Capítulo 4.

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Con lágrimas en los ojos, el menor logró llegar a su casa, abrió la puerta de su habitación y se dejó caer sin ganas sobre su cama.

Segundos después, el sonido de su teléfono lo hizo girarse sobre si mismo para tomarlo de su mochila.

Un suspiro salió de sus labios al ver de quién eran esos mensajes. Su mejor amigo.

Namjoon y él se habían conocido hace más de 5 años, asistieron a la misma escuela, y durante ese periodo se volvieron muy unidos. Y esto fue así hasta que, al pasar a la universidad, los padres del moreno lo mandaron a Nueva York para estudiar la carrera de medicina.

Fue un periodo muy difícil para Jungkook. Era el único amigo que tenía y el hecho de estar a kilómetros de él lo hacía mucho peor.

Pero a pesar de todo, eso no fue impedimento para que el moreno estuviera siempre al pendiente de él. Le mandaba mensaje diariamente y sabía que era el primer día del menor.

Esa fue la oportunidad de Jungkook para contarle todo lo que había pasado en su grandioso primer día.

Aunque estuviera a kilómetros de ahí, el hecho de hablar con él, de contarle sus problemas, lo hacía sentir mejor de alguna manera. Sirvió para desahogarse con la única persona que creía, le interesaba su vida.

Después de haber hablado con su mejor amigo, Jungkook arrojó su teléfono a un costado de su cama y cerró los ojos, quedándose completamente dormido mientras recordaba todos aquellos momentos que habían pasado años atrás, donde toda su vida era felicidad y tranquilidad, deseando con todas sus fuerzas que todo aquello regresara. Aunque claramente, eso no iba a pasar.

El sonido de la alarma que había comenzado a sonar hace apenas unos segundos hizo que jungkook se despertara con los ojos entrecerrrados mientras se giraba sobre sí mismo para apagarla.

Se levantó de la cama mientras observaba el cielo a través de su ventana, notando nubes color gris con una ligera brisa cayendo sobre los árboles. El día iba a estar nublado.

Sin ganas, se dirigió a su baño para arreglarse un poco y tomó una sudadera negra de su clóset antes de salir de su casa.

El clima era fresco, se sentía bien sobre su piel.

Despues de unos minutos ya se encontraba entrando a la universidad mientras ese sentimiento de tristeza se instalaba en lo más profundo de su pecho.

Tan pronto como localizó su salón, dio un largo respiro y entró.

—Tenía la esperanza de que no
regresaras.— Jackson, el chico atlético que el día anterior lo había molestado se encontraba sentado sobre el tablero de una butaca junto con un grupo de alrededor de 5 chicos más.

Jungkook no se detuvo a mirarlo, agachó la cabeza mientras sus manos debajo de esa sudadera comenzaban a sudar.

—Te estoy hablando.— La imponente voz volvió a sonar desde el otro lado del
aula.— ¿Estás sordo o qué te pasa?

Jackson se dirigió a él con pasos agigantados colocándose frente a éste impidiéndole el paso.

—L-lo siento.— dijo casi en un susurro y con el corazón latiendo con fuerza.

–Más te vale no hacerme enojar, no te gustará.— El chico soltó de manera imponente acercándose demasiado a Jungkook para luego moverse, dejando el paso libre, haciendo que el pelinegro avanzara rápidamente con todo el cuerpo temblando.

El más alto regresó con sus amigos mientras una sonrisa se hacía presente en su rostro, al mismo tiempo que sus compañeros se reían en dirección a Jungkook.

El profesor entró de repente y al momento todos se acomodaron en su lugar y las voces se callaron.

La clase transcurrió de forma tranquila mientras que uno que otro alumno participaba o hacia preguntas sobre el tema.

De un momento a otro, el profesor notó que, el chico que se encontraba en la esquina, no hablaba y se mantenía con la cabeza gacha, a lo que no le dio mucha importancia por ser los primeros días.

El timbre sonó y todos en el aula comenzaron a salir, al mismo tiempo que Jungkook.

La siguiente clase era una hora después, por lo que Jungkook decidió caminar por los alrededores de la universidad para alejarse de todos sus compañeros.

A mitad de su recorrido, el pelinegro notó a lo lejos un pequeño sendero que se alzaba sobre su vista, a lo que no dudó en dirigirse a él.

Al llegar unas pequeñas bancas se colocaban sobre el suelo, e increiblemente el lugar se encontraba solitario.

Jungkook agradeció por eso. Conectó los audífonos a su teléfono y se sentó cerrando los ojos, sus músculos se relajaron y se dedicó a disfrutar del momento.

Las clases continuaron de manera normal hasta que el sol se empezó a ocultar, anunciando el término de su horario de clases.

El chico salió de su última aula y comenzó a caminar hacia su casa.

Al llegar y abrir la puerta, un pequeño de 7 años se abalanzó sobre sus brazos mientras éste le devolvía un abrazo y lo cargaba sobre sí, al tiempo en que una sonrisa se plantaba en su rostro.

—Hola pequeño.

—Hola hermanito.— Dijo el menor con alegría mientras abría sus ojitos al máximo

—¿Cómo te fue hoy en la escuela?

—Bien, hoy me enseñaron a sumar y
restar— El pequeño dijo con
entusiasmo. — Pero te extrañé
mucho.— Hizo un pucherito de tristeza con sus labios.

—Yo también te extrañé hoy pequeño, pero ya estoy aquí.— dijo el mayor con un poco de tristeza quitando un mechón de cabello que caía sobre el rostro del menor.

—Hola hijo.— Una vez femenina se hizo presente al mismo tiempo en que una mujer de 40 años salía de la cocina en dirección a los hermanos.

La mujer abrazó con fuerza a jungkook, quien aún tenía a su hermano en brazos.

—Hola mami.

—¿Te fue bien hoy?— preguntó dulcemente.

—S-si, todo bien.— Mintió.

—Me alegra mucho hijo, ¿Quiéres algo de cenar?

—N-no, muchas gracias, no tengo mucha hambre.— Otra vez, había mentido.— Me voy a dormir, estoy un poco cansado.— El mayor bajó con cuidado a su hermano y se dirigió rápidamente su cuarto.

Safe With Me [Jikook/Kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora