Esa noche no salí de casa hasta el lunes que luego de retirar mi titulación de bachiller en el colegio, me dirigí al Parque Seminario a leer un libro nuevo que compré en una tienda de centro comercial. En realidad, fui más con la intención de verlo a Lucas, quería que me viese pues ese día usé un vestido un poco corto y unos zapatos de muñeca que se veían lindísimos, me había alaciado el cabello y me pinté las pestañas que hacían juego con mis labios rosas. Siempre tuve la leve impresión de que a los hombres les gusta las mujeres inteligentes y que hacen cosas distintas, a mí me encantaba leer y quizás él a verme que me comía con los ojos el libro hubiese llegado a pensar que soy culta y distinta, pero parecía estar equivocándome inmensamente, Lucas ni notaba mi presencia, aunque mi mayor deseo fue me vea, entonces recordé que en aquellas películas de los noventa las mujeres cuando querían ligar a un hombre ellas hacían lo posible para conquistarlo, eran poderosas, autoritarias y los hombres jamás se les negaban, yo intentaba ser ellas y al primer intento funcionó, pues perdí mi dignidad y me acerqué a él modelando mi vestidito.
― ¡Hola Lucas! ―le hablé en un tono coqueto― ¿Qué tal tu día?
― Ahora que has venido va mejor, de hecho ―noté como sus ojos se fueron hacia mis piernas y me estudiaba completamente, me sentí satisfecha al ver que al fin me estaba viendo como una mujer, pero en el fondo me sentía expuesta e impura― Te has pintado la cara, te ves guapa.
― Gracias, que bueno que lo hayas notado ―le dije mientras me ponía detrás de él a ver qué era lo que pintaba, esta vez llevaba oleos en su maletín pero aún bocetaba a la catedral con un lápiz carbón, supongo que para ensayar su próxima obra de arte.
― ¿Quieres ver lo que pinté ayer? ―me dijo
Asentí y presuroso sacó de un folio de un metro de ancho una pintura de ese mismo parque con una muchacha leyendo un folleto que decía "Costura a la mano". Me había pintado y aquello me removió el corazón tirándolo de un vuelco, estaba tan cerca de él que solo me provocaba comérmelo a besos, pero era una chica tonta que nunca había dado su primer beso y no tenía ni idea de cómo hacer nada de esto. Entonces me quedé con las ganas pero vi sus ojos miel que reflejaban mi ser en ellos y lancé un suspiro.
― Esta hermoso, pero solamente quisiera saber quién es la mujer que tiene la dicha de aparecer en aquella pintura.
― Pues bien, hay una muchacha que viene todos los días a leer folletos de costura y la conocí ayer, se llama Sandra.
Prometo que sentí como mi corazón se quebraba en pedazos, juré que diría que era yo, pude escucharlo en mi mente pero al oír el nombre de otra salir de su voz, me partió el alma. Entonces sabía que tenía una misión y era precisamente enamorar a Lucas a como dé lugar, porque yo lo quería conmigo, quería ser la mujer de sus retratos, la musa que lo llene de inspiración y amor.
Ahora bien, aquella Sandra se había ganado mi reprobación, no tenía ni idea de quien fuese, pero hacía lo mismo que yo y tal vez amaba a Lucas igual que yo, pero en mis pensamientos estaba el hecho de que yo tenía que ser esa mujer en la vida de mi amado, de lo contrario, me perdería a mí misma dentro de mí misma.
El sábado siguiente me atreví a invitarlo a Lucas a una de las reuniones de mis amigas, por suerte mamá me dio permiso y hasta unos cuantos dólares para alguna emergencia. Lo encontré a Lucas en la puerta de la casa de Marcela esperándome, cuando me vio me sonrió, yo llevaba puesto uno de aquellos tiernos vestidos cortos, miró mi cuerpo despistadamente, lo que él tal vez no sabía era que yo estaba pendiente de cada uno de sus movimientos, era gracioso ver como trataba de distraerme pero yo tenía ojos hasta en la espalda. Mis amigas me decían que Lucas era muy guapo y que jamás me habían visto con un hombre, les conté que me atraía demasiado, que era el hombre de mis sueños pero que él solo me veía como una amiga.
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Quédate conmigo
RomanceLucas era un misterio en vida que no dejaba ser descubierto. Lo amaba sin medida y evitando cualquier contemplación, la vida me fue demostrando quien realmente era él, con cada suceso me enamoró más, pero como lo auguraba la buena razón, mi corazón...