Un guía latino.

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—Hiro, basta, deja de ser tan terco y abre la puerta.

—¡No iré a ningún lado, me niego a salir!

Cassandra soltó un bufido que hizo volar un mechón de su cabello a la par que se cruzaba de brazos y veía la superficie de madera que a separaba de su sobrino con molestia.

Había pasado una semana desde el accidente, y apenas Hiro tuvo un pie en la cafetería su nerviosismo y miedo desaparecieron, para dar paso a la confusión y la ira. Se encerró en su habitación y no a salido desde entonces, negándose a mostrarse otra vez, resignándose a una vida de ermitaño.

Del otro lado de la puerta, Hiro soltó un suspiro frustrado, atrajo sus piernas a su pecho y las abrazó viendo desde una esquina de su habitación la puerta blanca. Sintió como su nuevo largo miembro se movía de un lado a otro y se enrollaba en sus piernas, abrazándola como un brazo más. Arrugó su cara con molestia al notar está acción inconsciente y que se volvía habitual.

<<Tía Cass solo quiere ayudarnos>> Hiro apretó los dientes escuchando esa molesta voz resonar en su cabeza. <<Necesitamos su ayuda>>

—Tú cállate, esto es asunto familiar.—Demandó con recelo, apretando el agarre en sus piernas, sintiendo sus uñas clavarse en su piel.—Te dije que te largaras.

<<Y yo te explique que no puedo hacerlo, soy parte de tí ahora>>

Soltó un bufido seguido de una risa amarga.—Lo que eres es un parásito, y cuando averigüe como eliminarte, lo haré.

Hiro sintió un dolor agudo en el pecho y sintiendo una profunda tristeza que no le correspondía, causando que su rabia creciera más. Desde que despertó en el hospital una segunda voz en su cabeza le habla diciéndole que hacer y pidiéndole cosas ridículas que con bastante facilidad ignora. Se identificaba como su animal interior y por más que intentará hacerlo desaparecer, no lograba mucho; no sabía que significaba y tampoco le interesaba, solo quería eliminarlo y volver a su vida normal.

Todo era muy raro, en su pecho sentía sentimientos ajenos a él, estas cosas nuevas que salieron de su cuerpo se movían en contra de su voluntad, dándole problemas para caminar y para concentrarse completamente en algún asunto. Sentía una curiosidad bastante aterradora y en ocasiones hacia o decía cosas sin ser completamente consiente de lo que sucedía, como por ejemplo, hace unos días que salió de la habitación a altas horas de la noche para poder comer algo y vio en el suelo un pequeño cascabel perteneciente a Mochi, la mascota de la casa. No recuerda exactamente qué pasó, solo sabe que, al recuperar la conciencia, de pronto se encontraba en el piso con el cascabel entre sus manos y esa horrible cola moviéndose de un lado a otro de manera rápida.

Por suerte Tía Casa dormía con tapones para oído, sino lo hubiera descubierto en esa vergonzosa y extraña situación.

—En cualquier momento llegará tu guía.—La voz de su tía le recordó la verdadera razón por la cual se negaba a salir hasta cumplir 60 años.

—¡No necesito ningún maldito guía! ¡Déjame en paz!

El guía.

Al parecer, ese chico, amigo de Honey, Marco. Conoce a una asociación que se encarga de amaestrar a personas que de pronto se convierten en híbridos. No entendía bien a dónde iba el asunto y tampoco que importara mucho, ya que no necesitaba a ningún guía para quitarse esto.

Gracias a sus nuevas orejas, escuchó el suspiro resignado de su tía y sus pasos retirándose, seguramente al café para seguir trabajando. Hiro se quedó ahí, es esa posición inmóvil, sus orejas se movían de un lado a otro, las podía sentir intentando captar cualquier sonido por muy pequeño que fuese.

Cachorro ★Higuel★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora