Arian
Me habían trasladado a otro sala para realizarme unas pruebas y comprobar que todo se encontrase bien. Después de eso me dejaron en la habitación indicándome que descansase, insistí en que me dijesen de una vez que sucedió, y como antes, pusieron otra excusa marchándose rápidamente. Llevaba cerca de tres horas acostada y comenzaba a aburrirme, además de que tenía ganas de ir al baño.
Me levanté poniendo mis pies descalzos sobre el suelo, el contacto fue frío e hizo que me estremeciese, cosa que me resultó curiosa. Entré al baño y antes de siquiera acercarme al lavabo mi vista se vio fijada instantáneamente en el espejo del lugar.
Con pasos temblorosos me apresuré y cuando estuve lo suficiente cerca mi respiración se aceleró. Mi pelo castaño claro, normalmente ondulado, se encontraba revuelto, mi rostro estaba lleno de pequeños moratones, uno de los más grandes bajo mi ojo derecho, tenía unas increíbles ojeras y en mi labio inferior se apreciaban restos de sangre seca; causada por haberlos mordidos continuamente.
Retiré mi camiseta, tenía una herida comenzando a cerrarse en la parte izquierda de mi abdomen, mis brazos también contenían moratones y pequeños cortes. Mis ojos se humedecieron y retiré la mirada del espejo, salí del baño y me senté en la cama.
¿Qué me había ocurrido? ¿Por qué nadie quiere decírmelo? -esas dos preguntas no paraban de dar vueltas en mi mente, sin darme cuenta varias lágrimas deslizaron por mis mejillas, pegué mis piernas a mi pecho y enterré mi cabeza.
Lloré en silencio perdiendo la noción del tiempo hasta que unos golpes en la puerta me sobresaltaron y limpié mi cara de forma veloz.
—Hola —dijo el doctor regalándome una pequeña sonrisa, su vista se desvió a mis ojos humedecidos, sin embargo, no comentó nada—. He traído a alguien conmigo —agregó.
—Hola Arian —una segunda voz surgió de detrás del médico, era un hombre más joven que el médico, rondaría por los treinta. Me límite a hacer un pequeño gesto con la mano como saludo.
—Bueno yo les dejo, creo que tienen de que hablar —se despidió el doctor, desapareciendo por la puerta, volví a fijar mi vista en mi primera visita. Él cogió una silla plegable y se sentó frente a mí, dejando cierta distancia para que no fuese incómodo. Se quedó unos segundos en silencio inspeccionando la habitación.
—Demasiado blanco —hizo una mueca extraña al decirlo, generándome una áspera risa.
—Concuerdo.
—Soy James, ¿cómo te encuentras? —creo que se dio cuenta del cambio de mi expresión cuando antes de responder siguió hablando—. Soy psicólogo —añadió, confirmando lo que había sospechado. No dije nada—. ¿Qué tal lo estás llevando? —inquirió.
Me encogí de hombros.
—Todo lo bien que puedo llevar pensar que puedo reprobar el semestre.
—¿Algo más que te preocupe? —preguntó está vez con un tono algo más profesional.
—¿Cuándo podré tener visitas? —cuestioné.
Ignoró mi pregunta y siguió insistiendo:
—No es nada malo aceptar que a veces algunas cosas nos superan y necesitamos hablar con alguien, y por eso estoy yo aquí —se señaló—. Nada de lo que me digas saldrá de esta habitación.
—Lo sé, confidencialidad psicólogo-paciente, no tengo nada que me preocupe salvo mis calificaciones y si no le importa tengo sueño, ¿podría marcharse? —demandé apretando los labios y apunté a la puerta. James exhaló y se levantó.
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NO SOY MIS ERRORES | Tony Stark |
Fanfiction[NO SE PERMITEN COPIAS NI ADAPTACIONES] Un nuevo enemigo ataca la ciudad de New York, no se sabe cuál es su objetivo pero supone un gran peligro. Tony Stark salva a una chica en el misterioso incidente, es casualidad que la misma chica es la mejor a...