Prólogo: El encuentro.

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"El arte significa saber vivir con el dolor bajo las uñas y la felicidad en las yemas de los dedos."

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Busan. 30 de Junio del 2018.

La tarde del viernes YoonGi se preparó para dar su relajado paseo diario en la playa "solitaria" que había descubierto recientemente; aquel día en particular el sol no calentaba demasiado a pesar de ser verano.

La playa se había convertido en su lugar seguro, de esa manera podía distraer su mente de los estresantes días en la universidad. No entendía por qué siendo tan hermosa permanecía vacía y sola; lo que generó curiosidad y un sinfín de preguntas sin respuesta: ¿Cómo era posible que las personas preferían lo artificial antes que lo natural? ¿Quién desperdiciaría la oportunidad de apreciar la belleza del horizonte, del canto de las gaviotas al volar por la zona, el sonido de las olas al golpear la orilla o la sensación de los dedos hundirse en la arena?

Puede que en la actualidad ese tipo de cosas que parecen sencillas e insignificantes no fueran importantes para nadie, pero él simplemente las adoraba.

Ligeramente emocionado por su visita al lugar, tomó las llaves asegurándose de no quedarse por fuera en caso de que olvidara la contraseña. Prefería evitar la misma situación que ocurrió una vez hace unos meses donde terminó durmiendo en frente de la puerta por embriagarse demasiado con alcohol junto a HoSeok, su mejor amigo.

A paso lento caminó hacia la salida de su hogar y una vez llegó a la acera un ligero viento cálido recorrió sus brazos y piernas desnudas. Las bermudas azules con estampado de palmeras que llevaba se veían estupendas con la camisa blanca desabotonada hasta la mitad de su pecho. Se sentía todo un galán. No pensaba despreciar la oportunidad de estrenar la ropa que compró hace una semana debido a la llegada del verano.

Solo planeaba ir a caminar, como todos los días a esa hora: sentarse a la orilla del mar y dejar que la marea trajera el agua hasta sus pies y los abrazara durante segundos. RyuJin, su madre, siempre quiso conocer el mar, probablemente esa era la razón por la cual sentía una conexión tan estrecha con él, justo como dos polos de imanes que se atraen. 

Cada vez que iba tenía la constante sensación de que su destino era estar allí, viendo caer el ocaso, esperando algo desconocido.

Eventualmente llegó a la playa, sintiendo enseguida la calma que le daba la bienvenida en cada ocasión.

Se permitió respirar hondo, soltar el aire en una larga exhalación y cerrando sus ojos agudizó los demás sentidos. Si bien la belleza se solía apreciar con los ojos, a YoonGi le gustaba apreciar lo que consideraba bello de todas las maneras posibles; por eso cuando sus pies se hundieron levemente en la arena después de retirar las sandalias, la sensación de cada granito deslizarse por en medio de sus dedos, los sonidos a su alrededor y el aire casi limpio trajeron un estado de paz imperturbable en su interior.

Comenzó a caminar suavemente, disfrutando de la misma sensación en la planta de sus pies y cuando sintió la arena mojada en la piel abrió los ojos.

Apreció el color azul puro en frente suyo, el sol ocultarse en una fina línea junto a los tonalidades naranjas pintando el firmamento y algunas rocas enormes elevarse en las partes profundas.

Tuvo ganas de entrar y nadar un poco, después de todo ya comenzaba el fin de semana y no debía preocuparse por descansar bien para clases; sin embargo algo más que el atardecer llamó su atención cuando giró la cabeza hacia la derecha: se trataba de un joven de complexión frágil y delgada, quien llevaba unos shorts medianos junto a una camiseta tipo esqueleto, lo cual resaltaba su apariencia.

Cordis Ictum [YoonMin] - PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora