XI.

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Era domingo, cuando al despacho de Le Brun entró Corvin, el guardia de la biblioteca, asegurando que alguien había entrado la otra noche a la sección prohíbida

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Era domingo, cuando al despacho de Le Brun entró Corvin, el guardia de la biblioteca, asegurando que alguien había entrado la otra noche a la sección prohíbida. Y es que eso fue la llama que encendió la ira de la directora, quien ordenó inmediatamente que todos los Omegas se reunieran en el patio principal. Les quitaron sus abrigos y zapatos, y los amenazaron con lanzarles baldes de agua fría, cuando allí afuera la temperatura alcanzaba cifras muy bajas.

Zayn estaba allí, en una de las largas filas, justo detrás de sus amigos de habitación. Sus piernas, tan delgadas como sus brazos, le temblaban, al mismo tiempo que sentia que el aire frío se le calaba dentro de los huesos.

No entendían nada. Muchos se miraban muy preocupados, con miedo, algunos aun dormidos, otros cuchicheando entre ellos. Se había armado un verdadero alboroto, el que se apagó en cosa de segundos cuando la señorita Le Brun aclaró la garganta para hablar.

"Se me ha hecho saber que uno de ustedes ha estado merodeando en la sección prohibida"

Sus últimas palabras encendieron nuevamente las voces de los Omegas, quienes se miraron unos a otros con extrañeza. Zayn, por su parte, se paralizó en su lugar, deseando esconderse, arrancar, desaparecer. Cerró sus ojos, sus piernas comenzaron a temblar y no supo si era producto del frío o el miedo. "Louis" logró soltar en una voz casi inaudible.

"Como ustedes ya conocen, cualquier Omega que pone los pies dentro de la sección prohibida debe ser castigado"

Zayn observó con gesto repulsivo la sonrisa malévola de la señorita Le Brun tras sus palabras. El miedo dio paso a la preocupación. Si se enteraban que fue Louis quien entró aquella noche, comenzarían a buscarlo sin dar con él, porque no estaba allí, lo que agravaba aun más la falta. El Omega debía estar muy lejos del orfanato si no quería ser encontrado y llevado a la sala de los castigos.

"El Omega que se atrevió a desobedecer las reglas de este orfanato, puede levantar su mano ahora, o me veré en la obligación de tomar medidas más estrictas y poco" hizo un breve pausa "... humanas"

"Mierda" susurró Zayn, maldiciendo esta vez, y apretando los puños con fuerza.

El silencio se hizo presente. Todos se miraron de reojo, esperando una mano alzada. La directora, por su parte, examinó cuidadosamente las miradas de los Omegas, deseando encontrar una pista que la llevara a alguien, sin embargo, no la halló, y ninguno de los presentes confesó el hecho.

"Bien, como no hay respuesta, y dado que entre ustedes está el culpable, me veo en la obligación de emplear un castigo colectivo, en otras palabras, todos pasarán la noche en la sala de castigos"

Zayn, en su puesto, perdió la cabeza. Pasar la noche en la "sala de los gritos", como él la apodaba, era lo que más temia. En ese momento maldeció a Louis y a su estúpida locura. Ahora eran ellos los que pagaban sus platos rotos, pero también se aborreció a si mismo por ser su principal complice.

The Hidden Alpha » LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora