《Capitulo 2: 3000 años después》

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3000 mil años...

3000 mil años habían pasado desde que los demonios fueron los ganadores de la tan famosa guerra santa.

3000 mil años desde que Merlin la maga más poderosa de Britannia buscaba una hermosa muñeca que se le fue arrebatada.

~ Nene... ya han pasado 3 mil  años desde que los demonios controlan todo, sinceramente, no esta tan mal como se esperaba, pero no faltan los que tratan de arruinar la rara tranquilidad que hay ~ piensa la conocida maga mirando desde una ventana ~ espero que donde sea que estes... estés a salvo...

Mientras en otro lugar.

El rey demonio,  Meliodas, estaba sentado en su trono aburrido.

Este a pesar de tener más de 3000 mil años de edad, tiene la apariencia de un niño de tal vez 13 o 15 años, no es demasiado alto, pero, independientemente de su estatura y aspecto bastante juvenil, él es bastante musculoso, poseyendo una variedad de músculos abdominales bien desarrollados, Su cabello es corto, de aspecto desordenado y de tonalidad rubia, con un largo mechón estilo ahoge que sobresale de la parte superior de la cabeza, sus ojos de un color negro oscuro que al mismo tiempo pareciera tener una tonalidad roja y en el centro de su frente estaba la conocida marca demoníaca.

Viste un pantalón de mezclilla negro, botas que le llegaban hasta las rodillas, también llevaba lo que parecían ser dos brazaletes blancos decorado con lo que parecían ser algunas estrellas de color negro, los brazaletes le cubre parte de sus brazos y lleva un chaleco largo blanco de botones en los cuales estaban los mismos diseños de estrellas de color negro.

Un conocido demonio por ser muy cruel y despiadado, él, ya se hubiera largado de ahí por el aburrimiento sin mirar atrás, si no fuera porque desde hace ya unos minutos que sintió la presencia de su hermano menor Zeldris dirigirse hacia donde estaba él junto con Chandler su tan molesto ex-maestro.

Las grandes puertas se abrieron dejando ver a un chico de estatura baja al igual que su hermano mayor, él también tiene una cantidad de músculos considerable, su cabello negro desordenado aunque no tanto como su hermano, sus ojos eran de color negro y al lado izquierdo de su frente se encontraba la marca demoníaca dando a entender que era un demonio de élite.

Él vestía un traje de cuerpo completo roja de cuello largo con bordes plateados que deja el pecho al descubierto, también posee un cinturón de hebilla dorada y unos zapatos negros.

Al lado de este iba un demonio ya de avanzada edad y de baja estatura, su cabello y barba en forma de punta y bigote eran de color verde.

— ¡Señorito Meliodas! — exclama el demonio con un claro entusiasmo al ver a su preciado ex-estudiante.

Este simplemente se limitó a mirarlos en silencio sin ninguna expresión en especial en el rostro, esperando a que hablen del porque están ahí.

— Hermano — dice Zeldris de una forma seria pero sin sonar molesto — Derieri y Monspeet encontraron un grupo de humanos intentado entrar aquí — dice con un tono levemente burlesco que pasaba casi desapercibido, menos para su hermano.

Meliodas suelta un bufido y mueve levemente la cabeza de un lado a otro en forma de negación mientras se le escapa una sonrisa maliciosa, le divertía el simple hecho de que a pesar de ya haber pasado 3000 mil años esos humanos creía que tendrían alguna oportunidad para entrar a su castillo.

— Consigo llevaban una maleta con lo que parece ser equipaje — dice Chandler interrumpiendo los pensamientos de Meliodas — yo propongo que los tiremos a los demonios rojos.

— No — dice levantándose — llevarlos a los calabozos, encierren los juntos y dejen esa maleta afuera del calabozo de ellos — dice fríamente haciendo que su voz suene algo ronca y después sonríe de lado — no les hagan nada hasta que yo llegue — después de decir eso se retiró de ahí.

Zeldris y Chandler siguiendo sus órdenes van a las afueras del castillo, justo a unos metros de ahí Derieri  y Monspeet vigilaban al grupo de humanos, los cuales intentaban irse de alguna forma sin éxito alguno.

— Llevarlos a los calabozos — dice Zeldris con cierta autoridad en su tono de voz — encierren los juntos, pero dejen la maleta que llevan consigo afuera del calabozo, el rey demonio se encargara personalmente de ellos.

Después de decir esto ambos demonios que vigilaban al grupo de humanos empezaron a hacer que estos avancen con rapidez para llevarlos a los calabozos que estaban en la parte más baja del castillo, básicamente, en el sótano.

Al llegar ahí todo estaba en gran silencio, un silencio que hacía que ese grupo de personas empezaran a arrepentirse de a verse atrevido a hacer aquella estupidez de intentar colarse en el castillo del rey demonio.

Ese grupo era un total de 20 personas, pero, uno de ellos no era nada menos que una pequeña niña de 8 años la cual simplemente fue con todos esos adultos porque creía inocentemente que iban a irse a vivir a otro pueblo. Pero, lamentablemente termino siendo una prisionera.

Los dos demonios obligaron a empujones a las personas a meterse en el calabozo que era ni muy pequeño, ni muy grande, haciendo que ese grupo esté algo apretado, pero no demasiado.

Y antes de que entrara la última persona que era quien llevaba la maleta, Zeldris llegó y le arrebató con facilidad esa maleta.

El hombre al sentir como le arrebataba esa maleta donde habían bastantes pertenencias, parecía quererse a poner a luchar para obtener esa maleta de vuelta, pero, lo único que consiguió fue un golpe de parte de Derieri que lo hizo terminar dentro del calabozo y tirado en el suelo quejándose de dolor.

— ¿Qu-qué nos harán? — pregunto una mujer temerosa mientras ayudaba al hombre que se quejaba de dolor en el suelo.

El grupo de personas esperaban temerosos la respuesta, mientras al mismo tiempo cada uno se sentía furioso consigo mismo por haber tratado de hacer esa gran estupidez.

Pero, esa respuesta no fue respondida.

El peli negro haciendo como si no hubiera escuchado nada de parte de esa mujer, se giró hacia sus dos compañeros — Derieri, Monspeet ya pueden irse, yo vigilar hasta que él llegue.

Ambos demonios al instante se fueron de ahí, dejando a Zeldris solo con un grupo de humanos que empezaban a temer por su vida y al mismo tiempo parecían buscar un poco de valor en si mismos para idear un escape.

El silencio reino durante unos largos minutos que parecieron horas para esas pobres personas, que, por cada minuto que pasaba más miedo sentían, aunque lo escondían al recordar la presencia de la pequeña niña inocente de 8 años que abrazaba a su muñeca de porcelana sin entender lo que sucedía.

Hasta que de repente se escuchó como abrían lentamente una puerta al fondo del largo pasillo donde se encontraban, seguido después de unos pasos que se oían seguros y al mismo tiempo intimidantes por el tiempo en que se tomaba para llegar, pasos que resonaban por todo el pasillo, haciendo que esas personas cada vez teman más por su vida.

— Sate, sate, sate... ¿qué tenemos aquí...?

Mi hermosa MuñecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora