♡ → Capítulo tercero

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Este capítulo les va a doler un poquito, pero es necesario ya verán.

¡Arriba el Showki!

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Cómo hacían las demás personas cercanas a los cuarenta para sobrellevar asuntos del corazón.

Días después de saberlo, repitió el nombre del chico cual mantra a la mañana y a la tarde. De a poco el dulce que abrumaba sus papilas menguaba en el amargo de un amor intenso.

El deseo tan denso de escuchar, olfatear, sentir, observar, saborear... A sus treinta y siete años nunca había sentido algo como eso, estaba a merced de un delirio y por mucho que mantuviera la compostura, las ganas de empaparse de todo lo que Kihyun era y podía ser, le eran innegables.

Había sido quizá una muy mala decisión dar rienda suelta a lo que pensó era un gusto inofensivo.

Y cómo hacía ahora que no podía tenerle y que las ganas estaban latentes en su piel.

-N-nunu...

Escuchó las protestas salir de los labios del menor a quien con firmeza empujaba contra la pared del pasillo de su casa mientras su boca buscaba alivio contra su piel.

-Shh... No seas tan ruidoso, Changkyun.

-P-pero, Hyung... D-dijimos que... ¡ah! No volveríamos a hacer esto.

Sus manos tan sólo tanteaban al otro por sobre sus costosas prendas y con una pierna entre las ajenas le mantenía en su lugar. A sabiendas que el menor era un fanático de la dominación se hacía oídos sordos y con los labios sobre su cuello volvía a plantarle besos húmedos, mordidas incluso.

-No pareces negado a la idea de que ocurra de nuevo.

Soltó una corta risa cuando en vez de una respuesta solo sintió las manos del menor en su rostro para así guiarle de nuevo a donde había empezado.

Changkyun era el placebo para olvidar sus sentimientos por alguien a quien si quiera conocía. Besar al menor con ferocidad le sacudía las ganas de gritar por frustración, tocar para posteriormente escuchar los sonidos aprobatorios de la boca ajena fácilmente le distanciaban de pensamientos negativos y, mientras se desvestía podía sentir los ojos adversos devorar su estilizado cuerpo alzando así su ego, caía entonces en el oasis.

Gravísimo era que mientras el amante entre sus sábanas se llenase la boca con su nombre, él solo pensaba en el de su anhelo. El placer le nublaba los sentidos, sí, pero no lo suficiente para borrar el espejismo de un delicado y agitado Kihyun entre sus brazos, ese lugar que ocupaba un corrompido Changkyun. Tanto fue el desenfreno que en plena culminación del acto, en la pesada exhalación de satisfacción el dichoso nombre rodó de sus labios llegando, desafortunadamente, a oídos del menor.

-¿Quién es Kihyun?...

La pregunta era simple, la respuesta quizá no tanto.

Maldijo en un susurro apresurado cuando el menor le hubo hecho a un lado y aunque a la escasa luz de su habitación Changkyun tuviese una luminosidad post-orgásmica bastante envidiable, allí se daba cuenta de que esa no era la belleza que codiciaba. Notó la impaciencia en las facciones del menor, como si este tuviese todo el derecho a hacer reclamamos. Y es que, los tenía. Fuese amante, novio, esposo... Su relación con el menor le obligaba a dar una explicación, más aún cuando él había arrastrado al otro a cometer semejante fechoría y después se venía con el nombre de otro. Por supuesto que entendía la molestia del menor.

-Hyung, ¿quién es Kihyun?

Le volvió a escuchar, esta vez pudiendo notarse claramente el tono agrio de su voz. Desvió la mirada y paseó la diestra por su rostro hasta echarse los cabellos hacia atrás, pensaba en una respuesta que sirviera de consuelo a su adverso, pero era obvio que su error había quebrado algo dentro del otro. Aunque no fuesen nada, Changkyun tenía orgullo y si lo recordaba, hacia la turbia lejanía Changkyun alguna vez también sintió algo por él. Definitivamente se había excedido.

Furioso le vio moverse de la cama para empezar a recoger sus pertenencias esparcidas en el piso y aunque no supiera qué decirle, igual intentó aclarar la situación.

-Changkyun... Changkyun, espera.

Tomó al menor por los brazos y le mantuvo quieto a pesar del forcejeo de este hasta finalmente lograr que el otro le viese a los ojos.

-No fue mi intención hacer eso... yo...

-Suéltame. No soy plato de segunda mesa de nadie, Hyung. No quiero escucharte.

-Changkyun...

-Por favor. Haremos como que esto nunca volvió a pasar y ya. Déjame en paz.

Soltó al menor despacio esperando por la reacción final que este pudiese tener, esperando por el golpe que este pudiera propinarle. Pero no hubo golpe ni maldiciones, solo el mismo silencio que le acompañaba todas las noches tras escuchar la puerta cerrarse.

Avergonzado de sí mismo esa noche el sueño no le visitó y aunque sabía era mejor dejar las cosas en los términos de Changkyun, no pudo evitar escribirle a altas horas de la madrugada para saber si había llegado a su casa. Los mensajes no fueron respondidos pero al menos el menor los había visto.

Quizá todo el caos en su mente era una señal. 

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☆⌒(*'艸^*)

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