6. Uno para cada hermano.

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—jo, Ana.... perdón –repetía la rubia una y otra vez.

—que ya te he dicho que no pasa nada –le decía Ana rodando los ojos.

—pero... –empezaba a hablar la rubia otra vez.

—a ver Mimi... no vas a cancelar un concierto que llevas tanto tiempo planeando, que ya están todas las entradas vendidas, que ya está todo, porque me hayan dado la cita para la ecografía ese mismo día y no puedas ir. –decía Ana para hacer entrar en razón a la rubia.

—pero yo quiero ir –dijo está poniendo un puchero.

—como canceles el concierto.... es que ni se te ocurra –dijo Ana.

—jo...

—Mimi...

—vale.... pero en cuanto te digan algo, cualquier cosa, me llamas. –dijo la rubia.

—que si –dijo Ana riendo.

—venga anda, que tenemos que ir a buscar a Luna a clase –dijo Ana levantándose del sofá.

Pronto las dos chicas estaban subidas en el coche, para ir a buscar a su hija al colegio, Mimi iba conduciendo mientras Ana iba distraída mirando al móvil.

—Ana...

—dime –dijo la morena levantando la vista del móvil.

—que haber... nuestra casa solo tiene dos habitaciones –dijo la rubia, Ana asintió.

—lo sé –dijo riendo, Mimi la miró también riendo.

—deberíamos ir buscando una casa nueva si vamos a volver a ser madres –dijo Mimi riendo, Ana asintió, la rubia aparcó el coche en el propio parking que tenía el colegio de su hija, y se bajaron las dos de este.

Pronto la pequeña rubia, de tres años ya, estaba corriendo hacia ellas para abrazarlas.

—mira mamá, me he portado súper bien –dijo Luna enseñándole su mano a Mimi que la tenía cogida en brazos, llevaba una pegatina de color verde en esta.

—así me gusta –le dijo esta riendo y dándole un beso en la mejilla, la bajo de sus brazos y fue corriendo hasta Ana abrazándose a esta.

Ana también la cogió en brazos llenándole la cara de besos, la rubia se abrazó a esta.

—¿que tal hoy en clase? –le preguntó Ana a Luna mientras empezaban a andar las tres hacia el coche.

—muy bien mami –dijo la pequeña dándole un beso en la mejilla a Ana.

Ana metió a la niña en el coche, le puso el cinto y le apretó las dos coletas que llevaba que estaban prácticamente deshechas, le dio un beso en la punta de la nariz mientras esta reía, y después cerró la puerta del coche, sentándose ella en el sitio del copiloto.

Unos días después Ana estaba en el mismo coche y se dirigía con Amaia hacia su primera ecografía, habían dejado a Luna con Alfred, Mimi, que estaba hasta arriba de ensayos por el concierto que tenía hoy, no paraba de mandarles mensajes a las dos chicas para que le contasen todo en cuanto supieran algo.

Ana aparcó el coche nerviosa, suspiró y miró a Amaia.

—por favor que todo vaya bien –susurro acariciando su barriga.

—Seguro que si, no te preocupes –le dijo Amaia para tranquilizarla, Ana asintió y las dos chicas se bajaron del coche.

En poco tiempo Ana ya estaba subida en la camilla apretándole la mano a Amaia. Encogió su barriga cuando está entró en contacto con el gel frío, no paraba de mirar la pantalla del ordenador mordiéndose el labio, y eso que estaba en negro todavía.

¿Y ahora qué? // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora