Inevitable

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No hay palabras de por medio, solo besos húmedos y la necesidad de tocar la piel del contrario. Wang Yibo se siente caliente, el Omega del lunar no deja de engatusarlo con sus labios, impidiendo que sea consciente de su actuar. Por primera vez; el Alfa no es metódico, se deja llevar por las caricias sutiles y frases libidinosas, olvidando cualquier rastro de duda que en su momento llegó a pensar. Corresponde a la ansiosa boca disfrutando de su sabor; le fascina y él no es capaz de entender la atracción repentina hacia Xiao Zhan.

A sus cortos veintidós años, Yibo ha sido un Alfa que calcula cada detalle de su vida, para el castaño el margen de error no debe interferir en sus decisiones; y si es posible, prefiere mantenerse alejando del resto. No se considera un hombre asocial, pero detesta sobremanera el exceso de confianza que algunas personas manifiestan. Sin embargo, ahora se ve involucrado con un Omega que apenas conoce, descolocándolo como si fuera un impulsivo adolescente, las circunstancias no juegan a su favor y sabe que podría ser una terrible trampa que, siendo dominado por su instinto animal, desea probar.

Estrechándolo con fuerza, el Alfa lo condujo a su habitación, llegando a la señal de no retorno. Yibo se cuestiona si está mal ceder a las emociones de su compañero. El moreno ha tomado lo suficiente para no estar en pleno uso de sus facultades mentales, producto del alcohol y merced de su Omega interior; mientras tanto el castaño tampoco está del todo sobrio y su juicio desvaría preguntándose en ceder o no. Su oscura mirada nublada por la pasión que Xiao Zhan despierta en él, lo mantiene dubitativo observando las expresiones sinuosas del chico.

—¡Maldición! —reniega el Alfa, deteniendo los movimientos del Omega—. Esto no es correcto, ni siquiera puedes mantenerte en pie, no estás en tus cabales.

—¿Vas arrepentirte ahora? —murmura Zhan, levantándose de la amplia cama matrimonial—. Somos adultos, no tenemos que rendir explicaciones a nadie, Alfa.

El seductor muchacho, llevó sus manos por encima de su camisa y la retiró con extrema delicadeza, provocando que Yibo no apartara su vista de cada acción que realizaba. Lentamente, Xiao Zhan se despojó de cada prenda, mostrándose orgulloso de su desnudez e incitando en el proceso al joven Alfa. Se acostó en el colchón abriendo sus largas y torneadas piernas, enseñándole con descaro la maravilla que un Omega puede ofrecer, su humedad se desliza por los turgentes muslos y fue el embrujo necesario para que Wang perdiera los estribos.

—¡Voy a joderte, Omega! —susurró cerca del oído con voz gutural de Alfa, deshaciéndose de cada pieza que cubría su trabajada figura.

Una sonrisa maliciosa se formó en los delgados labios de Zhan, celebrando su cometido, el aliento ardiente de Yibo se centra en su cuello, específicamente alrededor de la glándula Omega, podía percibir que los caninos del Alfa rozan el lugar con un único propósito; marcarlo. Xiao gimió extasiado, la sensibilidad de esa zona es alucinante y el castaño tiene conocimiento de ello, por eso se aprovechó de su condición y no reparó en lamer con parsimonia, logrando que el moreno presionará su cabeza en el erógeno lugar, buscando una mordida.

—¿Tanto anhelas mi mordida? —interpeló Yibo, volviendo a esos labios de tentación que lo embriaga a tal punto de enloquecer.

El moreno solo pudo emitir un débil jadeo como respuesta, le permitió a Yibo que lo acariciara con la pericia que un Alfa joven tiene en su haber. Los largos dedos siguieron un peligroso camino hacia el sur, tanteando el vientre plano de Zhan y encontrándose con el despierto miembro que pedía atención; y por supuesto se la daría, bombeó con su mano dominante el falo y con la otra avanzó hacia el sensible anillo que expulsaba sus líquidos. La celebridad sonrió ladino, maravillándose por la naturaleza Omega y el provecho que le brindaría.

Yibo lo manejó a su antojo, no había que tomarse un extenso período en preparaciones cuando el Omega expelía ansiedad. Separó las voluptuosas redondeces y empujó su pene en el lubricado agujero cuyo propietario se deshacía en gemidos, alterando los decibeles de su voz y entregándose por completo al hombre que no se medía en arremeter con duras embestidas, dando cátedra del meneo sugerente que poseía. Siendo presos de la pasión que sus cuerpos avivaban, la velocidad de las caderas del Alfa estimuló la carnosidad en el interior de Xiao Zhan, dejándolo momentáneamente sin aire.

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