Sin decir nada

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Hoy era el día.

Lena Luthor caminaba por el campus de la universidad. Apenas unos minutos antes había decidido que caminaría directo a donde sea que se encontrara Kara y le diría:

— Te quiero, Kara. Más que como amiga. ¿Quieres salir conmigo?

Lena había ensayado frente al espejo esa frase un millón de veces antes de decidirse por hacerlo en persona, además de que llevaba escrito en un papel lo que diría una vez que llegara con Kara.

Llevaba una rosa en su mano izquierda, la cual la tenía escondida detrás de su espalda. Mientras caminaba recordaba cómo había comenzado todo. Como había conocido a Kara y las cosas que habían vivido juntas.

Ella había estado enamorada de Kara desde que estaba en la secundaria. Ella era su mejor amiga. Le había visto en sus peores momentos, sin embargo, había estado ahí para ella. Siempre le había apoyado en todo lo que hacía y jamás le había dejado atrás. Incluso cuando se había roto el brazo izquierdo cuando ella sugirió que andar en bicicleta por la colina más alta de la ciudad sería divertido. O cuando Kara dijo que el kiwi era su fruta favorita y Lena descubrió que era alérgica. O cuando casi se cae del techo de su casa porque Kara quería ver las estrellas. O cuando casi le expulsan del colegio porque había roto una ventana de la oficina del director por accidente cuando el balón de baloncesto llegó más lejos de lo normal, aunque en realidad Kara lo había hecho. Ni siquiera cuando su madre la castigó durante las vacaciones de verano por el accidente con el balón de baloncesto y no pudo disfrutar ni un solo día. Incluso entonces, ella había estado ahí para ella por medio de mensajes de texto.

Ahora, siete años después, Lena seguía enamorada de Kara. Sí, tal vez era tonto pensar que después de todo lo que había pasado y los problemas que ella le había causado, no se hubiera alejado. Pero el amor es así... que más se puede hacer, ¿no?

Lena pensaba que había una gran posibilidad de que ella le quisiera de la misma manera, después de todo, Kara había aceptado ser su cita para el baile de graduación de la preparatoria y habían estado tomadas de la mano la mayor parte del tiempo. Cuando Lena le dejó en su casa esa misma noche, Kara le había dado un beso en la mejilla, cerca de los labios y le había dado las gracias por la noche tan espectacular que le había hecho pasar.

Desde entonces, y después de esa noche, cada vez que se encontraban ella le saludaba con un beso en la mejilla y veía como se sonrojaba. Incluso, algunas veces, le tomaba de la mano sin razón aparente y ella no se quejaba ni hacia el intento por alejarse. Algunas veces, Lena le tomaba de la mano a ella.

Pero aún había un inconveniente. Casi un año atrás, Kara habia conocido a un chico y poco a poco había entrado en sus vidas hasta que terminó por ser su novio.

Incluso sí Lena no los había visto juntos el el último mes, eso no significaba nada. Todo se aclaró el dia en que Kara llegó muy triste a una de sus tantas salidas y, como buena amiga, Lena le había preguntado cual era el problema, ella solo había negado con la cabeza y había murmurado algo acerca de Mike.

De ese día habían pasado algunas semanas en las que Lena no había visto a Mike por ningún lado, y con el paso de los días, Kara volvió a ser ella misma. Lo que a Lena le daba la oportunidad perfecta para declararse.

Por cada lugar que pasaba Lena preguntaba si habían visto a Kara. Tenía la ventaja de que todo el campus la conocía, ya que, gracias a ella y el equipo de baloncesto, la universidad llevaba ya seis campeonatos ganados.

— Creo que la vi en el dormitorio — dijo Nia, la compañera de habitación de Kara cuando Lena la encontró en mitad del campus charlando con un chico.

Supercorp one-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora