LA CURVATURA DE TU ESPALDA (+18)

02

Sábado, ya fin de semana. Seguía siendo la primera semana después de las vacaciones y en el equipo ahora caía una extraña sensación de tensión. Aunque el rendimiento del equipo seguía siendo alto y los entrenamientos transcurrían con normalidad, había algo inquietante respecto a ambos lanzadores estrella y el cátcher titular. Se veía que todo era normal entre esos tres, todos se llevaban de la misma manera de siempre, sin embargo estaba ese 'algo' que les hacía dudar a todos, incluyendo al mismo entrenador, pero que nadie podía descifrar.

Eijun notaba que el #2 de Seido tenía un comportamiento extraño, porque fuera del entrenamiento había comenzado a ignorarlo, pero no había podido hablarlo con él correctamente gracias a un pitcher diestro que le pedía bailar juntos o correr juntos; el castaño no podía negárselo. Se sentía incapaz de hacerlo.

Pero esa noche todo sería diferente, porque este sábado era una de las tan esperadas noches de videojuegos en su habitación y él, que nunca se las perdía, había elegido desaparecerse justo cuando vio llegar a los compañeros de habitación de Miyuki. Fue curioso cómo nadie se percató de la ausencia del escandaloso hasta que el mismo Okumura lo mencionó.

El castaño entró al cuarto ajeno mirando constantemente alrededor, asegurándose de que no hubiesen testigos y al cerrar la puerta colocó el seguro, para que nadie pudiese entrar. Necesitaba un momento a solas con él, había algo de lo que debían hablar. El de anteojos, que se encontraba haciendo su tarea en el escritorio, se giró en su silla preguntándose qué podrían haberse olvidado sus compañeros. Se sorprendió al encontrar al zurdo ahí, pero luego regresó a su postura anterior.

─ Ah, eres tú. ─Habló, sin mucho interés.

─ Tenemos que hablar, Miyuki Kazuya. ─

Expresó Sawamura con firmeza y sin darle vueltas al asunto. Se molestó un poco al ver que el otro continuaba con su tarea sin prestarle una mínima de atención.

─ ¿De qué? ─

─ Tu actitud. Estás comportándote raro. ─

Pasaron unos segundos que para el menor se sintieron eternos, hasta que la voz del otro resonó en la habitación.

─ No me pasa nada. ─

Sawamura frunció el ceño.

─ ¡Claro que sí! No lo niegues y dímelo. ─

─ Eijun, no me pasa nada. ─

El de gafas insistió, ya casi con hastío. Es cierto que había estado un poco irritable últimamente, pero el pitcher era capaz de hacer desaparecer su paciencia cuando estaba en ese modo.

─ ¿Qué es? ¿Por qué ahora estás así? ─

─ Si vas a seguir con esto, vete. Tengo tarea por hacer y no quiero distracciones. ─

─ ¡T-tú! Eres un... ─

Eijun, entre dientes y por lo bajo, fue expresando algún que otro insulto y queja sobre él, ya dispuesto a rendirse con él. Cuando se encontró frente a la puerta calló súbitamente, le había llegado una idea bastante interesante para hacer que un inaccesible Miyuki Kazuya hablara sobre sus inquietudes.

Respiró profundamente, preparándose para lo que estaba a punto de hacer y se atrevió a acercarse al otro castaño. Le giró la silla, lleno de determinación y sin acobardarse aun cuando le escuchó chasquear la lengua y le vio fruncir el ceño. Se arrodilló frente a él antes de que pudiese ponerse de pie y le hizo un puchero.

─ ¿Qu-qué estás haciendo? ─

─ Es mi tipo de interrogatorio. ─Argumentó acariciándole los muslos. ─ Sigue ignorándome con tu tarea si quieres, pero al final me contarás lo que te pasa. ¡Ya lo verás! ─