Capítulo 18 [Final]

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Puede escuchar el tenue sonido de la mañana mezclado con los casi imperceptibles ronquidos de jun. Abre los ojos y se encuentra con sus ojos semi abiertos diciéndole que su esposo se encuentra más que dormido, y eso está bien, no soporta lo cariñoso y pegajoso que se pone Jun por las mañanas, así que decide huir antes de que eso pase deslizándose entre las sabanas y el colchón. Sus pies tocan el suelo frio y suspira.

Es fin de semana y su único día libre, debería de mantenerse en cama hasta la tarde y dejarse consentir por Jun, pero no, Minghao ha adquirido la mala costumbre de despertarse siempre a la misma hora y hacer la misma rutina que no le molesta en lo absoluto. Le dedica una ultima mirada a Jun y se acerca para dejar un suave beso en su mejilla, es su modo de disculparse por dejarlo solo en la cama. Sale de la habitación.

Su hogar es grande y espacioso ubicado en el edificio central de la ciudad nueve, todo lo que puede tener está a su mano y si no es así es tan simple como picar un botón y pedirlo por internet, aunque para ser sinceros no se lleva del todo bien con la tecnología, todo se lo deja a Jun. O a Sofí. De cualquier manera Minghao sabe perfectamente como preparar café sin ayuda, así que es un punto a su favor.

Cuando tenía quince años se levantaba todas las mañanas antes de que saliera el sol para poder ir hasta un lugar repleto de cadáveres. Le robaba cosas a los muertos y las vendía para comerciar por comida o cosas útiles, despues paseaba por la ciudad para llevar las cosas que todos necesitaban a sus puertas y conseguir dinero para poder vivir. Cuando llegaba a casa su madre preparaba la comida y él tenía que llevar a su hermana a la escuela con los reproches de su padre. Y ni siquiera tenía agua para ducharse, iba a un lugar público a hacerlo a ver como las personas ancianas o los impuros se exponían a enfermedades. Y veía a los bebés ponerse morados del frio.

Ahora Minghao toma café caliente mientras observa la ciudad prospera y blanca desde el ventanal. Mientras que su hija duerme en su cómoda cama sin exponerse al frio, resguardada de todo lo malo. Así es como la gente debería de vivir, tan despreocupada y ajena a los vestigios de una absurda batalla perdida. Con la facilidad de poder tener algo mediante un botón y no de un chiquillo de quince años.

—Voy a amarrarte a la cama un día de estos.— Escucha la voz de Jun. —Quizás así no me dejes solo en ella todas las mañanas.

—Si me quedo mucho tiempo recostado mi espalda comienza a doler.— murmura con la taza pegada en los labios justo antes de que Jun se la quite y le dé un sorbo.

—¿Cuáles dolores puedes tener tú a los veintitrés?

Minghao se encoge en hombros.

Por un segundo no puede dejar de mirar a Jun, él es ciertamente apuesto, incluso en las mañanas cuando tiene el cabello despeinado y ojeras un poco oscuras. Exhala una pequeña risa y toma la taza que había sido dejada casi a su lado, y es que le encanta Jun, le encanta verlo a todas jodidas horas y saber que está ahí, verlo existiendo tan despreocupado y con un anillo en su mano derecha que combina perfectamente con el suyo.

A veces teme cerrar los ojos y que al abrirlos se encuentre en un lugar desértico, tan oscuro y lúgubre como el campo que solía buscar. Y hay un sentimiento de culpa, porque a pesar de lo duro que pudo haber sido al menos sus padres estaban ahí, cuidándolos a su manera y desviviéndose por ellos. Su mirada viaja a la habitación de Sofía y despues a la de Hansol memorizando cada detalle de estas. Todo está bien ahora.

—Como es mi día libre...— habla buscando a Jun. —¿no quieres hacer algo con los niños?

—Sí, dejarlos en casa de Jeonghan y quedarnos solos.— Responde Jun con una gigantesca y adorable sonrisa. —¿sabes cuándo fue la última vez que tuvimos realmente tiempo para estar juntos nosotros dos solos? Te daré una pista; se nos cayó encima el edificio.

Perdido [JunHao][M-PREG]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora