EL SOLDADO CAÍDO (FURIA)

El destino es inevitable

Antonio nunca se imaginó, que en una de esas tantas misiones en grupo, les tocaría ir al Santander, sí, una vez más el pasado lo atormentaba, Ramón intentaba detener esa sed de venganza pero no fue posible, ahora que tenía la oportunidad, estaba armado, preparado y muy bien acompañado, no iba a perder la oportunidad de acabar con el "Coronel". 

Así que cuando llegaron cerca de las que solían ser sus tierras, esa amistad rota por Carlos, se restauró alrededor de la hija de Antonio, él les contó porqué había llegado al ejército, y lo que había ocurrido con el maldito de Miguel. Todos estaban muy felices que esa oscuridad que se había levantado sobre ellos, se convirtiera en un mismo sentimiento de "justicia", como si vengar la sangre de una bebé inocente, fuera a borrar sus demás pecados. 

Era algo furtivo, una misión en la noche de la que nadie se enteraría, irían en la madrugada cuando todos durmieran, después de todo, ni Mata Fuegos ni nadie de sus nuevos líderes estaban con ellos en ese momento, y traían mala fama, así que el Teniente de ese Batallón, no se molestó en evitar que salieran ese día, de todos modos era muy conveniente que fueran detrás de Miguel, porque les venía estorbando todas las operaciones en esa zona, de hecho había reclutado a los mismos soldados del ejército, comprándolos con dinero, droga y mujeres, ese Batallón había menguado mucho y para empeorar la situación, el tipo estaba apoyando al bando contrario, de modo que estaban perdiendo la guerra en esa zona.

Así las cosas, la madrugada del 02 de mayo se levantaron a las 3 de la madrugada para hacer la respectiva vigilancia de los terrenos de Miguel, les habían dicho algunos informantes de las fincas aledañas que ese día él regresaba de un viaje de negocios, lo habían visto salir, y nunca pasaba más de una semana fuera de su "búnker". Ese día era perfecto para atacar, se ocultaron a unos 500 metros de la cerca de la finca, y observaron la cantidad de guardias y las posibles entradas y salidas. Ramón después de una vida de desenfrenos y libertinajes, tenía un mal presentimiento e intentó convencer a Antonio de no hacer ese asalto, pero este hombre era terco, y su hija lo esperaba al otro lado de la muerte de Miguel. Joaquín tampoco se sentía seguro de lo que iban a hacer, sin embargo por Crisanto haría lo que fuera, y él lo convenció de ir, porque sabía que la sangre y los cuerpos eran lo que despertaban sus bajos instintos, y había hecho un juramento, lo cuidaría y evitaría nuevamente las atrocidades de su mente retorcida. Por su parte Alfredo, sabía que posiblemente no saldría vivo, pero también era su oportunidad para desquitarse de Carlos, y todo lo que les había hecho pasar en esos meses.

La vigilancia terminó sobre las tres y media de la mañana y decidieron acercarse más a los límites de la finca, era una fortaleza, guardias en las azoteas de cada esquina, guardias en perímetro, algunos más en la puerta de entrada de la gran casa, parecía impenetrable, y además, aún no veían a sus demás "compañeros", a los que Miguel había comprado, posiblemente estaban dentro de la casa, y esa vista no la tenían, los vidrios de la casa, posiblemente resistían las balas, un cocalero se podía dar esos gustos, Carlos estaba buscando el sistema de alarma de la finca y no lograba encontrarlo, sin embargo Alfredo que se había vuelto experto en encontrar aparatos explosivos (porque en la finca donde él vivía, al igual que sus vecinos, padecían por las minas quiebra patas), decidió usar su habilidad para localizar la alarma y desactivarla, en este proceso ya se habían acercado lo suficiente a la cerca de la finca, como para ser descubiertos y asesinados por los guardias, sin embargo, la oscuridad los ayudó. Mientras tanto, Antonio junto con los otros, se acercó por la izquierda del terreno y colocaron explosivos, esa era la zona con menos gente, por ahí iban a entrar a acabar con todos, ya todo estaba listo, sólo esperaba que el infeliz llegara, y eso sucedió antes de lo esperado porque sobre las cinco de la mañana el tipo llegó en una camioneta blindada, con guardaespaldas hasta más no poder, y lo peor de todo, es que eran sus propios compañeros del ejército, Ramón les dijo que si iban a hacer eso, debía ser sin compasión después de todo ellos eran traidores.