7. Contracciones.

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—Ana deja eso anda –decía la rubia con una caja de cartón en los brazos.

—puedo perfectamente –dijo esta, Mimi suspiró dejó la caja que llevaba ella misma en el suelo, acercándose a la morena, se la quitó de los brazos, dejando a la vista la barriga de la morena, que antes estaba tapada por la caja.

—se que puedes perfectamente, porque tú eres así, pero Ana... estás embarazada de 8 meses... de trillizos. –dijo Mimi.

—¡ya pero es que ahora mismo me siento inútil! –le dijo está.

—oye de inútil nada –le contestó la rubia.

—tu cuando te quedaste embarazada seguiste haciendo muchas cosas.... trabajabas y eso, ¡y yo no puedo! –dijo la morena indignada.

—pero eso es porque yo no tenía un embarazo de alto riesgo de trillizos.... Ana tía, que llevas a tres bebés ahí. –dijo Mimi dejando la caja en el suelo y acercándose a Ana.

—jo... –dijo está, Mimi soltó una risita.

—eres adorable –dijo Mimi acercándose a Ana y abrazándola.

Es increíble lo mucho que puede cambiar tu vida en apenas unos segundos.

Desde que nacieron Ana y Mimi fueron mejores amigas, hermanas, y de un día para otro se enamoraron, ellas no lo eligieron, puede que fuera cosa del destino, o puede que no, a lo mejor simplemente eran el pilar fundamental en la vida de la otra, eran la única columna que quedaba en el mundo de la otra para que este no se destruyera.

En el caso de Mimi la columna más fuerte era Ana y viceversa.

Estas chicas se enamoraron, juntas, cuando las separaron su mundo se vino completamente abajo, porque no solo le quitaron a la que era su pareja, le quitaron a su mejor amiga, a su hermana, al pilar fundamental de su mundo.

Pero 10 años después, las volvieron a juntar, no podían evitar preguntarse si sería cosa del destino, la suerte..... lo importante es que desde pequeñas todas sus primeras veces fueron juntas, y las que no lo fueron porque las separaron, las acabaron haciendo sus primeras veces otra vez.

Volvieron sus conversaciones sin cansarse, sus abrazos que decían más que cualquier otro acto de amor, sus besos, sus miradas infinitas en las que entendían todo lo que le pasaba a la otra.

Las dos hacían bonito el mundo de la otra, lo reconstruyeron poco a poco, con cada beso y cada caricia, volviendo a ser el pilar fundamental en la vida de la otra.

Las dos juntas volvieron a escribir su vida, volvieron a vivirla como niñas, por todo el tiempo que les robaron injustamente.

Es increíble lo mucho que puede cambiar tu vida en apenas unos segundos.

Y a día de hoy seguían escribiendo ellas mismas su propia historia, en ella entraba y salía gente todo el rato, menos estas dos chicas que eran constantes.

Lo único que podían pensar era que en poco tiempo, menos del que esperaban, tres personitas entrarían en su vida, la de las dos, convirtiéndose en otras de las personas más importantes en su propia historia.

Estas tres personas que todavía no conocían, y la pequeña rubia de ojos verdes eran la prueba más real de que la vida puede cambiar en cuestión de segundos, eran la viva prueba de amor y libertad.

Era increíble lo mucho que podías amar a una persona, en este caso a tres personas, que todavía no habían nacido, aunque eso iba a cambiar en cuestión de unas horas.

—haber venga, guardamos estas cajas y ya mañana seguimos ¿vale? –preguntó Mimi mirando a Ana está asintió.

Habían encontrado una casa bastante grande, lo normal cuando tienes 4 hijos, que les encantaba y a la que se querían mudar cuanto antes.

¿Y ahora qué? // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora