Eterno

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La sala blanca se encontraba tan silenciosa, que el sonido de la reparación del pequeño cuerpo sobre la cama, se podía percibir apenas se ingresaba al lugar. Aquellos grandes ojos, se encontraba cerrados, las traslucidas cortinas danzaban con la brisa que lograba colarse por las luces de los cristales y con ella, arrastraba el aroma a Alhelí y Freesias que florecían en el pequeño jardín bajo la misma. Se podía escuchar el canto de los pájaros, el más mínimo sonido natural y artificial, los pasos en el pasillo, una ligera gotera, autos, voces.

Ya era verano, el calor agobiante se hacía sentir en las calles y era casi imposible estar bajo el sol. Pero allí dentro, el blanco tan limpio de las paredes parecía intensificar la sensación de frío que daba el aclimatado lugar. Pero aquellos ojos no se abrían aun. Ya era medía tarde y hacía un par de días que las visitas habían dejado de llegar. Las flores marchitas en aquel florero sobre la pequeña mesa frente a la cama, dejando caer sus hojas secas contaban el tiempo desde la última vez que habían sido cambiadas.

Hacía un año y medio que su inevitable estadía en aquel cuarto se había tornado permanente. Ese sería su último año de escuela, pero no podría disfrutar entre libros y ruido de alumnos corriendo de un lado al otro, no podría recorrer aquellos pasillos que se habían vuelto tan familiar para sí, no más sonrisas, no más gritos, discusiones, travesuras y castigos no buscados, no más él. Que tortura parecía haberse impuesto a sí mismo, como una manera de desapegarse del mundo, otra vez para no sufrir.

Dos años y medio, tal vez un poco más, había comenzado a conocer todo lo que del mundo se perdía, había sido jalado de la mano y aunque intentara resistirse, le fue cada vez más imposible negarse a todo aquello que lo envolvía. Y una casi permanente sonrisa siempre adornaba sus labios, pero ya no recordaba todo aquello. Su mente poco a poco había ido olvidando esos momentos vividos, y nadie podía entender por qué a veces, al pasar a un lado de su cuarto, se lo veía llorar, observando hacía la ventana, como buscando algo.

Síndrome de von Hippel-Lindau, decía aquel informe colgado en el respaldo a los pies del rubio. Una enfermedad de la que tenía pleno conocimiento desde hacía varios años. Aquella se caracteriza esencial y de manera simple, a la proliferación de tumores, especialmente en el cerebro, riñones y retinas, y sus síntomas se incrementaban dado al poco cuidado. Él nunca había sido alguien que cuidara mucho de sí mismo, no lo veía necesario y tal vez solo se encontraba allí recostado, por la insistencia de las personas que se encontraban a su alrededor. Se había tornado una molestia para ellos, tal vez.

Y las pequeñas lágrimas caían por sus mejillas, rodando lentamente para morir en el blanco de las mantas, y la suave caricia de unos dedos limpiando sus mejillas lo sobresaltaban ligeramente, pero por más que abriera los ojos, no lograba ver nada, solo la oscuridad y un ligero brillo molesto que se colaba entre sus parpados. Pero estaba allí, podía sentir sus manos aunque ya haya olvidado de quienes eran.

A veces, el mayor se quedaba sentado en la silla junto a él, observaba como el rubio se quedaba con la mirada perdida en el cristal. Algunas palabras dulces escapaban de sus labios, pero no hacía caso alguno ¿Lo ignoraba? Parecía buscar la manera de alejar a todos y aunque parecía volver a funcionar, él continuaba allí, sentado... noche, día, en cada instante, para cada protesta, llanto, rabieta, irá, dolor, podía soportarlo todo por él. Le veía destrozarse y fortalecerse y aunque muy poco, le brindaba sus fuerzas aunque en realidad, fuera él quien necesitara las mismas, pues en silencio, alejado de aquella cama, se derrumbaba lentamente, se perdía en el llanto de la impotencia y se repetía una y mil veces que debía seguir por él.

Un ligero movimiento de sus delgados dedos, parecían indicarle algo. No se había perdido cada momento que la voz ajena se iba apagando poco a poco. Ya hacía un par de semanas que su situación se había agravado y le era imposible hablar fluido, generalmente se comunicaba escribiendo alguna pequeña nota para el mayor. Con el tiempo había logrado comprender mejor sus silencios que sus palabras, era todo un desafió. También hacía unos seis meses que el menor había perdido la visión por completo y aquella nueva sensación de oscuridad y destellos molestos, había llegado a asustar por momentos al rubio.

I Need Somebody ○SeongSang○ •Ateez•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora