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Capítulo 1:

Bienvenida al juego.

Mehmet como príncipe, fue engreído y disciplinado. Añoraba subir al trono, y el día en que lo hizo, sus hermanos de otra madre, Mustafa y Mohamed, fueron estrangulados en su presencia. Los niños, de apenas doce años, fueron considerados una amenaza latente para el nuevo Sultán.

Cuando la madre de Mehmet, Hatice Sultán, se enteró del Fetva, trató de evitarlo. Ella no había criado a un şehzade cruel, no quería a su niño con las manos manchadas de sangre. Porque esa sangre, desencadenaría el final de Mehmet.

El día en que su príncipe mate por la necesidad de mantener su poder, y no por la necesidad de salvar su vida; ese día se estará condenando a la desgracia.

Eso le había dicho una antigua bruja del bazar, cuando Hatice apenas había tenido a su primer hijo. Esperaba que la vieja mujer se equivocara con su predicción. Sin embargo, dos años habían pasado desde la ejecución, y a pesar de que cientos de concubinas estuvieron en la Hasoda, ninguna se había embarazado.

—Hay algo que podamos hacer ¿no? —dijo la Valide.

Estaban en la estancia de esta, la Valide, su hija Özge con su recién nacida y el Kizlar Ağa, Osman. Los tres trataban de pensar en algo que les ayudara a traer un nuevo heredero al mundo. Las ciudades de Europa, como Venecia, se habían enterado del problema a pesar de los esfuerzos de la Valide para que las criadas no hablaran fuera del harén. Incluso cuando nació su nieta Cihan Sultán hizo sonar los cañones, para que el pueblo pensara que era un hijo de su Majestad.

Las puertas fueron golpeadas. Hatice hizo una seña y las abrieron; una Hatun estaba allí, de piel blanca y cabello castaño. Era muy hermosa. Se adentró e hizo una reverencia. Detrás de la Hatun, Kalika Kalfa le sonrió a la Valide.

—Valide —hizo reverencia la Kalika. Apuntó a la muchacha—, Esma Hatun, un regalo de Ferat Paşa, para su Majestad.

La mujer sonrió abiertamente. Era una nueva oportunidad para su hijo.

—Osman, prepárala para esta noche —el hombre mostró una expresión nerviosa.

—Valide —susurró—, su Majestad no se encuentra en el palacio. Salió temprano, rumbo a Manisa.

Hatice arrugó el ceño, estaba furiosa. Mehmet siempre hacia lo que le venía en gana, sin detenerse a pensar en la opinión publica o en su misma seguridad.

—¿Por qué nadie me informó? Kalika, Osman —los miró a ambos con desaprobación—. Si esto ocurre otra vez, les cortaré el cuello.

La muchacha presente se aguantó la exclamación de sorpresa por la amenaza. Fuera del palacio, solo se hablaba de la dulzura de la Valide Sultán.

[...]

Sultán Mehmet Khan 

Sultán Mehmet Khan 

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