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Chanyeol

La ansiedad me consume. Siento que me falta el aire. Levanto los brazos hacia arriba para inhalar y los bajo al exhalar, intentando tranquilizarme. Es increíble cómo me estoy comportando por una simple reunión con la familia de mi novio.

Pero es que llevamos dos horas de retraso y todo es culpa de mi querido novio. Se demoró muchísimo en alistarse y además se olvidó de comprar los regalos para sus padres, a pesar de que le había dado dinero para hacerlo hace días. Voy a quedar mal frente a mis suegros.

—Joder —suelto un bufido al ver el reloj. Ya llevamos tres horas de retraso y no aparece. Juro que lo voy a matar. Aunque el problema es que no puedo hacerlo, arruinaría mi imagen — ¡Jin! —grito cuando lo veo detenerse a conversar con el chico de la caja.

—¡Ya voy! —responde mientras rueda los ojos—Mi novio es muy lento, ¿no crees? —oigo decirle al chico de la caja antes de soltar una risa ligera.

—No soy lento. Soy el mejor novio del mundo. ¿Crees que solo tú comprarías esas cosas que tienes en tus manos? Pues, no —digo mientras me acerco con los brazos cruzados.

—Por eso digo que eres único, cariño —me dice delante del chico de la caja mientras me rodea el cuello con ambas manos y me da un pequeño beso en los labios rápidamente, para luego alejarse riendo y mostrarme mi tarjeta con su mano derecha levantada.

—Pequeño diablillo —me digo a mí mismo—Si no fueras mi prometido, te mataría por humillarme de esta manera —le comento mientras río por dentro, al verlo sonreír mientras recoge las bolsas de su compra.

—Listo, ya podemos irnos —dice mientras sujeta mi brazo y me lleva casi arrastrándome hacia el estacionamiento del centro comercial.

Al llegar, subimos de inmediato al auto, lo que me tranquiliza un poco. Enciendo el motor y nos dirigimos a la casa de sus padres.

Hace apenas 4 meses nos mudamos juntos. Por lo general, no suelo ser alguien que comparte su espacio personal, pero debido a la insistencia de Jin, no me quedó más remedio que aceptar. Además, vivir solo con mi pequeño trae grandes beneficios, sin que nadie tenga que controlarnos.

Jin trabaja en una editorial como traductor de idiomas y es bastante reconocido a nivel nacional, tiene muchos admiradores. Eso fue un punto a su favor para salir con él. Cuando lo conocí, me pareció un chico muy lindo, pero con un gran defecto: es demasiado insistente. Nos conocimos porque asistió a una carrera de autos en la que ese maldito de Jackson me ganó. Lo odio, ese hombre.

Nuestro primer encuentro no fue precisamente agradable. Durante la carrera, cuando el auto avanzaba a gran velocidad, en una curva estaba tan concentrado que no me di cuenta de que no habían cerrado una calle como siempre lo hacían, y Jin se atravesó con su auto chocándome y haciendo que terminara en el hospital. Lo curioso es que él no terminó hospitalizado.

A pesar de que le dije que se fuera al diablo, que se largara y lo eché varias veces, siempre lo encontraba todas las mañanas durmiendo en el sofá de la habitación del hospital, cubierto con una manta y un libro en sus manos. Creo que desde ese momento empezamos a llevarnos mejor y, además, fue el único que me entendía y comprendía.

Y así, sin darme cuenta, caí rendido frente a ese rubio. Debo admitir que él me ha ayudado mucho en los últimos años.

Jin toca el claxon apenas me detengo frente a su casa.

—¡Pequeño, siempre tienes que llamar la atención! —exclamo mientras me quito el cinturón de seguridad.

—Al rey le gusta destacar, solo le estoy ayudando —sonríe coquetamente.

—Ya me conoces —afirmo sonriente mientras me acerco a él para darle un beso. Él me abraza por el cuello y profundizamos el beso. Luego se aparta y sonríe mientras recoge las bolsas de su compra.

—A mi pa no le importaría si fueran cinco—sonrie mientras se acomoda en su asiento para quedar arrodillado y tomarme nuevamente de la nuca para besarme nuevamente.

Es excitante lo que hace; trato de controlarme, pero no resisto. El pequeño sabe muy bien cómo hacer que me olvide de todo y me concentre solo en él. Es el único en el mundo capaz de lograrlo, sabe cómo hacerme sentir dominante ante cualquier cosa.

Pasaron varios minutos en esa situación hasta que sentí unos toques en la ventana.

Me separé inmediatamente de Jin y volví la cabeza hacia la ventana, casi atragantándome al ver a un chico moreno frunciendo el ceño. Pensé que no podía haber nadie más hermoso que yo, pero al verlo dudé de mi pensamiento. Ese chico me dejó sin aliento: sus labios levemente esponjosos y suaves, su cabello castaño ligeramente despeinado y vestido con un traje. Era un hermoso ángel.

—¡Primo! —Jin salió rápidamente del auto. Estaba a punto de abrazarlo, pero él levantó la mano deteniendo cualquier movimiento. Su rostro mostraba disgusto y repulsión mientras miraba a Jin y luego a mí.

—Mi tío los está esperando hace varias horas, se tardaron demasiado —dijo molesto, soltando un bufido— Además, son unos asquerosos. ¿Cómo se les ocurre besarse frente a la casa? ¿Acaso a los homosexuales les cuesta tanto controlarse? Son unos sucios. Qué repulsión —comentó. Cada palabra demostraba su odio, lo que provocaba enojo en mí. Y más aún cuando vi a mi rubio cabizbajo de reojo.

—Lo siento.

—Nunca pensé que ibas a ser como ellos. Qué decepción, marica —soltó. Mis manos se convirtieron en puños. Mi paciencia se había agotado.

Salí del auto con furia en los ojos. Acepto que el chico era hermoso, pero era un odioso de primera.

—¿Crees que decir eso te hace mejor que nosotros? —pregunté mientras me acercaba a él con pasos firmes, mi rostro mostraba todo mi enojo— Pues no lo creo. Aunque pensándolo bien, yo soy mejor que tú, querido heterosexual —dije mientras caminaba y me colocaba a pocos centímetros de él. Me miró con ojos llenos de rabia. ¿Cómo una persona puede albergar tanto odio? Me pregunté mientras observaba cómo no apartaba la mirada, parecía que quisiera golpearme.

—No me conoces, no eres mejor que yo. En cambio, tú eres solo un maldito homosexual sin clase —trató de intimidarme, pero no lo logró, solo provocó que soltara una pequeña risa.

—No importa si no te conozco. ¿Qué no tengo clase? Solo mírame —me señalé mientras me daba la vuelta—. Soy más guapo que tú, puedo lograr cosas mejores, tengo más dinero que todo este vecindario, incluso soy más humano que tú —lo señalé—. ¿Por qué? Porque nunca falto al respeto ni discrimino a nadie, ni trato mal a los miembros de mi familia. ¿Quieres que te diga más cosas?

—Eres un egocéntrico—gruñó al decir eso.

—Seré eso para ti. Pero mira el lado bueno, tú para mí no vales nada, no existes, eres simplemente una persona en mi mundo que no sabe ubicarse donde le corresponde.

El chico se quedó callado, sin decir nada. Sus facciones lo decían todo, estaba furioso.

—Te odio —masculló.

—¿Y a quién le importa? —respondí mientras le sonreía—. Vamos, pequeño, mis suegros nos están esperando. No dejemos que un osito insignificante interrumpa nuestro momento —dije, pasando mi mano por la cintura de Jin y guiñándole al moreno, para luego dirigirme hacia la entrada de la casa y tocar el timbre—. Por cierto, ¡linda ropa interior! Deberías usar una que sea de hombres y no de ositos —comenté, sonriendo. Los ojos del moreno se abrieron aún más de asombro y comenzó a acomodarse el pantalón mientras lo escuchaba maldecir.

Mientras esperaba que abrieran la puerta, observé de reojo al moreno pisando el suelo con fuerza varias veces, con los puños cerrados.

"Parece que me divertiré con ese pequeño osito", pensé, sonriendo ante mi propio pensamiento.

Inevitable Antídoto l ChankaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora