contra el cristal siendo así, que su herida comenzó a sangrar de nuevo. las lágrimas se escurrían por la extensión de su rostro. continuó golpeándola violentamente hasta que ya no le quedaron más fuerzas para seguir. se dejó caer sobre la cama, aún llorando, y se hizo un ovillo justo en la esquina de esta, ocultando su rostro entre sus brazos y deseando, por milésima vez, estar en casa.
afuera de la habitación, un joven alto y con una hoja de maple en su bandera, escuchaba atentamente los sollozos del pequeño chico en el interior. una mueca de tristeza se reflejó en su rostro y luego se dirigió hacia la cocina donde pretendía preparar algo para presentarse al susodicho y que tal vez, este se sintiera más cómodo allí. comenzó su labor, picando y pelando alimentos.
Usa estaba sentado en uno de los muebles de cuero detrás de él <<oh, dulce Canadá...>> negó mientras veía a su hermano <<a veces te olvidas de tu misión>> suspiró mientras salía a patio exterior. era simplemente idéntico al de su antigua casa, así lo había querido su padre, había alegado a quienes lo construyeron que fuese exactamente igual al de su hogar. excepto que no era igual. no podías encontrar a mamá podando con amor las rosas, sus favoritas, mientras tarareaba una canción en francés. no podías verla sonriendo, acostada en la hierba mientras, con los ojos cerrados, hablaba de lo bella que es la vida. vida que le quitaron. ya no podías verla sonriendo y diciendo a cada problema:
-Calme-toi, nous sommes sortis (tranquilo, de esta salimos)
ya no era el mismo jardín, no lo era sin ella. Canadá era aún muy pequeño como para comprender la situación, no lo culpa por su forma de actuar, pero él si lo recuerda, de hecho, lo recuerda a filo de detalle.
recuerda cuando unos hombres altos con traje elegante, corbata roja, y chalina de diseñador, se presentaron en la puerta de su casa. aún recuerda cuando estos le entregaron un sobre amarillo con la dirección de su casa estampada arriba y luego se marcharon, sin decir nada. recuerda con exactitud las palabras del sobre. Frías, distantes. anunciando que su madre estaba muerta, que se había ido.
nadie, nunca volvió a ser el mismo. todos cambiaron, el rencor invadió el corazón de su padre. la desazón invadió el suyo. y tuvo que cuidar solo de su hermano.
casi todas las tardes, después de almorzar, después de que su padre se fuera a algún lugar desconocido a pasar allí las próximas trece horas, tomaba una carretilla del jardín y arrastraba a Canadá colina abajo. lo llevaba atravesando las angostas calles. una, dos, tres cuadras. a veces la ruedas fallaban, paraban y luego las arreglaban pacientemente antes de continuar su recorrido. cuatro, cinco, seis cuadras. paraban en frente de un altísimo edificio opaco atestado de oficinas en los pisos de arriba y fábricas en los de abajo. Usa lo hacía mirar hacia arriba fijamente y luego se agachaba hasta su altura.
-there... (ahí...)- decía- there's where our mother died... (ahí es donde murió nuestra madre...)
y luego lo conducía de vuelta a casa.
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wiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
ya actualizé!!!!
wow ahí van conociendo la historia de poquito a poquito!
vamos avanzando compañeros... Dios, es dificil concentrarse en esta cuarentena, pero ¡carajo! no he tenido un bloqueo del escritor, de hecho tengo muchas ideas
gracias por el apoyo a todos... los re amooooo
att: la autora ;)
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estocolmo
RomanceEl síndrome de Estocolmo es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro o retención en contra de su voluntad desarrolla una relación de complicidad y un fuerte vínculo afectivo con su captor. ¿qué pasaría si lo que muchos ven como...