Obsesión

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La suave brisa de aire fresco y el inconfundible olor a petricor junto a las húmedas calles eran sin duda alguna una combinación exquisita.

Morinaga amaba los climas húmedos, aquellos días fríos eran más cálidos de lo que aparentaban, un pretexto más para pasar más horas junto a su amado compartiendo el calor entre sábanas.

Souichi era su adoración, cada momento a su lado era como un sueño, una fantasía que conseguía cumplir día a día.

Saciar sus caprichos y consentirlo en todo momento le llenaba de satisfacción, aquellas sonrisas y besos entregados eran su más grande recompensa.

Amaba sentir como noche con noche se entregaban uno a otro, aquellas caricias y suspiros compartidos le llenaba de alegría.

Aún podía sentir aquel hormigueo en su cuerpo al tener envuelto el contrario, tenía grabado en su piel el olor almizcleño de sus pieles desnudas, aún podía saborear el sabor de sus labios y recordaba a la perfección cada parte de su cuerpo mallugada.

Cada beso, cada caricia, cada roce, cada marca estaba grabada en su mente y aquel esbelto cuerpo.

Apresuró el paso con el deseo de llegar pronto al encuentro de su amado. Sorprendería a Souichi con su café favorito y unas piezas de pastelillos.

Al llegar a su hogar y tras cruzar el genkan se topo con una horrible escena.

Frente a él yacía su amado...

Con solo una camisa desgarrada que apenas cubría hasta sus muslos, su pelo era un desastre y el rostro mallugado, su cuerpo está cubierto de hematomas y cortes y el rojo carmesí adornaba parte de su prenda y cuerpo.

Morinaga soltó las compras que llevaba en sus manos, su cuerpo comenzó a temblar y sus ojos enrojecieron.

Al salir de su estado de shock se apresuró a llegar a su encuentro, acunó sus manos en el rostro de Souichi quien aún temblaba.

Con desespero busco su mirada, y con voz trémula pregunto aterrado;

" ¡¿Quién?! ¡¡¿Quién te ha liberado del sótano?!!"
O
Después de dichas palabras, sintió un fuerte golpe en su cabeza.

Aún aturdido y sobre el frío suelo dónde terminó cayendo, miro al culpable de su herida.

Isogai se encontraba de pie frente a él con martillo en mano, y mientras Kurokawa y el padre de Souichi se llevaban a su amado de aquella vieja cabaña, Morinaga sentía uno a uno los golpes en su cabeza.

After DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora