16. los dos extraños.

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—¿podemos hablar? –susurró, sus padres se movieron agarrándola del brazo, alejándose así los 4 un poco de toda la gente.

—papá, mamá, me reencontré con Mimi hará unos 10 meses.... estamos saliendo. –se ahorró el decirles que desde hace siete meses que salían por si acaso.

Sus padres se miraron sin saber muy bien que decir, Ana agarró fuerte la mano de Mimi, ya que no sabía con que le saltarían, sobretodo porque había mucha gente al rededor.

—¡Tita Mimi! –escucharon un gritito, proveniente de Marta claro, pronto la niña se acercó abrazándose a Mimi que la cogió en brazos.

—¿lo hice bien? –preguntó Marta mirando a la rubia exclusivamente, como si no se acabara de meter en la peor conversación de todas las que podrían tener hoy, y aunque ella no lo supiera, liberando un poco la tensión del momento.

—lo hiciste genial –le dijo Mimi, dándole un beso en la mejilla, Marta la abrazó.

Los padres de Ana se alejaron de las dos chicas, Ana suspiró, aunque sabía que en cuanto no hubiese nadie empezaría lo malo. Por eso decidió salir de allí cuanto antes.

—¡Alfred! ¡Nos vamos marchando! –le medio grito a su hermano, para que le oyera entre la multitud, el le sonrió levantándole el dedo pulgar en señal de que lo había escuchado.

—voy a por mi cesta –dijo Marta bajándose de los brazos de Mimi, corriendo. Ana y Mimi se miraron preocupadas.

—a lo mejor si no estamos solas en ningún momento lo dejan pasar, conozco a mis padres y por desgracia se, que no me van a llamar "desviada" delante de toda esta gente, pero como estemos solas... –dijo Ana, Mimi la abrazó antes de que volviese a entrar en un bucle de lágrimas, como había pasado estas últimas semanas, y le dio un beso en la frente, a los segundos apareció Marta otra vez, las chicas se separaron dándole la mano a la niña.

Salieron de la Iglesia, fuera había mucha gente, que se iba hacia el restaurante, o estaban tranquilamente hablando, las tres chicas eligieron la primera opción, llegando hasta su coche con unas pocas interrupciones familiares, montaron a Marta en su silla de coche y se subieron las dos chicas a el.

Pusieron música y Ana empezó a conducir, ya que se había aprendido el camino de memoria de tanto ir.

Llegaron al restaurante, parecía que estaba perdido en mitad de la nada debido a todas las montañas, pero la realidad era que se llegaba muy rápido, era muy bonito.

Cuando llegaron casi no había nadie, y tardarían bastante en llegar todos y ponerse a comer.

Entonces las tres chicas se dedicaron a beber y picar alguna cosa. Y meterse en una guerra de pétalos, con todos los que le habían sobrado a Marta.

Ana miró a Mimi, sonriendo, y quitándole todos los pétalos rojos del pelo e incluso del escote y besando sus labios.

—yo también quiero beso –dijo Marta poniendo un puchero, Ana sonrió y se acercó a ella dándole besos por toda la cara, mientras ella reía.

Poco a poco la gente iba llegando, fueron entrando hasta el restaurante, mirando donde tenían que sentarse, Marta iba de la mano de Mimi, y las dos seguían a Ana. 

La mesa en la que se iban a sentar las tres era en la que estarían los novios y la familia más cercana, es decir, comerían con los padres de Ana al lado.

Después de 10 años // warmi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora