Con el ceño fruncido, Kihyun entreabrió los ojos volviendo a cerrarlos inmediatamente, pues la brillante luz solar casi lo deja ciego.
-¿Kihyun? ¿Bebé? ¿Despertaste?- Escuchó una voz femenina casi gritandole. Gruñó tratando de abrir los ojos de nuevo, esta vez más despacio para acostumbrarseva la fuerte luz.
-¡Rápido viejo, cierra las cortinas! ¡Nuestro Kihyunie está despertando!- Volvió a escuchar la energética voz femenina, segundos después, la luz dejó de molestarlo y pudo abrir los ojos, enfocandolos en la mujer mayor que no dejaba de hablarle.
-Mi amor, Kihyunie, por fin despiertas, no sabes lo preocupados que estábamos- La anciana lo abrazó, al instante comenzando a llorar, Kihyun sintió un nudo en la garganta, miró al hombre parado al otro lado de la camilla en la que se encontraba acostado, encontrándose de inmediato con los ojos aguados que lo miraban con felicidad y extendió la mano hacia él, sintiéndose la peor persona en el mundo. El hombre no dudó en acercarse y abrazarlo al igual que la mujer, y comenzar a llorar en silencio.
Pronto las tres personas en esa habitación se encontraban llorando y abrazandose. Al cabo de unos minutos pudieron controlar su llanto y rompieron el abrazo. Kihyun, secándose las las lágrimas, enfocó la vista en su regazo, incapaz de levantar la mirada, comenzó a juguetear con el aparato en su dedo índice, ese que lo conectaba a las máquinas que emitían constantes pitidos al compás de sus latidos, hasta que la mano suave y pequeña de su abuela se posó sobre la suya.
-Lo siento- dijo en voz baja. Y lo hacía, realmente estaba arrepentido de lo que había intentado hacer.
-Lo sabemos, pequeño- su abuelo comenzó a decir con voz suave- Sabemos que nada ha sido fácil para ti, pero nosotros... no lo soportaríamos, perderte sería... no queremos perder a nadie más, no de nuevo- El hombre terminó con la voz quebrada y una lágrima corriendo por su mejilla derecha.
A Kihyun le partía el alma ver a las personas que más amaba sufrir por su culpa, y es que sus abuelos eran lo único que le quedaba -ya que su padre solo estaba para gritarle y hacerlo sentir como la mierda-.
El hombre secó sus lágrimas y carraspeó, tratando de recomponerse y sonreír como siempre lo hacía.
-Cariño, te prometo que desde ahora todo será diferente- dijo su abuela tratando de ser positiva-hemos hablado con tu padre y-
-Ese maldito debe estar lamentando el no haber podido deshacerse de mí- Interrumpió Kihyun con desprecio.
-Kihyun, no digas eso- Dijo su abuelo a modo de regaño. Al señor Kim Hyo Joong no le gustaban las maldiciones.
-Dejalo, viejo, el muchacho solo dice la verdad, su padre es un maldito- Kim Hyun Ah en cambio, siempre se caracterizó por no tener pelos en la lengua, y a sus 60 años, esa seguía siendo su mayor cualidad.
-Como te decía, cariño-Retomó su abuela- Las cosas serán diferentes a partir de ahora, hemos hablado con el imbéc... con tu padre y ha accedido a que te mudes con nosotros a Daegu. ¿Te gusta la idea?- Preguntó con ilusión.
-Claro que sí abuela-Respondió Kihyun. Le encantaba la idea, vivir lejos de su padre, con sus abuelos en una ciudad tan bonita como Daegu había sido su sueño desde hace muchos años, aunque le hubiese encantado que su madre estuviera también con ellos.
-Una cosa mas, muchacho- Dijo su abuelo con rostro serio- Irás a terapia, tu padre pagará tu tratamiento y necesitamos que pongas de tu parte, si?-Dijo esta vez con voz más suave y una mirada comprensiva.
<<Mi padre vendería su alma al diablo con tal de tenerme lejos>> Pensó con amargura.
-Esta bien, trataré- Dijo Kihyun, no muy seguro. El realmente estaba arrepentido por lo que había intentado hacer, pero no quería ir a ningún tratamiento.