Café para dos

sentimientos acallados

Dos días transcurrieron con relativa normalidad, las clases seguían aburridas, los exámenes eran más fáciles que en mi antiguo colegio, exceptuando inglés, me es imposible aprender otros idiomas, en el pasado aprobaba con la nota mínima aprobatoria a diferencia de las otras materias, y no era diferente en esta escuela.

En todos los recreos había 2 posibilidades constantes, me juntaba con Rulo y Paula, o por lo contrario, Paula me buscaba. Pero pocas veces hablábamos y otras nos quedábamos callados, como si nuestra mutua compañía fuera suficiente para evitar aquella soledad, al final a mí no me molestaba y no decía nada. Un día necesitaba despejar mi mente y fui al árbol donde vimos a victoria llorar, no por los recuerdos, sino que en ese lugar se respiraba una calma, que para mí, era necesaria en el día a día. Al llegar me recosté y cerré los ojos tratando de imaginarme, con mis antiguos amigos, jugando en la orilla del río como solíamos hacerlo. Pasado unos minutos siento los pasos de alguien acercándose y sentándose al lado mío, era Paula, pero se veía decaída casi deprimida, cada tanto se volteaba a verme y luego volvía su vista al frente.

-che, Paula- trate de romper el hielo, para que la situación no se volviera más incómoda de lo que ya era. - ¿Estas bien? Digo, no te ves muy bien.

- ¿Porque lo dices? -con tono seco y cortante -Estoy perfecta, ósea, ¿porque no lo estaría? - toque una fibra sensible que talvez no debí apretar.

-Okey, preguntaré de otra forma- decidí usar un tono más dulce y abordarlo de forma indirecta. - ¿Como estuvo tu día?

-Al menos tú te preocupas- esta vez respondió más calmada y se giró hasta posar la mirada en mi - Eres nuevo, y de seguro no lo sabes, pero no tengo muchos amigos.

-Pero vos y rulo se veían tan populares. – me tomo por sorpresa, pero era lógico que las primeras impresiones engañaran más de lo que revelaban.

-sí, Rulo es muy popular en todo el colegio, mientras que yo...bueno, digamos que tengo un círculo social cerrado, soy un poco tímida con las personas de mi edad. Están Rulo, vos y un par de chicas de mi barrio, lo que significa que si no estoy con Rulo, me paso el tiempo sola.

-Está bien, pero ¿porque no tienes amistades en tu curso? - lo peor que pude decir, me cortó a la mitad con una mirada de indiferencia, con el claro mensaje de «¿Con qué derecho lo decís vos?», y era verdad, yo no tenía relación alguna con mi curso, exceptuando mi deuda. -ya entendí, prosigue.

-Especialmente hoy- prosiguió- unos chicos se acercaron a mí, con un chocolate en la mano, no me había percatado de ellos hasta que levante mi vista de mi cuaderno donde anotaba los apuntes- algo dentro de mí se empezó a preocupar, las personas dentro de esa escuela no eran del mejor calibre que digamos y debo haber expresado esa preocupación a través de mi cara porque de inmediato se retractó- no es lo que piensas, no pasó nada malo, todo lo contrario, el chico del chocolate venía acompañado con dos de sus amigos. Cuando alcé la cabeza el chico levanto mi mano y me dijo:

"no hay nada más dulce que tu sonrisa, pero creo que este chocolate se acerca mucho. Espero que lo aceptes junto con mi sentimiento de amor."

No sabía que decir, se me puso la cara totalmente roja y salí corriendo del aula -algo dentro mío se alivió, no era nada tan malo como pensaba.

-Pero que pasó que estas tan...así- desvió de nuevo la mirada al frente, había pasado algo más, más duro- tranquila, no se lo diré a nadie, no soy un chismoso y además a quien se lo contaría, ¿a rulo? – su cara se tornó rojiza.

-Dejá, no lo entenderías- por el resto del receso se quedó en silencio con la mirada perdida, decidió no hablar más de eso, a mí me quedo un mal sabor de boca por la intriga, pero no podía hacer nada, no la conocía hace mucho y tal vez no tenía la confianza para contármelo.