DESTINO ANTITÉTICO

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La misma noche donde nacían miles de bebés con diferencias sociales marcadas, en Bogota nacía con gran dificultad el primer hijo varón de Armando Méndez un agricultor desplazado de un pequeño pueblo del Patía e la parte sur de Colombia. Un luchador inalcanzable desde niño, sacó adelante a sus siete hermanos y a sus padres que ya presentaban problemas de Salud. Desde pequeño disfrutó el campo y pensó consagrarse como un campesino reconocido de la región, sueño que se frustra tras el incremento de las disposiciones entre Estado, guerrillas y paramilitares. Cada uno de los anteriores con una manera sanguinaria particular de tratar a la población, en un principio logró sobrellevar las presiones guerrilleras que exigían la colaboración de las personas manejando un pseudoestado que no venía tan mal, pero que cambiaría con la aparición repentina de paramilitares con sed de sangre en forma de las más terroríficas novelas, un escenario nocturno.

Una noche de octubre de 1989 se sentía un aire pacífico en el Patía con su anocher estrellado y cigarras cantando a destiempo. Su oscuridad fascinante escondía mucho más allá que unos cuantos mitos, escondía un verdadero horror. Al disfrutar de un momento de paz tras la retirada de las guerrillas, que semanalmente iban a cotejar sus laboratorios de drogas y sus místicas caletas de dinero, se escucharon ruidos de helicópteros y camiones entrando al pueblo y sus veredas. En su mente Don Armando pensó que podría descansar en paz de cualquier tipo de presión pues había llegado el Estado a hacer presencia, pero infortunadamente se equivocaba en su pensar. A través de un parlante comunal se anunciaba la llegada de lo que sería "la limpieza, la voz y la justicia de las gentes"; eran las Autodefensas Unidas de Colombia. Don Armando sabía lo que le esperaba, pues una que otra vez colaboró con los guerrilleros dándoles un poco de comida en su camino, pero no tenía de otra no tenía elección.

Pasaron unos cuantos días. Don Armando pensó en salvarse de las matanzas masivas en la plaza del pueblo y siendo muy mezquino agradecía no tener hijas, ni mujer. Pues los paramilitares se "divertían" con cuanta muchacha encontraban en los caminos del pueblo. Pronto en los listados de los próximos ejecutados salió su nombre seguido de unas cuantas frases:
"Armando Méndez deberá pagar lo que le debe a su pueblo y a Colombia entera por guerrillero hijueputa. ¿El precio?, su vida. Aquel que se niegue en colaborar será directamente cómplice de esta plaga que debe fumigarse. Somos AUC al servicio de un mejor país".
En un principio se negó a aceptar tal destino para seguir su vida campesina y así también lo decidió uno de sus únicos amigos en el Patía, el cual era un famoso apostador regional ya formalizado con una esposa y una hija. Los dos decidieron esconderse en sus casas sin dar indicios de vida y comiendo lo necesario para no tener que salir más dando una sensación que ya habían huido del sitio, pero poco se tardaron en darse cuenta los paramilitares que quienes buscaban aún estaban presentes en el pueblo.
En una de tantas noches de refugio, un muchacho joven golpeaba la puerta del amigo de Don Armando, él veía a traves de un pequeño orificio de la puerta como el joven se proclamaba enamorado de una muchacha hermosa que no quería perder. Sin medir consecuencias la muchacha salio premeditamente, pero vio caer de rodillas a su amado que con lágrimas en los ojos le dijo -Perdóname, mi familia es primero-. En aquel instante dos hombres muy bien vestidos con un trapo azul en su cuello, altos y morenos retiraron al muchacho. Detrás de ellos se acercaba una tropa completa de hombres camuflados con trapos en su rostro, como si de animales hambrientos se tratara, todos se acercaban a la muchacha y aquellos elegantes hombres gritaron: -Sabemos que están ahí y les dejo un pequeño premio a mis hombres; tengan una buena noche-.

Sin poderse despegar del orificio vio como descargaron las prendas de la esposa y la hija del que sería su único amigo, mientras a este le colgaban con unas cuantas sabanas desde un segundo piso dándole un panorámico, para observar en sus últimos segundos lo que hacían con sus amadas mujeres.
Don Armando se retiró corrió a esconderse y apenas salio un poco el sol decidió huir tras las montañas, él sabía cuanto tiempo perderían revisando su abandonada casa y era tiempo valioso para acercarse al pueblo más cercano y huir a la capital del país.
Una vez en Bogota se instaló en un pequeño apartamento tratando de olvidar su pasado, busco alguna ocupación continua; para lo cual trabajar en construcción le venia bien. En su diario vivir sólo veía fantasmas, sacando aquellos demonios esforzándose el triple en su trabajo llevándose cierto tipo de admiración.

Pronto habría de conocer a Rosa Suárez, una bogotana de estrato medio-alto la cual vivía con su abuela porque su madre residía  en Estados Unidos, pero no tenía comunicación con ellas hacia más de 10 años. Rosa trabajaba como vendedora informal de tinto y a diario pasaba intencionalmente por donde estaba el levantamiento de un nuevo edificio, donde se desempeñaba Armando como ayudante.
Tras 3 años Rosa y Don Armando ya tenian tres hijas, quedando embarazada una cuarta vez, con un hogar un poco complicado económicamente. Pero, al saber que el próximo bebé era un niño guardaban alguna expectativa, en el que sería el proximo hombre de la casa, otra mano de obra para solventar tanto gasto.

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⏰ Última actualización: Apr 10, 2020 ⏰

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