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La luz en la cabaña



Carolina, desde que tiene memoria, había estado sola consigo misma. Las personas que decían quererla, la habían abandonado. Sus padres trabajaban arduamente para solventar los gastos del hogar. Si bien solo tenían dos hijos, ellos aprendieron a vivir así.

Por su parte la pelirroja no confiaba en los demás desde que le rompieron el corazón. Carolina nunca negó que el hecho que le gustaran las mujeres y no los hombres, la condenarían a vivir encerrada en un mundo irreal. Tres años atrás, conoció una jovencita de cabello corto color azabache. La misma que se había mudado a Neighborhood por razones económicas. Muy pronto ----mas de lo normal ----, ambas se volvieron amigas.

Cada tarde la pasaban juntas, cada noche se deseaban "dulces sueños". Y si bien, la recién llegada no mostraba tanto interés en Carolina, esta última si que lo hacia. Por lo que, para el día en el que se decidió a confesar sus sentimientos, la pelinegra se adelanto y la alejo de su vida. Es hasta hoy que si se ven, no se saludan.

Carolina aprendió de la peor forma que amar es cosa de elegidos. En este caso, ella no había sido elegida. Más tarde que nunca, sus sentimientos se empezaron a marchitar. Con frecuencia, estaba a la defensiva. Hasta que la algarabía de un nuevo placer en su interior, reino. Aquella cabaña la llamaba. Le hacia olvidar las burlas de sus compañeros y su vida totalmente apagada.

------- Tenemos que entrar ---- sugirió la pelirroja en tanto los muchachitos ojeaban la página dónde habían sido dibujados todos. En especial, Sam ----. Esto no es tan malo... ----- de un momento a otro, golpeo a Carlos con su palma derecha -----... hey, ¡¿Están escuchando?! Ya lo dijo el cerebrito, el abuelo de Sam viajo en el tiempo. ¿No quieren saber que sucede después?

----- ¡Auch! ----- Carlos sobo su cabeza con desesperación.

Las pilas de la linterna estaba por acabarse. Menos mal Thiago trajo muchas más, así que en medio de la conversación las cambio. Entre ellos, sacudió una oscuridad inigualable, diferente a la típica negrura de la noche. Esta era susceptible a ser percibida.

----- Es mejor que nos vayamos de aquí. Tengo miedo ----- dijo, Luis, con la voz temblorosa.

------ Siempre tienes miedo, mariquita ------ contesto la susodicha.

------ ¡Yo no me quedaré aquí! ----- los pies de Luis empezaron a moverse al camino contrario cuando Thiago --su hermano-- le toma la mano, obligándolo a quedarse ------. ¡No! ¡No quiero ser parte de esto!

------- Luis tiene razón, es mejor que volvamos a casa ------ aconsejo Sam.

------ Como me temía. Par de estúpidos, le tienen miedo a una cabaña ----- grito Carolina -----. Si llegamos hasta aquí no sera en vano. No nos podemos ir como gallinitas. Solo debemos entrar, verificar que pasa y... ----- se detiene.

Un ruido procedente del bosque los hace temblar en un santiamén. ¿Quién podría ser a esta hora? Se separan en dos grupos para esconderse. El primero esta conformado por Thiago, Luis y Carolina. El segundo por Sam y Carlos. Ambos se esconden tras los arbustos contrarios.

------- Algo se acerca -------- musito Thiago más para sí que para el subgrupo.

------ Ni bien lo vea, le patearé el trasero ----- menciono Carolina.

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