Sorpresa

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Advertencia: fanfic con aluciones a relación tóxica y violencia sexual


Podía notar el movimiento pese a tener la vista fija en el techo gris de su cuarto. Este simplemente se desenfocaba una y otra vez, y se ponía borroso a ratos, mientras él seguía en ese movimiento de vaivén.

También podía escuchar sus propios gemidos, que ya había dejado de intentar callar, sumados a los sonidos húmedos, el sonido rítmico de golpeteo y la respiración agitada de su compañero. Dirigió su mirada hacia allá, de donde venía el sonido de la respiración agitada y lo vio a él, entre sus piernas, con su notorio y seductor sonrojo, y esa expresión y sonrisa pícara que le decían que estaba disfrutando de eso. Se veía que lo disfrutaba mucho. 

El muchacho notó que lo observaba y a cambio le devolvió una mirada lasciva y se lamió los labios de modo obsceno, dejando al pobre Butters sin aliento y haciéndolo gemir débilmente, respuesta que debió gustarle a su amigo, porque lo atrajo con fuerza de las caderas y lo acorraló en la cama para cogerlo más duro.

-Kenny...

Ya no tenía escapatoria... No podría dejar de ver a esos ojos que lo devoraban y le encendían las mejillas... Pero no había tanto problema, porque aunque lo ponían nervioso hasta la locura, le encantaban... Todo él le gustaba, tanto que podía hacer que doliera su pecho y se detuviera su corazón.

Ahora que lo pensaba en retrospectiva, Kenny siempre le había parecido guapo, y quizá, desde niños, siempre le había gustado de una manera más inocente. Y debía ser tan inocente que él ni siquiera lo había notado. Sin embargo, ahí estaban sus memorias: le gustaba tenerlo cerca, tomarlo de la mano y abrazarlo, y él, a diferencia de Eric o cualquier otro, nunca lo había rechazado.

Todavía le gustaba todo eso, pero era más consciente que cualquiera que para Kenny solo era eso lo que tenían: tener sexo con él cuando se le presentaba la oportunidad y luego continuar con sus vidas, como si nada de eso hubiera pasado. Desde entonces nada había cambiado en cómo se relacionaban en la escuela, cómo hablaban o jugaban estando con sus otros amigos. Seguían comiendo y hablando con los demás en la cafetería del mismo modo que siempre lo habían hecho, y estaba claro que para Kenny aquello no significaba nada, porque no había mostrado el menor cambio en su conducta o en sus emociones. Y todo eso ya lo había aceptado desde hace mucho.

Todo había empezado luego de que todas las niñas hubieran terminado con sus novios debido a los ataques del troll en internet. Kenny no había sido la excepción y esa había sido su última novia.

Para ese entonces, ya tenía la costumbre de llevar consigo un poco de comida extra para Kenny, con lo cual de vez en cuando también ayudaban Kyle y Stan.

-¡Gracias, mamá! ¡Siempre me da mucha hambre! -se despedía con tono exagerado, para luego ir entusiasmado con Kenny a la hora del almuerzo.

-¡Hola, amigo! Te traje algo de casa. Mi mamá lo preparó -decía con una sonrisa.

-¡Gracias, Butters! -era lo que solía escuchar en respuesta, sin poder ver mucho de la cara de su amigo. Sin embargo, podía apreciar que Kenny comía con entusiasmo lo que le llevaba, y eso era suficiente para que su pecho se hinchara de alegría. Después de todo, Kenny era un buen chico y siempre lo había tratado bien.

Un día que después de la escuela le entregó uno de los cupcakes que su mamá había hecho en casa, Kenny le dio una mirada larga y significativa.

-¡Gracias, Butters! Siempre eres muy bueno conmigo.

-Oh, ¿de veras? -dijo sin darle importancia-. Es que me agradas mucho, Kenny. Eres un buen compañero.

Y lo era. Era el único de sus amigos que nunca le había hecho algo malo. Al menos no de manera intencional.

Mi butterscotch (BUNNY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora