three.

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Hola Chloe, ¿Va todo bien por alla?

Chloe agarró su celular, el brillo de su teléfono móvil era la única luz en su habitación. Lynn se había convertido en su mejor amiga, ella le hablaba sobre diversos temas de mujeres ya que ella estaba pasando por la pubertad. Ya iba a cumplir catorce años.

Qué decirte Lynn, mi papá y yo seguimos igual, desde que mi padre Nathaniel no volvió más, creo que he perdido por completo a mi papá.

¿Por qué dices eso?

Con suerte me dice buenos días, nos alejamos cada vez más... es una mierda

Chloe, cuida esa boca, sólo tienes 13 años

Chloe rió, le importaba poco decir groserías, había escuchado a su padre decir muchas.

Extraño a mis padres...

Tal vez deberías hablar con Castiel, él sólo está dolido por la muerte de tu padre, ellos eran muy unidos ¿sabes?

Chloe quería saber más sobre la historia de sus padres.

Lynn tenía razón, debía hablar con su padre, no podía dejar que se separaran aún más. Ella quería que su padre pudiera ser feliz.

Salió de su habitación corriendo, escuchó el sonido de la lluvia caer fuertemente afuera aunque lo ignoró por completo. Fue hacia el living y vio a su padre ahí, sentado en el sofá como todos los días. Siempre se sienta en el mismo lugar y ve el mismo programa todos los días.

—Papá... —llamó con algo de desconfianza, arrepintiendose por un momento. Luego eliminó todo eso para ir a enfrentar a su padre— ¿Podemos hablar?

Castiel miró a su hija sin ánimos, levantó las cejas y suspiró. Prestó toda su atención a su hija.

—¿Qué sucede? —intentó ser dulce con su hija, pero hace mucho tiempo que olvidó como hacerlo. Vio a su hija suspirar y mirarlo directamente a los ojos, Castiel sintió una horrible sensación en su estómago.

—Bueno... —tomó aire y se llenó de valor— Estos últimos años... quiero decir... siento que tienes que aceptar que... mi padre ya no está con nosotros —Castiel se levantó del sofá bruscamente.

—No sabes lo que estás diciendo, Chloe. Vuelve a tu cuarto —caminó hacia las escaleras de la casa que llevaban al segundo piso, pero sintió una delgada mano envolver su muñeca.

—Papá, necesitamos hablar de esto. Ya no soy una niña, sé muy bien que papá Nathaniel no volverá —tomó aire— Pero... él hubiera querido que nosotros fuéramos felices como familia, aún si no está con nosotros...

Castiel se dio vuelta y se sentó en uno de los peldaños de la escalera.

—Chloe, nosotros somos felices —agarró las delicadas manos de su hija y sonrió, pero de inmediato caminó su expresión al ver que ella negaba con la cabeza.

— Papá, yo no soy feliz — ella tragó saliva y agachó la cabeza.

Un silencio desgarrador se formó entre los dos. Castiel sintió esa horrible sensación de nuevo, la sintió cuando se enteró de lo que hacía el padre de Nathaniel con su propio hijo, cuando su amado enfermó, cuando se despidió de él por última vez, cuando estaba llorando en su funeral.

Y ahora lo estaba sintiendo, recordando todo lo que pasó con Nathaniel, y sabiendo que hizo todo mal, su hija no era feliz.

El rubio hubiera querido que fueran felices, y él en cambio, lo único que hizo fue deprimirse hasta hacer que Chloe se sintiera infeliz.

Había roto la promesa de Nathaniel.

No sabía en que momento las lágrimas comenzaron a salir. Hace tiempo que no lloraba y en ese instante sintió que podía soltar un millón de lágrimas.

Quería vomitar, sintió una desesperación enorme al sentir esa sensación, quería llorar pero a la vez no, tragaba saliva para aliviar el nudo de su garganta sin resultado alguno, estaba ansioso por sentirse bien como alguna vez lo fue con Nathaniel, como cuando Chloe entró a sus vidas y los hizo más feliz que nunca.

Chloe lo hizo tan feliz, y él cada vez la estaba destruyendo.

Con cada rutina, despertar a las 7 de la madrugada, llegar a casa a las 9 de la noche, cenar solo ya que Chloe nunca cenaba con él, siempre se cuestionó porqué no lo hacía, y ahora se daba cuenta que habia descuidado muchísimo su vida y la de su hija.

Tenía un buen trabajo y ganaba bien, Chloe tenía todo, menos una vida con su padre, como todos los niños de su escuela la tenían.

Los sollozos de Castiel se mezclaron con el estruendoso ruido de la lluvia de invierno. Se rompió frente a su hija.

Chloe lo miró sin saber muy bien que hacer.

«Cuando tu papá esté llorando, abrazalo lo más fuerte que puedas ¿Si? Cuando tú hagas eso, él se sentirá mejor.»

Su padre Nathaniel era tan... no sabía como explicarlo, realmente sentía que era la mejor persona que pudo haber existido.

Finalmente, Chloe con un nudo en el estómago, se sentó al lado de su padre y lo abrazo muy fuerte, como tratando de quitar a la fuerza toda aquella tristeza que lo estuvo hundiendo todos esos años. Y de alguna forma, buscando el calor de un padre que alguna vez tuvo.

—Por favor perdóname —exclamó entre sollozos el pelinegro— soy un padre terrible, perdón, no puedo ser lo que soy sin Nathaniel, no puedo seguir.

—Oh papá —Chloe sostuvo entre sus manos el rostro de su padre— ¿Cómo dices eso? No seas idiota.

Castiel abrió los ojos en sorpresa a la falta de respeto de Chloe, sin embargo en su interior sabía que era lo mejor.

—Papá Nathaniel está con nosotros, en esta casa, aquí —Castiel miro con atención a su hija, definitivamente era un padre terrible— papá, no estás sólo, estoy yo, Lynn, tío Lysandro... y papá Nathaniel.

Castiel abrazó a su hija, queriendo que no se fuera nunca de su miserable vida.

—Papá... te prometo que jamás te dejaré sólo en momentos como éstos.

—Chloe, eres mi hija y te adoro. Perdón si no eres feliz y gracias por seguir aquí —suspiró cansado producto de llorar a mares— no soy muy bueno con las promesas, pero voy a hacer lo posible para que sigamos adelante como familia, ¿Si?

Fue una noche eterna para los dos, sin embargo, estaban seguros de que todo iría bien desde ahora.

Promise. «Castiel x Nathaniel»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora