《Capitulo 5: La Inesperada Visita》

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El rubio se despertaba soltando un gran bostezo mientras pasaba sus manos por sus ojos, para después sentarse en la cama. Este se queda un momento en silencio, divagando en sus pensamientos, los cuales todos trataban de la misma cosa, todos sus pensamientos se trataban sobre esa muñeca.

Mueve levemente la cabeza y se levanta de su cama para dirigirse al baño, para así darse una rápida ducha.

Al salir del baño ya vestido con su clásica ropa, dirige su mirada a la muñeca, debía investigar la razón por la cual esta pestañeo y el porque parecía entenderlo a la perfección.

Aunque ahora se encontraba completamente quieta. Iba a avanzar para tomarla cuando golpean la puerta sobresaltándolo, haciendo que retroceda rápidamente y mire en esa dirección  poniendo su clásica expresión seria.

— Hermano — dice Zeldris mientras abre la puerta y entra con una expresión seria a la habitación — Unos demonios nos informar que vieron como un carruaje del Reino de Lionés, viene hacia acá.

— ¿Viene completamente solo o acompañado? — pregunta con interés.

— Se vio que dentro del carruaje estaba el Rey y dos jovencitas — responde el pelinegro, para después decir — un grupo de 20 caballeros los acompañan.

— ¿Cuanto falta para que lleguen? — dice el rubio mientras se acerca al gran ventanal de su habitación y dirige su mirada al gran cielo azul, mientras une sus manos por detrás de su espalda.

— Aproximadamente una hora con unos 10 o 20 minutos — dice el pelinegro sin dejar de mirar a su hermano, esperando sus ordenes.

Meliodas sonríe internamente, imaginando la razón por la cual el mismísimo Rey de Lionés viene a sus dominios — Dejen el camino libre, que no tengan ninguna dificultad durante el camino — se voltea a mirar a su hermano menor — que Galand y Melascula los escolten a la sala del trono apenas lleguen frente al castillo. Y que alguien me traiga el desayuno.

Zeldris asiente y se retira de la habitación de Meliodas sin decir ninguna palabra más.

El rubio vuelve a mirar el hermoso cielo ahora con una sonrisa. Tenía que admitir que si le sorprendía que el Rey de Liones viniera a sus dominios sin mandar alguna carta antes informándole de su visita.

— solo 20 soldados... — murmura y deja de mirar el cielo — claramente no viene a pelear, trae a los soldados solo por si ocurre alguna dificultad en el camino.

《¿Qué querrá ese humano?...》piensa Meliodas.

Mueve levemente la cabeza, tal vez sea extraño que analice tanto la inesperada visita, pero, el aprendió durante todos esos años a nunca confiarse más de lo debido, si se confía demasiado es más probable que sea derrotado o pasado a llevar.

Eso fue algo que su hermano, Zeldris. Le inculcó. Ya que él antes solía subestimar a sus enemigos, aunque a pesar de eso no perdía, entendió que si no fuera por eso hubieran ganado desde hace ya tiempo la guerra.

Desde ese momento se prometió a sí mismo no volver a subestimar a un enemigo.

Meliodas se sienta en su silla y mira a la muñeca, no se casaría de pensar que esa muñeca tiene algo que hace que no pueda dejar de mirarla.

Y él tenía muy concientes que eso era algo demasiado raro e incluso perturbador.

¿Como podía una muñeca generar ese tipo de pensamientos?

Golpea la puerta de la habitación.

— Adelante — dice Meliodas.

Una mujer bastabte pálida y de hermoso cabello rubio, el cual llevaba atado a una trenza de lado. Entra a la habitación llevando una bandeja con el desayuno para el Rey Demonio.

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⏰ Última actualización: Mar 16, 2021 ⏰

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