Prólogo

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Dos años antes…

Era el momento.

Y Naruto Uzumaki lo sabía.

Al otro lado de la mesa de juntas, Shion Taka-Hanson esperaba con gesto inexpresivo. Tras ella, las ventanas que llegaban casi hasta el suelo mostraban el sol de la tarde reflejado en los edificios de la avenida North Michigan. Naruto siguió mirándola a los ojos, consciente de que allí fuera estaba la gran ciudad.

Chicago. Era lo que Naruto necesitaba. Empezar de nuevo en una cuidad nueva. Le habían propuesto ser director financiero de la nueva división de hostelería de Taka- Hanson.

Eso significaba trabajar con hoteles. Hoteles contemporáneos de lujo, a gran escala. Era el proyecto más grande que había abordado y sonaba bien. Mejor que bien.
Y el trabajo era suyo. Shion ya le había hecho la oferta.

Lo que Naruto estaba a punto de decir podía echarlo todo al traste, lo más probable era que así sucediera. Por eso había dejado esa información crucial fuera de su curriculum vitae. Su desgracia había pasado hacía mucho tiempo y le parecía fácil ocultarla.
Pero había aprendido que ocultar las cosas no funcionaba a la larga. El mundo de las finanzas era demasiado pequeño. Al final, su pasado siempre lo alcanzaba.

Se dijo que era mejor mostrar primero lo que tenía que ofrecer, tenderles el anzuelo y llegar hasta la propuesta de trabajo. Luego, respirar hondo y revelar las malas noticias.
Quizá la oferta siguiera en pie a pesar de su pasado. Si no era así, si perdía el trabajo, lo más probable era que al final lo hubiera perdido de todos modos, cuando su pasado hubiera salido a la luz.

Sí. Era un momento delicado, pensó Naruto. El momento de la verdad.

— Bueno, Naruto. Ya has oído nuestra oferta. ¿Hay algo más que debamos tener en cuenta? — Preguntó Shion.

Naruto se recostó en su silla e intentó relajarse. Aquello tenía que hacerse, se dijo.

— De hecho, Shion, sí hay algo… — Ella arqueó una ceja y esperó.

— Me despidieron en una ocasión. Hace mucho tiempo, en mi primer trabajo al salir de Princeton.

— Despedido — Repitió Shion — Eso no aparece en tu curriculum, ¿no?

— No. Y la cosa no termina ahí.

— Te escucho.

— Yo era joven y demasiado ambicioso, trabajaba en Wall Street y estaba decidido a triunfar deprisa. Lo que no justifica mis acciones. Me despidieron por filtrar información confidencial. Y me arrestaron por ello. Fui encarcelado. Seis meses.

Silencio. Naruto pensó que, de nuevo, se le iba a escapar un buen trabajo de entre las manos.

—¿Eras culpable? — Preguntó Shion al fin.

— Sí.

Naruto podía haber suavizado los hechos un poco. Podía haber explicado que había sido un ingenuo. Podía haberle hablado de su antiguo mentor, quien le había convencido para pasar cierta información a los grandes clientes. Podía haberle contado que aquel tipo salió airoso al echarle a él toda la culpa. Y que, a causa de ese hombre, había perdido un gran número de oportunidades… y no sólo de trabajo.

Sin embargo, su antiguo jefe no había sido el elegido para ser jefe financiero de la división hotelera de Taka-Hanson. Y él sí. Su posible nueva jefa tenía el derecho a saber que había quebrantado la ley en una ocasión y que había ido a la cárcel por ello. ¿Qué más daba el por qué? Eso no venía al caso.

Naruto permaneció quieto, esperando escuchar malas noticias.

En lugar de eso, Shion sonrió.

Fue una sonrisa lenta, genuina. Una sonrisa cálida, el tipo de sonrisa que despertaría el interés de cualquier hombre con sangre en el cuerpo. Por lo que Naruto sabía, Shion, con sus cuarenta y pico años, era un genio de los negocios y había salvado Hanson Media del colapso hacía varios años, después de que su primer marido, Dai Hanson, muriera de manera repentina. Contaban de ella que, antes de convertirse en empresaria, había sido una esposa de primera categoría.

Naruto la había visto sólo como una mujer inteligente y profesional, hasta que se dejó conquistar por aquella sonrisa y comenzó a verla como algo más.

Esa cara, esa sonrisa…

Dai Hanson había sido un hombre afortunado. Y también lo era su esposo actual, Hidan Taka, presidente de la junta directiva.

— Valoro la honestidad — Dijo Shion —. La valoro mucho. Así que creo que mereces que recompense tu verdad con otra verdad. He hecho mis investigaciones sobre ti, Naruto. Sabía desde el principio que te habían despedido y el precio que has pagado por lo que habías hecho. Tenía interés en comprobar si me lo contarías. Y ahora que lo has hecho, estoy más segura todavía. Aparte de esa mancha negra en tu expediente, tu historial profesional es impecable. Sé que serás un buen fichaje. No tengo dudas. Eres el hombre para este trabajo.

A Naruto le dio un brinco el corazón. ¿Había oído bien?

La directora ejecutiva conocía la verdad y, aun así, quería contratarlo.
Se estrecharon las manos.

—Voy a asegurarme de que nunca te arrepientas de esta decisión — Afirmó él con voz firme.

— Te creo — Repuso Shion—. Por eso eres nuestro nuevo director financiero.

En la cama con el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora