Parte de mi.

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—Seonghwa...

Un susurro escapo de sus labios resecos llamando la atención del mayor. Su mirada se encontraba anclada sobre el suelo, las comisuras de sus labios se contraían en pequeños espasmos como si de aquella manera llegara a formar una sonrisa sobre su rostro. Pero en esa ocasión, ni ver una sonrisa plasmada sobre el rostro ajeno logró robarle una completamente sincera al mayor. Esos pequeños labios volvieron a moverse, pero el aturdimiento invadió la escena. La sonrisa en los labios de Yeosang se fue desvaneciendo, dejando el mismo espasmo sobre sus comisuras.

—No...

Una rotunda negativa. Le era imposible aceptar aquello. Una hoja escapaba de sus manos, incomprensible. Una serie de números en ellas que le resultaban por completo incomprensibles, solo los labios del pequeño moviéndose era lo que veía. Estaba explicándole algo, pero no parecía escuchar por completo aquello, tan negado a la primera impresión de las cosas que si hubiera podido gritarlo con fuerza lo hubiera hecho. Pero su garganta era un nudo, sus manos se apretaban con fuerza y estrechó el cuerpo de Yeosang entre sus brazos, besó sus cabellos y se desmoronó lentamente en la oscuridad de sus parpados cerrados, derramando gota por gota.

Y veía lo débil que era y solo podía llorar más y más, mientras los delgados dedos del rubio se deslizaban entre sus cabellos y dedicaban los mimos más pequeños e intentaba ser fuerte. El siempre había sido tan fuerte, que asustaba.

—No.

Cuantas veces había proferido aquella negativa, pero por mucho que lo repitiera no funcionaba. Y las personas se niegan a las circunstancias, pero es una acción egoísta, pues no quieren sufrir la realidad de los hechos, y siquiera se giran a mirar a quien llora a un lado. Pero unas pequeñas manos se posaron en sus mejillas, levantó su vista y le obsequió una sonrisa verdadera, se destrozaba por dentro pero solo quería verle bien a pesar de su dolor.

—Por favor...no llores. Porque si lloras no podré ser tan fuerte como quisiera y me odiaré por hacerte sufrir de esta manera, y tal vez hubiera sido mejor si nunca nos hubiésemos cruzado... pero estaría mintiendo si lo dijera... que cada momento es un tesoro para mí y que tonto, ya estoy llorando cuando me dije que no lo haría, pero estoy feliz, quiero que estés feliz.

Y aquel pequeño hilo húmedo que recorría sus mejillas, goteaba sobre los cabellos oscuros del mayor, buscando la fuerza para no derrumbarse. Y aquellos nudos que se formaban en aquel hilo que iban tejiendo buscaban disimularse de a poco. Aquel día cerraron los ojos con lentitud, esperando arrastrar con el abanicar de sus pestañas el momento y enterrarlo de a poco. Abrazados, esa noche y cada día estuvieron igual de juntos, apoyándose el uno al otro. Las sonrisas afloraban en sus labios para los demás. Mentirles, mentirse...



Sintió una suave mano corriendo sus cabellos del rostro. Una sombra proyectándose frente a si, y con esa misma lentitud abrió los ojos para encontrarse con el cuerpo de Yeosang. Una sonrisa en su rostro le observaba con acostumbrada calma. Extendió su mano ofreciendo la misma para quitar al mayor de su reposo.

—Lamento la tardanza.

—No importa.

Sus brazos le rodearon un instante y en ese momento en que pudo aspirar su aroma, sentir su cuerpo contra el suyo, fue que su corazón encontró el sosiego para adoptar un ritmo tranquilo.

Deslizó con suavidad sus brazos hasta dejarlos caer en cercanía. Sus manos y las ajenas se entrelazaron con lentitud, como si cada momento ayudara para dejar plasmada cada acción realizada. Se sonrieron con afabilidad y deshicieron el abrazo pero nunca sus manos se separaron, dando comienzo a aquella cita, aquel paseo y todo lo que aquello significaba para los dos, una fecha cualquiera en el calendario de todas esas personas que recorrían el zoológico observando una vez más, los animales.

Sus ojos miraban cada lugar, una pequeña risa escapaba de los labios del rubio mientras su mano se levantaba con la intención de señalar alguna gracia realizada por los animales. Seonghwa sonreía de igual manera, pero su atención poco se encontraba en los especímenes, solo estaba posada sobre el menor y esos gestos que poco a poco se dejaban ver a medida que avanzaban por el lugar. Se detenía a tomar una foto en cada lugar posible, tenía tantas de ellas, y esperaba tener muchas más, para perderse en las noches mirando sus ojos plasmados en esos momentos que lo hacían tan feliz.

Una vez, habían comprado un álbum, de aquellos con detalles de parejas felices en la lámina que decoraba la portada. Los dos se quedaron viendo ese detalle con un pestañeo discreto de ojos, como quien no entiende algo tan simple y soltaron una pequeña risa. Aquel día se quedaron acomodando allí las fotos que habían sacado de los dos. Cumplían cinco meses en aquel entonces, pero la cantidad de fotos que poseían parecían de años de estar juntos, tanto que aquellas paginas, habían sido tan escasas para completarlo y aquello solo creo una sonrisa aún más amplia en los labios de los dos jóvenes.

—Ven...tomemos una foto aquí, los dos juntos.

Le llamó con un pequeño gesto de su mano, mientras el menor se apartaba del cristal que protegía a los pingüinos de los visitantes. Se encaminó a su lado y se detuvo allí, observando hacia el visor del teléfono y afloró una pequeña sonrisa. Justo allí, parados en el mismo lugar donde hacía un año atrás, un accidentado y para nada romántico encuentro, los había cruzado, había unidos sus caminos de manera caprichosa y los había formado, enamorado, ayudado día a día. Allí parados donde hacía un año atrás se miraban a los ojos como dos extraños, ahora se miraban como un complemento del otro, una sonrisa aderezando la sensación que hacía que sus corazones latieran de una manera vertiginosa ante aquello. Allí, donde hacía un año atrás, la fragilidad se daba por satisfecha y los dejaba lentamente, porque el uno sería el apoyo del otro.

Una foto que quedaría para el recuerdo, de mucho más tiempo que deseaban compartir juntos, y porque así lo deseaban viviría en cada uno por siempre.

Observando hacía el hábitat de los pingüinos, dos pares de ojos soñadores, unas sonrisa risueñas, observaban todo al pasar como si nada importara, no existía nada más que ellos dos, allí parados. Yeosang recargó su cabeza contra el hombro de Seonghwa, cerrando sus ojos sin miedo a aquello.

—Te quiero...

I Need Somebody ○SeongSang○ •Ateez•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora