¡Véte!

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—¿Como esta yendo todo?—Preguntaba Samuel a través del celular.

—Nos la dejaste bastante complicada, el jefe no está nada contento.—Respondió Jack.

—Realmente lo lamento, y gracias por tomar mi lugar, en serio necesito despejarme un poco.

—No hay problema, despeja tu cabeza todo lo que quieras, ninguno aquí quiere morir en tus manos —Comentaba Jack entre risas. Samuel suspiro despidiéndose y cortando la llamada.

Samuel caminaba apenas con lo que tenia puesto en medio de la nevada, congelándose a cada paso. A su vez, podía notar como la tormenta empeoraba. La casa de Alex no quedaba tan lejos del restaurante, pero cada paso que el hacia era mas complicado por la nieve acumulada.

—Por favor, necesito que estes alli. —Murmuró a sí mismo, mientras utilizaba su brazo como escudo ante la fría ventisca. 

La puerta fue golpeada un par de veces, Alex se despegó de su angustia. Observo la hora en su celular —Demonios ¿Y ahora? —Se puso de pie, con la manta envuelta en el, cansado y desganado, se dirigió a la entrada para ver a través de la mirilla —¡Mierda!—Murmuro para luego taparse la boca rápidamente, rogando que este no le hubiera escuchado.

—¡Se que estas ahí dentro Alex! —Gritó Samuel desde el otro lado de la puerta—Te escuche.

Alex, sintiendo un punzante dolor en su pecho, se recostó sobre la puerta dejándose caer al suelo. —¡Vete Samuel! —Gritó tratando de no hacer notar su dolor.

—¡No, no me ire de aqui!

Alex se llevó las manos a la cabeza, estaba hecho un desastre y este sujeto no podía ser más insistente. —¿Por qué viniste?—Preguntó como último recurso.

Samuel cerró los ojos y antes de responder inhalo profundamente—Por que, yo fui un mal amigo. Digo, quiero arreglarlo y no, yo no se como hacerlo.

Alex no sabia que responder, ese dolor punzante en su pecho cambio a un horrible vacío.

—Al dejame entrar, porfavor.

Él sonrió brevemente mientras apoyaba su espalda contra la puerta —¿Por que ahora? No quería pensar en ti ahora mismo. —Susurro para si mismo.

La puerta se abrió lentamente, ambos se cruzaron frente a frente, Samuel estaba temblando por el frío mientras Alex lo observaba con enfado y decepción.—Apresurate, no quiero que la casa enfríe.—Dijo Alex dándole la manta a el. —Iré a buscarte una toalla.

—Espera—Exclamó Samuel agarrando su brazo, que rápidamente fue empujado hacia otro lado.—¿Porque te pones así? —Comentó, desviando su mirada—Solo somos amigos.

—Ya lo se, no necesito que me lo repitas—Remarcó Alex mientras buscaba la toalla. —¿A-mi-gos?—Deletreo Alex observando la toalla en su mano—¿Realmente lo somos?

—De qué hablas Alex, no seas estupido.

Era confuso, porque ¿Cuanto sabían del uno a otro? Solo se conocían por su empleo.

Confuso y sin respuesta alguna, Samuel divago en observar el lugar, apenas tenia algun mueble.—Deberías rentar algo mejor.—Comentó el, tratando de desviar el tema.

—¿Como tu?—Pregunto mientras se retiraba de su habitación, sonrió sabiendo lo arrogante que es Samuel —No gracias. Prefiero ahorrar, siempre pueden venir días difíciles.—Dijo esta vez, entregandole la toalla a el, quién se clavo su mirada en sus ojos, permaneciendo así unos segundos.

—No hagas eso.—Exclamó Alex con seriedad.

—¿Hacer que?—Pregunto Samuel confuso mientras Alex le daba la espalda.

—Mirarme así, como un perrito abandonado ¿Piensas que con eso yo, voy a perdonarte?

—No quise hacer eso. Digo ¡Yo no quiero hacer eso!  Alex, yo no te veo de esa forma, no soy gay.

—¿Y porque saltas con eso ahora? Nadie te pregunto si lo eres o no. 

—Alex, perdon, no queria-

—¡No se trata de ser gay o no! Yo solo te dije lo que sentía, porque no podía seguir ocultandolo. Yo estaba preparado para oírte rechazarme, pero aun así no pude evitar sentirme mal por ello.

—Alex no sigas...

—Yo estaba dispuesto a callar lo que sentía y seguir como si nada hubiese sucedido. Y lo se, es estupido, solo los idiotas esperan que sus planes fracasen, yo soy uno de ellos. Aun así, dolio demasiado y lo peor fue, que me humillaste.

—Espera, no es así ¡Yo estaba ebrio!

— ¡No es excusa!—Le gritó mientras sus ojos se inundaban. Samuel intentó tomarlo del hombro, pero él se alejó evitando que se acercara, volteando hacia otro lado para secarse las lágrimas.

—No puedo decirte lo que quieres escuchar, yo no puedo. Pero ¡No renuncies! No eches a perder tu trabajo asi, te necesito allí.

Alex se estremeció un poco, el sentir que el lo necesita hace que su corazón palpite —Yo la verdad, lo estuve pensando y-

El fue interrumpido por su celular, que comenzó a sonar. Su rostro demostraba confusión ante el remitente de la llamada.—Espera un segundo Samuel.

Alex se aparto de la sala, dejando a Samuel plantado allí. No fue un largo tiempo, apenas y fueron segundos en la que volvió, con su mirada baja y con desgano observo a aquel tipo, que esperaba el final de esa frase.

—Yo la verdad, lo estuve pensando, no volveré a ese restaurante.


No de esa forma.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora