Días después de que Ángel le contase su secreto a Luna, las cosas fueron relativamente normales. La misma rutina de clases, los mismos compañeros, las mismas tareas. La vida de Ángel Gabriel estaba bastante tranquila, con la diferencia de que ahora había dos personas nuevas en ella: David y Dalia. Y es justamente esta última quien comenzó a ejercer más protagonismo en la vida de Gabriel.
En el teléfono de Ángel no dejaban de llegar los mensajes; sin embargo, no eran del chico con el que actualmente estaba saliendo, sino de la chica con la que Gabriel quería salir.
"Rayos, Dalia insiste en que la vea. No sé qué hacer.", pensaba Ángel preocupado, "Quizá sea mejor que Gabriel se encargue de esto. Ya sé, le diré que nos veamos mañana un momento. No veré a David, así que tengo algo de tiempo."
"¿Tienes algo de tiempo?", interrumpió Gabriel, "¿Y quién eres tú para disponer así de nuestro tiempo?"
"Yo solo lo decía... Como últimamente solo soy yo quien está presente."
"Es así porque yo lo decido. Que no se te olvide quién tiene el control aquí. Sin embargo, tu idea no es mala. Saldré mañana con Dalia. Deja que yo le escribo."
"Está bien, adelante. Pero, por favor, no le escribas nada malo a David."
"Descuida, tu noviecito no es de mi interés.", respondió Gabriel con fastidio.
Gabriel tomó el control por un momento y citó a Dalia en un café al día siguiente. Él sabía que necesitaba hacer algo extra para conquistar a aquella joven, así que decidió comprarle unas flores. Esto era algo que Gabriel nunca había hecho por nadie; sin embargo, Dalia fue una excepción. El día llegó y la joven arribó a la cita pactada. Esta vez, habían elegido un café diferente para evitar cruzarse con gente que pudiese conocer a Ángel.
"Hola, Dalia, te extrañé.", le saludó Gabriel muy galante.
"Hola, Gabriel, yo también ansiaba verte.", le respondió Dalia muy contenta.
"Te traje esto, como un detalle y disculpa por no haberte podido ver en muchos días.", le dijo entregándole un ramo de flores.
"Son... Dalias...", recibió sorprendida, "No es un tipo de flor muy común."
"Son Dalias para Dalia. Y sí, no es una flor muy común. Es como tú, hermosa y poco usual."
"Eres muy lindo, Gabriel. Muchas gracias.", le respondió con una sonrisa.
Luego de esto, Dalia abrazó a Gabriel y le dio un beso en la mejilla. Él la miró a los ojos y no le costó mucho robarle un beso en los labios. Se sentaron y empezaron a conversar de diversas cosas. Gabriel no le quitaba la mirada de encima, y esto era algo que, aparentemente, le gustaba mucho a Dalia. En un instante, Gabriel se levantó para ir al baño. Se miró al espejo y algo en su mente empezó a hablarle.
"¿Cómo pudiste hacer eso?", le recriminó Ángel entre lágrimas.
"¿Hacer qué? ¿Besar a Dalia?", le respondió Gabriel tranquilo.
"¡Sí! Tú sabes que quiero tener algo con David. ¿Por qué hiciste eso?"
"¿Te quieres calmar? Tú no fuiste quien la besó, fui yo. No olvides que este cuerpo no te pertenece solo a ti. Tengo tanto derecho como tú de hacer con él lo que yo desee. Ya deja de recriminarme cosas sin sentido."
"Pero... pero... pero...", le decía Ángel preocupado.
"Pero nada, creo que ya lo hablamos antes. Tú te encargas de tu triste relación y yo me encargo de Dalia."
"¿Y qué pasaría si ellos se cruzan alguna vez? ¿Qué sucederá?"
"Eso no va a pasar, inútil. De todas formas, sé que lo tuyo con ese tipo no durará mucho. Así que no me preocupa. Ahora, adiós, debo volver.", le respondió Gabriel desapareciendo.
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Nosotros
JugendliteraturLa vida de un joven universitario, aparentemente normal, se complica gracias a que una entidad se encuentra en una lucha constante por apoderarse del control de su cuerpo y su mente.