Domingo, 15 de mayo de 2011

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Segunda parte...



—Señor Rodríguez ¿Dónde quiere que me coloque?

Utilizo un tono desafiante y Rodríguez lo capta, pero Katherine interviene y me indica que tome asiento en una silla. Vaya, joven, que parece trabajar con Rodríguez, enciende las luces que me ciegan unos instantes.

¡Mierda!

Cuando el resplandor se desvanecebusco a la adorable señorita Steel. Se encuentra en la otra punta de lahabitación observando todo el proceso. ¿Siempre intenta mantenerse en segundoplano? Tal vez por eso Kavanagh y ellas son amigas, porque se contenta conesperar al fondo mientras Katherine ocupa el frente del escenario.

Mmm... Sumisa por naturaleza

El fotógrafo parce bastante profesional y esta absorto en la tarea que le hanentregado. Estudio a la señorita Steel mientras ella nos observa a ambos. Nuestrasmiradas se encuentran; la suya es sincera e inocente, y por un instantereconsidero el plan. Pero entonces se muerde el labio, y me quedo sinrespiración.
Frena, anastasia. Le ordeno que deje de mirarme y, como si me hubiera oído,aparte enseguida los ojos.

Buena chica.

Katherine me pide que me levante y Rodriguez sigue sacándome fotos hasta quedamos la sección por finalizada. Esta es mi oportunidad.

—Gracias de nuevo señor grey.

Katherine se adelanta y me estrecha la mano seguida por el fotógrafo, que memira una antipatía mal disimulado. Su antagonismo me hace sonreír.

Hombre... no tienes ni idea.

—Me encantara leer su artículo, señorita Kavanagh—digo, y me despido de ellacon un breve y educado gesto de cabeza. Necesito hablar con Ana—. ¿Vieneconmigo, señorita Steel?—pregunto cuando la alcanzo junto a la puerta.

—Claro—contesta, sorprendida.

Por ella, Grey.

Mascullo unas palabras de agradecimiento a los que todavía están en lahabitación y la acompaño hasta la puerta con la intención de poner cierta distanciaentre el Rodríguez y ella. En el pasillo, juguetea con el pelo con gestonervioso y retuerce los dedos hasta que salgo, seguido por Taylor.

—Enseguida te aviso, Taylor—digo, y en cuanto creo que ya no puede oírnos, le preguntoa Ana si le apetece ir a tomar un café mientras contengo la respiración a laespera de su respuesta.
Parpadea un par de veces.

—Tengo que llevar a todos a casa— contesta, consternada

— ¡Taylor!—lo llamo.

Ana da un respingo. Supongo que la pongo nerviosa, aunque no sé si eso es buenoo malo. Además, es incapaz de estarse quieta. Me perturba pensar en la cantidadde manera en que podrían conseguir que no se moviera.

— ¿Van a la universidad?

Asiente con la cabeza y le pido a Taylor que lleve a los amigos de Ana a lafacultad

—Arreglado. ¿Puede ahora venir conmigo a tomar un café?

—Vera... señor Grey... esto... la verdad—se interrumpe.

Mierda. Eso es un no. No habrá trato. Me observa fijamente con ojos brillantes.

—Mire, no es necesario que Taylor los lleve. Puedo intercambiar el coche con Kate,si me espera un momento.

Mi alivio es evidente, y sonrió de oreja a oreja.

¡Tengo una cita!

Abro la puerta de la habitación y la invito a entrar mientras Taylor intentadisimular su desconcierto.

—Taylor, ¿te importaría ir a buscar mi chamarra?

—Por supuesto, señor

Da media vuelta intento contener una sonrisa al tiempo que enfila al pasillo. Lo sigo con los ojos entornadoshasta que lo veo desaparecer en el ascensor y luego me apoyo en la pared a laespera de la señorita Steel.

¿Qué diablos voy a decirle?
‹‹ ¿Qué le parecería ser mi sumisa?››

No, Grey, tranquilo. Vayamos poco a poco.
Taylor regresa con mi chamarra al cabo de un par de minutos

— ¿Eso es todo, señor?

—Sí, gracias.

Me la da y me deja allí, en el pasillo, esperando como un idiota.
¿Cuánto más tardara anastasia? Miro el reloj. Debe de estar arreglado lo del intercambiode coches con Katherine, o hablando con Rodriguez, explicándole que solo va atomar un café para complacerme y que me quede tranquilo por el bien delartículo. Mis pensamientos se vuelven cada vez más sombríos. Tal vez se estándespidiendo con un beso.

Maldita sea.

Aparece unos instantes después, y eso que me llena de alegría.

No parece que haya besado a nadie.

—Ya está—anuncia con decisión—. Vámonos a tomar un café.

Aunque el rubor de las mejillas contradice en cierta manera sus intentos porparecer seguro de sí misma.

—Usted primero, señorita Steel.

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⏰ Last updated: Apr 07, 2020 ⏰

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