Prólogo.

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La lluvia caía sobre mis mejillas recorriendo aquella ciudad, mi padre y yo habíamos salido muy pronto del Hotel aquel 18 de Julio, parecía que aquel destino tenía un porque, una razón más allá de unas meras vacaciones desde luego... Aquel lugar no estaba pensado para pasar unas vacaciones de ensueño. 

A sus 80 años mi padre parecía un niño, disfrutaba cada paso que daba, miraba cada rincón de aquella ciudad, a pesar de la lluvia, a pesar del frío que a mi me estaba pesando, el seguía andando a un ritmo incluso superior al que yo podía aguantar. 

-Papá, para, yo no puedo seguir este ritmo.- Dije con la sensación de que mis pulmones me salían por la boca. 

-Era lo que me faltaba, cruzar todo el atlántico para que tu no puedas recorrer dos manzanas. - Me respondió ofendido.

Mamá siempre fue una revolucionaria y mi padre siempre había sido un hombre callado, jamás hasta día de hoy habíamos tenido una relación tan fluida, ciertamente me sentía raro, parecía que desde que ella se había ido el había adoptado su personalidad, no se si por necesidad o porque precisaba contar algo. 

Según caminábamos y nos acercábamos a una plaza con árboles y cafeterías pude apreciar como sus ojos se llenaban de lágrimas y el ritmo de sus pasos decaía. 

- ¿Te encuentras bien papá? - Le dije intentando ganar con ello tiempo y recuperar el aire. 

-¡Claro! ¿Qué insinúas Eloy? - Me dijo nuevamente ofendido. 

Después de esta breve pausa siguió caminando y dimos la vuelta a una de las calles de aquella plaza, cuando llegamos al final vimos un simple bajo,¨Dentistas La Plazuela¨ , y allí se sentó mi padre, observando fijamente aquel letrero, observando fijamente aquel bajo, como si fuese una pieza de museo. 

-¿Te duelen las muelas? - Pregunté mientras me reía. - Mas de doce horas de viaje y dos andando para venir al dentista...  ¿Estás seguro de que te encuentras bien?

En ese momento lo primero que pensé es que se había cansado y nos habíamos sentado a descansar, porque aquello no tenía mucho sentido, pero poco a poco y según recuperábamos el aire me dí cuenta de que estaba a punto de comenzar una historia. 

El contador a cero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora