Hoy te extrañé más que ayer,
probablemente menos que mañana,
pero me dio pánico el no ver tus mensajes,
luego de lavar mi cara.
Tan acostumbrado me tenes,
a unos buenos días,
o incluso a contestar algo que hablamos por la madrugada.
Y sé que no me debería esperarlo siempre.
Se que es mi cabeza tergiversando todo,
pero me llena de emoción pensarlo,
y que es peor que la mente joven esperanzado,
que arroja el cuidado a un lado y olvida lo vivido.
Y cuando lamento ser tan apasionado,
pues soy consciente del fruto amargo que voy a probar.
Cosecha de mi propia siembra,
pues planté imprudencia y creció fracaso.
Pero te extrañé! Y eso no va a cambiar.
Extrañé tu risa chistosa, y tus innumerables gatos,
tus ojos marrones y mi silencio incomodo,
al no saber que decir, embobado.
Extrañé tus dibujos, que a mi parecer,
son tan hermosos como vos,
y que negas, diciendo que tengo el juicio nublado,
pero como no lo serían, si son extensión de tu mente.
Me siento patético y servil,
al desear escribir sobre vos todos los días,
más aún cuando sé que podría volverme senil esperando,
pero nunca me animaria a entregarte esto.
En fin, me preocupé,
temí, pero ahora que se que todo esta bien con vos,
que no cometí ningún error, dejame preguntar:
¿Como la pasaste hoy? Te extrañé.