─capítulo uno

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Cuando los cuerpos de mis padres desaparecieron en aquél accidente de avión, me vi obligada a abandonar mi vida en Key West, Florida, para vivir junto a mi hermano mayor en el pequeño pueblo de Forks.

No tengo muy buenos recuerdos de mis primeros días aquí, todos ellos se basaban en presentaciones, conversaciones sin sentido y adolescentes hormonales tratando de ganar mi confianza.

Pero la cosa pareció ir a mejor en el momento que conocí a Mike y sus amigos, los cuales me acogieron en su grupo sin ningún tipo de objeción.

Dicho grupo estaba compuesto por Mike, Erik, Jessica, Angela, Bella y en ciertas ocasiones su pareja Edward, junto a sus 2 hermanos de acogida: Alice y Jasper.

Ellos lograban hacer que mi estancia en Forks fuese bastante más amena gracias a sus ocurriencias propias y sus singulares formas de actuar, pero solo algunos de ellos habían logrado despertar mi verdadero interés, y sin duda alguna, esos eran los hermanos Cullen.

Los tres hermanos gozaban de una belleza sobrehumana, la cual captaba sin esfuerzo la atención de todo aquel que les rodeara. Cada uno de ellos portaba una piel tan pálida como la mismísima nieve, con una apariencia tan suave y delicada que podía sentir como las yemas de mis dedos picaban en deseos por tocarla.

Ante ningún alumno del instituto pasaba desapercibida el aura abrumadora que desprendían sus cautelosos e ilegibles semblantes, y ese afán que mantenían por tener la mínima interacción social posible con cualquier persona que estuviera presente, excepto Bella por supuesto.

Pero ni su belleza ni su antisocialidad fue lo que despertó mi curiosidad por estos individuos, sino esos pequeños detalles que con tanto empeño trataban de disimular. Detalles obvios para mi pero de los que nadie más parecía darse cuenta.

La forma en que sus cuerpos se tensaban ante la cercanía humana, el hecho de que desaparecieran los pocos días soleados de Forks, o vamos... ¿En serio nadie a notado que despedazan su almuerzo en el comedor pero jamas llegan a provar bocado?

No sabía lo que pasaba con esos hermanos, pero estaba dispuesta a descubrirlo fuera como fuese, aunque era consciente de que tal cosa sería un trabajo laborioso, ya que desde que llegue al instituto hace a penas tres meses, son contadas las ocasiones en las que he escuchado alguna palabra salir de sus labios, a excepción de Alice. He de decir que ella es la más habladora en comparación de Edward y Jasper.

El timbre escolar resonó con fuerza finalizando las clases del día y comencé a recoger mis cuadernos para dirigirme a la salida del edificio, aún inmersa en mis pensamientos.

Una vez en el exterior, busco con la mirada a Nicolás, mi hermano, y tras unos instantes lo veo apoyado en su anticuada y arcaica furgoneta negra, esperándome como de costumbre.

  ─ Hola Nick. - Saludo rápidamente antes de la abrir la ruidosa puerta del vehículo y colocarme en el asiento del copiloto.

  ─ Hey. - responde al mismo tiempo que se acomoda en el asiento del conductor y pone en marcha la vieja furgoneta- Cada día tardas más en salir del instituto pequeña Addy, ¿acaso hay algún chico en tu vida que te haga perder la noción del tiempo?- pregunta con un atisbo de burla en su voz.

  ─ Uno, vuelve a llamarme pequeña Addy y te dejo sin descendencia. Dos, sabes que no tengo tiempo para ningún chico. - respondo tratando de sonar amenazante y una pequeña sonrisa burlona se instala en sus labios

  ─ Por supuesto, espiar a los Cullen ya ocupa todo tu tiempo. - se burla.

  ─ No los espío, los analizo. Es distinto.

  ─ Analizarlos o acecharlos en la sombra. - murmura y yo simplemente me limito a golpear su hombro mientras dejamos escapar una pequeña risa. - A propósito, ¿como va tu investigación? - Pregunta extrañamente interesado.

  ─ Digamos que va avanzando, al menos uno de ellos parece haber notado mi existencia. - Guardo silencio un par de segundos para observar a mi hermano antes de continuar. - Edward, se me quedo mirando fijamente en clase de historia. Fue raro. - Añado. Veo como la expresión de Nick cambia drásticamente yjunta sus cejas formando una única línea.

  ─ Creo que lo mejor sería que lo dejaras estar Addison. - Dice tajante sin despegar sus ojos de la carretera.

Ruedo los ojos mientras un largo suspiro escapa de mis labios. Ya habíamos tenido esta conversación en varias ocasiones.

  ─ Está bien, lo haré. - Digo y puedo ver como su expresión seria se transforma en una mueca confusa.

  ─ ¿Enserio? - Pregunta totalmente sorprendido.

  ─ ¡No, claro que no! No pienso tirar la toalla tan rápido. - Digo mirándolo con una media sonrisa en mis labios, y el niega con la cabeza rendido.

Era consciente de cuanto le molestaba que hablara de los Cullen, aunque no entendía el motivo de esa molestia, él apenas los ha visto un par de veces.

El trayecto continuó en un silencio bastante cómodo, ya que a lo largo de estos últimos meses ambos nos habíamos ido acostumbrando a pasar tiempo en la compañía del otro.

  ─ Ah, una cosa. - Dice Nick mientras reduce la velocidad cuando nos encontramos en la puerta de casa. - Hoy pasaré el día con Sam y los demás en la reserva, tu estudia o haz lo que sea que tengas que hacer.

  ─ Algún día me tienes que presentar a tus amigos. - Exijo mientras salgo del vehículo.

  ─ Lo sé, pero ese día no será hoy. - Anuncia recuperando su habitual expresión divertida.

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Una pequeña introducción a la historia, tengo muchas cosas en mente para esta novela, espero que os guste. ♡

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𝐄𝐍 𝐋𝐋𝐀𝐌𝐀𝐒 ─ Jacob Black [Crepúsculo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora