Kirishima se acercó con los pelos de punta a su compañero, rodeando sus hombros algo asustado ante la respuesta que pudiera dar Samato.
—Hola, Eijiro.
Kirishima se sobresaltó para luego alejarse un poco de Samato.
—O-oye, ¿C-como te ha ido?.
—Lo normal, sigo con mi vida, creo que tú haces lo mismo.
—¡AH SI!—Eijiro vió su mano donde había escrito con bolígrafo los diálogos que tenía que decir—¿Cuál es tu tipo de bocadillo favorito?.
—Me gustan muchos, tu ya deberías saberlo.
—¡NO PUEDE SER, EL MÍO TAMBIÉN!
—¿Que?
—¡NADA!
Kirishima sonrió nerviosamente evitando el contacto visual con Samato, este solo volvió su mirada a su libro. Después de unos minutos, Samato se movió hacia la derecha.
—Kirishima, muévete.
—¿Ah--?
Una pelota de soccer estampó contra la cara de Kirishima haciéndolo caer del banco.
—Te lo dije.
Samato tomó la pelota para luego lanzarla por donde vino. Luego ayudó a Kirishima a levantarse.
—¿Estas bien?.
—¡Si! Solo siento que me arde levemente.
—Toma—Le pasó un pañuelo húmedo—Refrescate un poco.
—S-si.
Eijiro pasó la toalla por su cara cuidadosamente.
—Kiri-Chan bobo.
El pelirrojo abrió los ojos como platos y vió que el peliazul se estaba yendo.
—¡O-oye! ¡Tu pañuelo!.
—Quedatelo.
Después de ese día, Kirishima se la pasaba pajeandose o oliendola para consolarse a si mismo.
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