𝔠𝔞𝔱𝔬𝔯𝔠𝔢

897 140 18
                                    


Nieves estaba incada junto a la cama de Rubén dibujando pequeños circulos en la mejilla del chico esperando transmitirle alguna sensación. Rubén había vuelto a ser el mismo de antes, ¿Había alguna vez dejado de ser el chico sin vida que conocía? No tenía respuesta, de verdad creyó que lo estaba logrando.

—No sé si me estas escuchando, pero tienes que saber que Samuel vendrá, si no es mañana será después. No puedes dejar que el siga haciéndote daño.

Rubén apartó la mano de Nieves de su rostro.

—Sí me estas oyendo, por lo que veo.— Dijo después de reírse nerviosamente, Rubén se dió la vuelta en su cama para darle la espalda a Nieves. Ella solo podía ver como sus esperanzas escapaban cual agua entre sus dedos.

—Yo solo quiero ayudarte Rubén, estas cegado no puedes ver lo que te ha hecho Samuel, vaya, ¿Cuándo fue la última vez que hablaste con uno de tus amigos o familiares? Nadie debería vivir así, eres su prisionero. ¡Mírame Rubén por dios!

Rubén sintió la voz aguda de Nieves taladrar en sus oídos antes de que la chica tomará con sus manos sus muñecas y lo obligara a mirarla colocándose sobre de él.

—Dejame ayudarte, huye conmigo Rubén. Sé que amas a Samuel pero lo superarás.— La mirada de Nieves pretendía quemarlo.

—No me conoces.

—¡Claro que te conozco! Eres el chico que se intenta despertar en las mañanas, el que puede hablar horas y horas contando una misma anécdota para que este bien contada, el que en su fondo de su corazón intenta superar la situación. ¡Ese eres tú! No lo que el estúpido de Samuel te ha convertido. Él no sabe valorarte como yo podría, Rubén, ¿Crees que le importas? ¡Él ya esta casado!

Sus ojos antes aburridos se abrieron como los ojos de un depredador, empujó a Nieves quedando ambos sentados en diferentes extremos de la cama, estaba molesto. Nieves intentó sostenerle la mirada aun sabiendo que debía verse patética a los ojos de Rubén, se veía a si misma como una niña pequeña y asustada jugando a ser adulta.

—¿Y tu quién te crees que eres para decir algo así? No me conoces, no conoces a Samuel, él ha hecho más por mí de lo que tú y nadie podrá imaginar.

—Perdón Rub...

—¡Cállate!

Nieves jámas se vió venir lo sencillo que sería para Rubén descartarla, como una pieza de pastel de un sabor que no le gustaba a un niño. Lo había intentado y había perdido. Se prometió que estaría para él, pero no podía cumplirlo. Sabía que una vez que saliera por esa puerta no volvería, deslizo un papel con su número de teléfono por debajo de la puerta de la habitación de Rubén y se marchó.

No tenía amor suficiente para dejar que Rubén la destruyera.

rip [rubegetta]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora