Capitulo 4 (Creditos a Thamires por hacer el precioso dibujo)

744 60 293
                                    


Pedro seguía corriendo entre la alta maleza. Corría tanto que hasta se sorprendería el mismo Alfred si lo viera, más que aquella vez cuando lo intentó atrapar cruzando la frontera. Porque lo que México estaba haciendo ahora era algo digno de entrar en los juegos olímpicos.

-¡Ya para!, ¿no te das cuenta que no nos sigue nadie desde hace media hora?-, gritó el pobre boliviano, hecho un "mar" de sudor.

-¡Ay no mames wey!, ¡y por qué no me dijiste!-, pateó una piedra, frustrado. –Oye... ¿dónde están los demás?-. Miró a su alrededor notando la apertura selvática. Ya estaban penetrando los primeros rayos matutinos y se podía vislumbrar mejor todo.

Bolivia arqueó los hombros dando a entender que no tenía idea. –Corriste tan rápido que no les diste tiempo de seguirte y al parecer mictla...mactl...esediosdelamuerte-, le escupió la cara mientras intentó pronunciarlo.

El mexicano le tapó abruptamente la boca. -MICTLANTECUHTLI-, corrigió en tono más alto del esperado.

-¡EY, NO HAGAS ESO!-, se la sacó molesto. –Nunca nadie me deja hablar, y no voy a permitir que tú también...-, pausó mirándolo de arriba abajo, -...enano-, agregó casi con desprecio.

-AH NO CABRON, ESO ES PASARSE DE LANZA, PEQUEÑO DUENDE CARA DE PESCADO-, lo trajo violentamente de la muñeca, forcejeando hasta quedar frente contra frente, los dos gruñendo como animales cuando de pronto algo paso volando pegándoles fuertemente en la cabeza con una increíble puntería

-¡Ay que fue eso!, ¿un ovni?, ¡¿SUPERMAN?!-, el mexicano miró para todos lados totalmente alterado, mientras que el boliviano se le reía diciendo cosas como que la influencia del gordo yankee le estaba afectando.

Frotándose la cabeza adolorido, Pedro se agacho a levantar el extraño artefacto. -¡PERO ES LA CHANCLA DE MI MAMAAA!-, gritó horrorizado como si estuviera sosteniendo una cobra venenosa.

Una voz femenina le interrumpió de pronto. -Oigan maricos, se me comportan o les voy a meter esto por donde no da el sol, ¡entendieron!-, la mujer de cabello negro tostado se la arrebató de las manos, sacudiéndola amenazadoramente.

-Pero Colombia, ¡el me llamo enano!-. Pedro apuntó agresivamente hacia el boliviano que les estaba mirando estupefacto, con expresión totalmente desencajada. Fue ahí cuando se dio cuenta. –Espera...-. Hubo una pausa donde no se oyó ni los pájaros. -¿¡CATALINA QUE HACES AQUÍ!?-, la sacudió más que a su propia ropa mojada.

-¡Para esa vaina y suelta a mi hermana, mamaguevo!-, la otra mujer le pegó casualmente detrás de la nuca, como si nada extraño estuviera pasando.

-¡¿VENEZUELA?!-, ahora era el turno de Julio de gritar. -¿Cómo hiciste para venir hasta aquí?-, arqueó las cejas desconcertado, -¿qué no eres pobre?-

De pronto Pedro saltó por los aires para taparle, otra vez, la boca. -¡POR ALGO NUNCA TE DEJAN HABLAR, CABRONNNN!-

María pareció encenderse ahí y ahora, mordiéndose el labio con rabia, sin embargo lo largó en un fuerte suspiro, recobrando en un segundo su despreocupada fachada. –Si el cara é verga de mi presidente chavista no me hace enfurecer, tu menos guevón-, se cruzó de brazos.

-Pero estas temblando de ira, puedo verlo-, rio inoportunamente el Mexicano, recibiendo otro golpe de la chancla voladora. ¿Acaso esa cosa estaba poseída o qué?

-¿Dónde están los demás peleles?-, preguntó casi ocasionalmente la venezolana mirando a los alrededores. -¿Y dónde estamos nosotros?-, agregó desconcertándolos más, si es que eso era posible.

-¿Enserio no sabes dónde estamos?-. Julio arqueó una ceja mirando a Pedro en busca de respuestas, pero este alzó las manos con gesto confundido.

Los latinos y la isla embrujadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora